Otra caminata con objetivo cumplido. Esta caminata podría denominarse caminata de hallazgos. Primero me encontré un libro y después me encontré dinero.
En una vereda vi algo inusual, un portero de edificio estaba parado justo frente a cesto de basura, de tamaño pequeño, que suelen estar adheridos a un poste de luz. En sus manos tenía un pequeño libro, y lo estaba ojeando. Pararse a 20cm de un canasto de basura y ponerse a leer un libro no es lo más habitual, a menos que este caso sea la excepción. Rápidamente me imaginé dos posibilidades, o estaba a punto de dejarlo y “tirarlo” a la basura, ya sea dentro o fuera por encima del cesto, o la otra opción, que alguien ya se haya desprendido de él, y este portero lo tomó para mirarlo. En cualquiera de los dos casos, me imaginé, que había altas chances que lo deje (o lo vuelva a dejar) sobre el cesto (o dentro de él), y de darse eso, no iba pasar mucho tiempo. Lo que hice, fue llegar a la esquina, dar la vuelta manzana, cuatro cuadras, a todo ritmo, cuatro minutos, para cuando hubiese regresado al mismo punto, era muy probable que el portero ya no se encuentre en la vereda y al libro, en el mejor de los casos, debía estar sobre el cesto de basura. Dicho y hecho, mejor aún, pensado y sucedido. Cuando volví pasar por el lugar, el portero ya no estaba y el libro descansaba abandonado sobre el tacho de basura. Lo tomé, y me lo llevé. Lo primero que hice fue darle una desinfección rápida rociándolo con alcohol en spray que llevo conmigo en estos tiempos de pandemia. El libro encontrado es The Eagle has landed (El Águila ha llegado.). Sobre el cual han hecho una película bélica con gran elenco. El autor del libro es Jack Higgins. Es tamaño pequeño y además se trata de una versión resumida y simplificada (abridged and simplified) que se utilizaba para el estudio del idioma inglés.
Así fue que continué caminando, y algunas cuadras más adelante, en una vereda, sobre una baldosa, vi un rectangulito verde, papel con dobleces, claramente 500 pesos argentinos, le tomé fotos y lo levanté, era solo un solo billete doblado. Se me ocurrió que podía ser falso, o que estuviera roto o que algún bromista lo hubiese pegado al suelo, pero nada de eso, un billete de $500 genuino. Y no había nadie, la vereda estaba vacía, y en esa parte bastante oscura. Ni siquiera un comercio cerca, sino hasta pasando la mitad de la cuadra el primero en aparecer. Supuse que alguien lo perdió, a alguien se le cayó, no se dio cuenta y quedó allí, seguramente un transeúnte, más difícil pensar que se le haya caído a alguien desde un balcón. Y no debía de haber pasado mucho tiempo, que sino otro peatón se lo hubiese encontrando y llevado, pero como el lugar no es muy concurrido, y sumado que eran las primeras horas de la noche, y estando medio oscuro, resultó que me lo vengo a encontrar. Luego que lo levanté lo introduje en el libro que me había encontrado antes, y con el alcohol en spray me rocié las manos.
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