Día 29 de la cuarentena obligatoria. Hoy nos despertamos con una nueva noticia no esperada, pensada por los cráneos de la Ciudad, el Gobierno porteño anuncia la exigencia de una autorización a los adultos mayores, lo de más de 70 años, para poder circular. No es algo propio, en Francia ya recluyeron en sus casas a los mayores de 65 por tiempo “indeterminado”. En tanto que en Alemania, solo pensar en la idea les parece una aberración. La idea (dice el gobierno de la Ciudad) es protegerlos del coronavirus habida cuenta que los peores afectados, y los que más mueren son los ancianos. Han dicho que deben pedir permiso para salir por cualquier cosa llamado a un número telefónico, allí le ofrecerán varias opciones para evitar que salgan. El permiso solo dura un día, por si quiere volver a salir, debe volver a llamar. Aquellos que sean capturando circulando por la calle, se los reconducirá a su domicilio, no les cobraran multa ni los sancionaran, y bla bla bla. Por supuesto que está medida generó controversia y se manifestaron los detractores, desde uno que llevó al extremo su manera de reclamar contra esta medida hasta otros que se han manifestado con más prudencia, como el Defensor de la Tercera Edad que dijo lo siguiente: "El adulto mayor no es un débil mental". "Explicándole los riesgos y beneficios de la medida es la mejor forma para que las acate y las comprenda" "Desde el punto de vista gerontológico es anacrónico: es tratar de tutelar casi en forma absurda al adulto mayor." "Además desde el punto de vista del derecho es absurda. El exceso normativo no genera conductas responsables". "Es un error. No contribuye. Es una subestimación al concepto de responsabilidad que tienen los adultos mayores. Va a generar una nueva incomodidad para el adulto mayor que ya tiene que llamar a mil lugares para comer, para cobrar."
Por supuesto que coincido con esa crítica y otras más que vertieron otros referentes de diversos ámbitos. Algunos adultos mayores, asumen el riesgo de salir solo por el hecho de salir, porque necesitan caminar, tomar aire, hacer ejercicio, porque no soportan el encierro, porque tiene necesidad de hablar con alguien, etc… pero aun así, si la intención es dejarlos en las casas, deberían aplicar los que hace muchos años se denominaba “fomento”, que ahora quedó en deshuso, pero lo correcto sería fomentar el quedarse en casa, y darles las herramientas necesarias para que acepten quedarse en las casas voluntariamente. Pero además, los tratan como si los viejos fueran estúpidos, podrá haber algunos, pero si te dicen “tenés que llamar al número tal y pedir permiso” y al mismo tiempo te dicen “si te atrapamos en la calle no pasa nada, ni multa, ni sanción, solo te enviamos de vuelta a tu domicilio”, supongo que cualquier viejo pude hacerse la pregunta ¿para qué voy a llamar a pedir permiso si no pasa nada, no hay consecuencia, solo me diran que vuelva a mi casa? ¿O alguien cree que son incapaces de pensar? De hecho, simplemente puede decir “¡qué me importa! y salir normalmente. Sin embargo, dicen desde el Gobierno de la Ciudad, si reincide deberá hacer un trabajo comunitario. El mensaje gubernamental es contradictorio en todo sentido, si los mayores de 73 años ni siquiera puede estar detenidos en una cárcel ¿y a los mayores de 70 los piensan recluir en sus casas y si incumplen hacerles hacer trabajo comunitario? Como si fueran delincuentes por solo circular, cuando ellos mismo son las víctimas, eso se llama re-victimización. Hay algunos viejos de más de 70 que todavía trabajan, no dependen del Estado y son más útiles que muchos funcionarios, hay algunos viejos de más de 70 con mayor lucidez y capacidad que muchos de estos cráneos jóvenes que determinan como enfrentar la pandemia, sin ir más lejos, pensemos en los irresponsables que sacaron a todos los ancianos (y muchas personas más) a la calle el viernes 3 de abril. Hay un segundo argumento, pero es el que no se dice, o el que va por detrás, que lo transmiten los periodistas, algunos periodistas, el mismo habla sobre la existencia de un posible escenario donde las salas de terapia intensivas se vean sobrepasadas, y esto ocasiones muchas muertes por falta de atención, y es sabido que quienes requieren mayormente las salas de terapia intensiva son los adultos mayores y las personas que problemas de salud previos. No es nada nada nuevo, es lo que ha pasado en los países del primer mundo, China, Italia, España, EEUU, Francia, Reino Unido, y acá con el discurso de “cuarentena obligatoria-administrada”, “achatar la curva”, “ganar tiempo”, “hospitales de campaña”, que luego derivó en un discurso triunfalista, que va desde sacar a las fuerzas armadas para dar comida hasta estamos dominando al virus, ese discurso puede chocar con una posible realidad que está por venir. A como lo veo yo, el hecho de obligar a los adultos mayores a pedir un permiso pasar salir a la calle, es autoritarismo, y tiene como fin exculpar a los funcionarios si el sistema de salud falla. Yo creo que se debe orientar de la mejor manera posible y colocar todos los elementos a su alcance para el que anciano no salga, pero si con todo, la persona, por voluntad propia quiere salir, asumiendo ella misma el riesgo de ponerse en riesgo, se le debería permitir y no discriminar con se va a hacer en los próximos días, y además creo que el Gobierno de la Ciudad (o de lo que sea Nacional, Provincial y Municipal) debe responder con la atención correspondiente en caso de infección, y responder jurídicamente y ante la sociedad en caso de no atender a una persona infectada, aún en el caso de verse sobrepasado, y más aun después de 29 días de cuarentena obligatoria, y más aún después de 4 meses de conocer lo que sucedía en China.
Veremos en que deriva esto, si es la punta de lanza de algunas otras medidas restrictivas o si es que tiran un sedal de arrastre y ven que atrapan, a ver si la pegan o no, y si fallan prueban con otra medida. No me extrañaría que vayan ambas combinadas, y hoy mismo otros funcionarios recomendando como tratar la sexualidad en sus casas ¿pero quienes son estos “expertos”? meterse en la intimidad de las personas, hay un derecho que se lo denomina derecho a la intimidad, estos funcionarios debería responder por como tienen y llevan adelante el sistema de sanidad, deberían ocuparse por cuantas camas tienen, cuantos respiradores tienen, cuantos barbijos tienen, como profesionalizan al personal de salud, como atienden la demanda psicológica de pacientes y personales de salud, en que condiciones se encuentra el sistema hospitalario, como enfrentan en coronavirus en el rol para el que están, y no meterse con lo que hace cada quien dentro de sus casas, pareciera que no tienen nada en que ocuparse y salen con estos comentarios porque no son más que eso, comentarios en conferencia de prensa, casi ridículos.
Y llama la atención, dos cosas, una la reducción en apariciones mediáticas de muchos médicos mediáticos de los primeros días, otra que los médicos que continúan apareciendo en los medios de comunicación evitan hablar de estos temas.
Y hablando de desaparecidos mediáticos, esto me lleva a la columna de opinión del periodista Leuco en su último programa, que emitió antes de comenzar con su invitada macrista, pero que coincido con esa primera parte donde hizo alusión a la ausencia de todos aquellos personajes de la farándula mediática, mayormente artistas y cantantes, todos ellos kirchneristas que no participaron del “teletón” pasado, yo agrego que ni por asomo aparecen ni hablan ni dicen nada con respecto a las medidas que va tomando el gobierno y que anuncia día a día, habida cuenta que son referentes culturales, pero que están toditos bien calladitos.
En algunos países como Alemania, Israel, EEUU (los Estados que tienen cuarentena) ya están pensando en como van a salir de la cuarentena. Aquí se están preguntando “sino achataron demasiado la curva” porque cada vez estiran más las previsiones esperadas para el pico de casos.
En un programa de tv a la noche, una economista vía video-llamada dice “El problema que tenés en Argentina, es que no tenemos horizonte”.
En otro programa de tv, más a la noche, sale en el graph “Contagios bajos, preocupación alta. ¿Qué es lo que saben y no están diciendo?”
Un médico en un programa de tv, cuestiona ¿por qué el gobierno nacional y los gobiernos provinciales no informan el datos de cuanta gente tienen internada en terapia intensiva? Cuando otros países sí lo hacen.
A las 21hs el aplauso diario La cantidad de infectados informada es de 2758 y la de fallecidos es de 129.
Como en otras ocasiones, entré a Cinemargentino y me vi otro documental. Gombrowicz, la Argentina y yo (2000) de Alberto Yaccelini.
Sinopsis: En 1939, el escritor polaco Witold Gombrowicz llega a Buenos Aires para una estadía de dos semanas. En Europa, estalla la Segunda Guerra Mundial y el escritor decide quedarse en la Argentina, de la que solo se irá 24 años después. Leyendo su Diario de la Argentina, yo, un argentino que vivía en Francia desde hacía 24 años, me sorprendí viendo el cariño con el que hablaba de la Argentina. La película habla de mi retorno a Buenos Aires tratando de entender por que este exiliado polaco se puso a hablar de mi país como si fuese su patria.
Yo como muchos, todavía no leí nada de Gombrowicz, pero si lo he sentido nombrar, y he leído algunos artículos sobre él, y algunos fragmentos de uno de sus textos. Y ahí acaba lo que sabía de este escritor. Conocer más de él, me llevó a ver este documental. Y eso fue lo que hice.
Aparecen varios escritores, algunos de renombre otros no tanto, pero que conocieron de jóvenes a Gombrowicz, los que quedaban vivos en ese entonces, al día de hoy, muchos de los que aparecen en el video ya no están. Pero resulta interesante como material histórico para escuchar lo que dicen. Además de todo lo que refieren los entrevistados y el director acerca de Gombrowicz, me dentengo en algo más del documental. Está realizado en el año 2000, el momento pre-explosión, la debacle del 2001. Y como muestra muchos aspectos de la ciudad, me quedé con eso. Y lo relaciono con otro aspecto del documental, porque el director, que vive en Francia, regresa a Argentina a filmar sobre un polaco que se quedó en Argentina, y al tiempo que busca la identidad de los argentinos, que tenemos como sociedad, si es que tenemos algo que nos identifique, o nos diferencie del resto, y no hay una respuesta pero se pueden ir dibujando algunos aspectos, y es increíble ver como mucho de lo que filmó hace 20 años, hoy día se repite, y además porque viví ese momento. En 1999 había renovado parque Lezama, el director del documental pasó por allí en el 2000 y se había robado el busto de Ulrico Schmidl. Cuando circula por las calles, muchos comercios cerrados y muchos lugares abandonados. Le hace preguntas a una taxista que además de ser un ignorante, se enviolenta (ahí se corta). Filma a varias personas (qué luego no aparecen en los créditos) que trabajan en la calle, cantores, artista, lustrabotas, etc… que vivían como podían. En el 2000 seguían llegando correspondencias a nombre de Witold Gombrowicz para que vaya a votar (se había ido de la Argentina en 1963). Uno de los entrevistados, Alejandro Russovich dice: “Para Gombrowicz ese carácter amorfo de la Argentina era una ventaja, algo que permitía esperar un porvenir, o la repetición de los modelos vetustos europeos. Inferioridad pero al mismo tiempo frescura, novedad, en el sentido que todo puede ocurrir en Argentina. Argentina es un país de difícil de establecer un pronóstico del destino argentino”.
Me quedó con esa frase: todo puede ocurrir en Argentina.
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