lunes, 3 de mayo de 2021

Los suicidas del fin del mundo.



Ficha Técnica.
Título: Los suicidas del fin del mundo. Crónica de un pueblo patagónico.
Autora: Leila Guerriero.
Editorial: Tusquets.
www.tusquetseditores.com
Edición: 2015
Colección: Andanzas. Mirada Crónica.
Número de páginas: 236.
Fotografía de cubierta: Federico Bechis.

Reseña.
A fines de los años noventa, una ola de suicidios conmovió a Las Heras, un pequeño pueblo petrolero de la provincia de Santa Cruz. La mayoría de los muertos tenía alrededor de veinticinco años y eran habitantes emblemáticos de la ciudad, hijos de familias modestas pero tradicionales. Sin embargo, la lista oficial de esos suicidios nunca fue confeccionada. Leila Guerriero viajó a este desolado paraje de la Patagonia, habló con los familiares y amigos de los suicidas, recorrió las mismas calles y visitó cada rincón del pueblo. El resultado es este relato descarnado y preciso que no solo reconstruye los episodios trágicos de esos años sino que también pinta magníficamente la vida cotidiana de una comunidad alejada de las grandes ciudades. Las Heras, con su magma de desempleo y falta de futuro para los jóvenes, es un enigma cuya resolución dista de ser definitiva: los suicidios, como un destino funesto, se sucedieron durante mucho tiempo. Esta es una crónica inquietante que se lee con fascinación y que devela una realidad marcada por el horror, los prejuicios y la indiferencia.

Autora.
Leila Guerriero (1967, Junin, Provincia de Buenos Aires), comenzó su carrera periodística en 1991, en la revista Página/30. Desde entonces sus textos han aparecidos en diversos medios de América Latina y Europa: La Nación y Rolling Stone, de Argentina; El País y Vanity Fair, de España; El Malpensate y Sobo, de Colombia; Etiqueta Negra, de Perú; Gatopardo y Letras Libres, de México; Paula y El Mercurio, de Chile; Granta, del Reino Unido; Lettre Internazionales, de Alemania y Rumania; L´Internazionales, de Italia, entre otras. En 2010 su texto El rastro en los huesos, publicado en El País Semanal y Gatopardo, recibió el premio CEMEX-FNPI. Su trabajo ha formado parte de antologías como Las mejores crónicas de Gatopardo (2006), La Argentina Crónica (2007), Crónica SoHo (2008), Mejor que ficción (2012) y Antología de crónica latinoamericana actual (2012).


Terminé de leer este libro, y me pareció oportuno hacer un comentario. Conocía el libro desde antes de tenerlo, pero no me había llamado la atención. Una vez apareció en el programa de un taller de literatura, entonces me lo compre, pero no lo leí. Pasó el tiempo, y ahora sí completé su lectura. El libro trata un tema interesante y escabroso, porque es difícil de manejar y de resolver. El suicidio. (1)

Para tener una idea del tema de fondo, a vuelo de pájaro, los países del “primer mundo”, europeos, llevaban estadísticas de los suicidios ocurridos en sus sociedades durante el siglo XIX, y estos suicidios eran tratados desde la psicología del individuo, antes de convertirse en ciencia independiente, la psicología era estudiada como una rama dentro de la filosofía, y otros que encontraban el tratamiento del tema en los aspectos morales/espirituales dentro de la religión o culto. En el siglo XIX los datos estadísticos no solo se recogían de los suicidios, sino de varios aspectos más, por ejemplo, el matemático Quetelet trabajó con registros de crímenes en algunos países europeos. En la década de 1870 aproximadamente la psicología comienza su camino de independizarse como ciencia. A fines de la década del 1890, una nueva ciencia se separa de la psicología, se trata de la sociología. Uno de los fundadores de la sociología es Émile Durkheim que escribe un libro titulado El suicidio: un estudio en sociología, (2) que tal vez sea el libro más importante de los que escribió, donde utilizando aquellos datos estadísticos que reunían los países europeos durante el siglo XIX, realiza un planteamiento, que dicho a grosso modo, al individuo que toma el camino del suicidio, le quita las causas puramente psicológicas y le asigna causas sociales, ya no era un problema individual sino social. Este va y viene de estudios y análisis del suicidio, siguió por muchos años hasta el día de hoy. Pero lo que deseo agregar como nota color es lo siguiente, en las décadas del 1960, 1970 y 1980 los países escandinavos y/o del norte del Europa, con sus socialdemocracias tenían altos niveles de vida, en tanto que otros países del globo no, estos países “que no”, tercermundistas, subdesarrollados, emergentes, no alineados, bananeros, o como quiera que se los llame, acusaban a aquellos “países bien” de “ustedes tiene altos niveles de vida pero con tasas altísimas de suicidios”, y aquellos países desarrollados contestaban “nosotros contabilizamos los suicidios”, de allí se infiere que los países subdesarrollados no contabilizaban, no registraban, por tanto no sabían cuantos suicidios tenían, y era posible que si los sumaban a las estadísticas la cifras fuesen mayores que los países desarrollados.
Lo cierto, es que en nuestro país, ya hace, al menos treinta años que hay cifras, que se pueden ver los datos, que se pueden analizar y estudiar los casos.
 
Con todo esto quiero decir, por un lado, brindar una panorama de la dificultad del tema, por otro lado señalar que es un tema harto complejo sin solución, en ningún país, con más de 120 años de estudios, análisis y políticas, los suicidios se siguen dando, están presente en todas las sociedades, y las causas exactas no están bien definidas, se trata una cuestión multicausal, e interdisciplinaria que comprende varias disciplinas. Todo el tiempo se implementan políticas, algunas con mayor o menor éxito, pero al día de hoy no existe una solución concreta al problema. Lo que sí existen, son canales y medios de ayuda al suicida, o al potencial suicida.

Ahora entro en el comentario al libro. El libro es una crónica. Y me gustan las crónicas. La autora, en 2002, hace un viaje a la ciudad de Las Heras en la Provincia de Santa Cruz y va relatando las historias que surgen a partir del contacto con familiares y allegados de los suicidados años antes. Entre 12 y 22 personas se suicidaron en esta ciudad entre los años 1997 y 1999, y este hecho generó “una alarma” (político-mediática-social) por aquél entonces. El libro es de lectura fácil y rápida. Es un libro recomendable para leer. En parte utiliza un lenguaje vulgar o incómodo, sin necesidad, creo que se debe a una época, y a la edad de la escritora, pero es lo de menos, quizás hoy día hasta podría verse como “políticamente incorrecto” (ej. el “tícher” como burla, p.64), el lenguaje de los entrevistados o pueblerinos es comprensible y hasta sirve para analizar. Me parece que el fuerte del libro pasa por otro lado, es poder viajar en el tiempo y ver una realidad chocante, las miserias de la política sobre todo, todas las falencias de una sociedad que podría estar y/o haber estado mucho mejor, una realidad por la que nadie se escandalizaba hasta que comenzó la andanada de suicidados. La vida cotidiana de aquellas personas, las condiciones de vida, el ambiente circundante a la ciudad, aspectos culturales y naturales. La autora, a lo largo del texto, va enumerando diversas posibles “causas” que pudieron provocar la “ola” de suicidios, algunas en boca de los entrevistados, otras que provienen de los medios de comunicación, pero ninguna es determinante. Existe un halo de incertidumbre que cruza a las familias, de eso que pasó hace a pocos años de la visita de la escritora… quien sabe cual será la mirada de aquellos que sobrevivieron a más de 20 años de los sucesos. Las Heras ni siquiera registraba a los suicidios como tales, una ciudad que ni siquiera tenía registro de su propia historia (o al menos, parte de su historia). Al tiempo que  la cronista deja asentadas las historias de las personas con las que conversa, historias anónimas o no, un conjunto de anécdotas que reflejan una cotidianeidad, pareceres, emociones, angustias, frustraciones, historias de vida, proyectos, sueños… de personas que, si lo miramos con amplitud, pasa todo el tiempo en todos los lugares, pero aquí, fragmentos de esas vidas, quedaron registradas, más allá de la relación que hayan tenido con los suicidados.

El programa UNICEF fue trasladado al interior del país a raíz de que 22 jóvenes, entre 18 y 28 años, se suicidaron en Las Heras… (pág. 24) ¿es la palabra “jóvenes” la relevante? Es decir, se mencionan suicidios (antes y después de ese período) de personas por fuera de ese rango etario, pero la intervención de UNICEF hace foco en los jóvenes. Un documento de UNICEF Argentina (3) señala “Las muertes por propia voluntad representan la segunda causa de fallecimientos entre los jóvenes de entre 15 a 29 años”. Pero si fuera así, la preocupación por el suicidio juvenil debería ser noticia todo el tiempo y en todos los lugares. Claro que no deja de ser preocupante, pero entiendo que las cifras se mantienen, por ejemplo, para el año 2018 en Argentina (4), entre los jóvenes las cifra continuaban siendo las mayores de entre los otros grupos etarios. Y no son noticias en los medios de comunicación, salvo para personas/organismos puntuales.

La autora de Los suicidas del fin del mundo incluye algunos datos estadísticos en un par de páginas (61-62), pero no ahonda, después de todo no se trata de un libro con análisis de datos, sino que brinda un panorama y luego continúa con su crónica. Me da la sensación que fue la seguidilla de suicidios en poco tiempo lo que hizo poner el foco en esa ciudad. Hayan sido 11 o 12 en un año, o 22 en tres años, pareciera que la concentración en un mismo lugar lo volvía algo inusual, algo extraño, y esto fue, no sé si la palabra es “magnificado”, o “aprovechado”, o “explotado” o cual es la correcta. Inmediatamente comienzan a darse casos, uno a tras de otro, surgen preguntas ¿por qué aquí? ¿algo pasa?, porque pareciera que si hubiesen sido uno o dos por año, “estaban acostumbrados”, algo así reflejaba una revista, “los de 1997 ni siquiera fueron los primeros (p. 27), pero la “sorpresa” de tantos al mismo tiempo, exasperó a muchos. A partir de esto, mi cabeza explotó con ideas que me llevaron a recordar otros libros leídos, más que nada, libros que tratan del azar y las probabilidades. El planteo que me hice a mí mismo fue, ¿es probable que en un contexto de una región con alto índices de suicidios, muchos se ellos se den en poco tiempo y se concentren en el mismo lugar? No tengo una respuesta concreta. Pero si tengo que contestar diría que sí. La realidad que de aquella serie de suicidios nunca más nadie habló, al menos no estuvo más en los medios de comunicación como noticia, no sabemos si se repitió, o si se dio en otra localidad del país, o si nunca más pasó algo así, o si por x motivos se evita tratar/hablar de temas de suicidio en los medios de comunicación. Ha quedado sí, el libro con la crónica. Tal vez algún que otro material gráfico o audiovisual más. Pero hay que buscarlo, no aparece propiciado por los comunicadores, y muchos menos, tratado con seriedad. Este planteo que se me ocurre de la probabilidad, surge del recuerdo de la lectura de un libro titulado El azar en la vida cotidiana de Alberto Rojo, y de algunos títulos más (Causas y Azares de Gabriel Mindlin; Las leyes del azar de Bartolo Luque y Juan M. R. Parrondo; Un conejo matemático en la chistera de Fernando Blasco; Elogio del Desequilibrio de Marcelino Cereijido y muchos otros) libros que vuelan la cabeza al lector aficionado como mí caso. ¿Por qué no iba a ser probable que se den tantos casos en tan poco tiempo cuando esa región y en ese tiempo reunía los, tristemente, índice más altos de suicidios? Primero me excuso si mi razonamiento está equivocado, solo leo, y trato de entender la realidad. Y aquí, en el tema de los suicidios en Las Heras, no veo algo “extraordinario” en el hecho de “tantos suicidios juntos en poco tiempo en un mismo lugar” sino que lo veo como algo que era probable dado el contexto en que se encontraba ese lugar. Vuelvo al primero de los libros que mencioné, Rojo hace alusión al error de interpretación de un determinado hecho, cito fragmento “Supongo que habrán escuchado alguna vez la historia de don Hermenegildo, que murió pocos meses después que su esposa, con quien había compartido sesenta y cinco años de matrimonio “Es algo muy frecuente”, dice la explicación popular. “Los viejos se quedan solos y se mueren de tristeza”. Pero lo cierto en este caso es que, si los dos eran muy ancianos, la probabilidad de que el segundo muriera poco tiempo después que el primero ara alta, simplemente porque les quedaba poco tiempo a ambos”. (págs. 95-96)

https://www.redaepa.org.ar/jornadas/ixjornadas/resumenes/Se06--Mortalidad_Fantin/mesa-6b/Altieri.pdf

Si miramos los mapas de época, vemos las altas tasas de suicidios en Santa Cruz. En este caso seleccioné solo dos mapas que reflejan para esos tiempos, junto con otras provincias, un aumento de más del 50% de las tasas de suicidios.
Si leemos las noticias, vemos lo siguiente
Entre 1997 y 2008 la provincia de Santa Cruz obtuvo el triste privilegio de constituir, proporcionalmente, el lugar con más suicidios del país, por encima de la media nacional.(5)
Santa Cruz ha liderado en un período de 10 a 15 años la tasa de suicidios a nivel nacional” y “suelen darse principalmente en dos franjas etarias: en adolescentes y adultos jóvenes, de 15 a 25 años aproximadamente; y en la mayores de 70 años (6)
Con esta información (es mucha la info disponible), ¿por qué buscar causas (para el hecho en su conjunto) ajenas a los datos? Sin tener los números concretos de probabilidades, era más esperable que se de esa situación en algún lugar de esa provincia y no en otra con tasas bajas. Claro que existen causas puntuales para cada individual, pero me refiero a la seguidilla de casos de jóvenes concentrada en un mismo lugar. Lo analizo a la inversa, lo “extraordinario” podría haber sido lo “no esperado”, por ejemplo que la ola se hubiera dado en un mismo lugar en un provincia con bajísima tasa de suicidios, o lo “extraordinario” podría haber sido lo “no esperado”, por ejemplo que la ola de suicidio se dé con todos individuos de una franja etaria que no sea la que tiene los más altos índices. Claro que no soy matemático como para calcular las probabilidades, ni tampoco creo que fuera muy fácil hacerlo, ayudaría mucho alguna computadora, pero visto en amplitud, entre los variados resultados que pueden surgir de un cálculo así planteado, lo veo posible que sea probable proyectar una ola de suicidios de jóvenes en corto tiempo y en un mismo lugar debido al contexto que se estaba dando en ese momento.   

Así concluyo esta entrada para el blog, el libro Los suicidas del fin del mundo que claramente recomiendo para leer, si interesa el tema, no habla nada de probabilidad, fue una inquietud mental propia que me llevo a relacionar una cosa con otra, equivocada o no, que me brinda una respuesta a planteos que surgen como disparadores a partir de la lectura de la crónica, porque es también un motivo para leer, aquellos libros que provocan un ejercicio mental, que te hagan viajar, más allá de la lectura llana.
 


Referencias.
1. https://es.wikipedia.org/wiki/Suicidio
2. https://es.wikipedia.org/wiki/El_suicidio
3. https://www.unicef.org/argentina/media/1536/file/Suicidio.pdf
4. https://datosundav.com.ar/argentina-suicidios-hombres/
5. https://opisantacruz.com.ar/2009/12/04/341-suicidios-durante-11-anos-en-santa-cruz-nos-otorgan-un-triste-record/
6. https://laopinionaustral.com.ar/sociedad/santa-cruz-entre-los-indices-mas-elevados-de-suicidio-factores-y-mitos-a-tener-en-cuenta-122558.html

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