sábado, 1 de noviembre de 2014

Los siete platos de arroz con leche.

(Septiembre, 2011). Caminado hace un mes atrás, durante un tiempo de espera que tenía en ese momento me compré un libro. Entre mirando en una librería de nuevos y usados, pequeña, y al fondo revisando una caja de usados y económicos me puse a buscar a ver si alguno valía la pena. Así fue que por solo $3 adquirí este pequeño libro que vale la pena leerlo. “Los siete platos de arroz con leche y otras charlas” escrito por Lucio V. Mansilla.

En esta web http://www.biblioteca.org.ar/libros/300718.pdf se encuentra digitalizado y publicado en un archivo pdf, accesible a todos.

En realidad “Los siete platos de arroz con leche” es un solo relato de los que componen el libro, y el resto son otros relatos y algunos de ellos, extractos de su obra cumbre “Una excursión a los indios ranqueles”.

La edición que conseguí trata de una selección de Luis Franco (desconozco quien es o quien fue, es una edición de 1961) consta de 150 páginas y trae ilustraciones en blanco y negro. Editorial Eudeba. Serie Del Siglo y Medio. 1961.

La imagen corresponde a la portada del libro, ilustración en colores por Carlos Alonso, que no entendí muy bien que quiere reflejar, más que nada porque la selección de texto da amplias posibilidades de inspiración para retratar.

El libro es llevadero, de lectura fácil y amena. Como ya dije, algunos capítulos están sacados de su obra más importante “Una excursión a los indios ranqueles”, así que si uno la leyó los puede obviar, capítulos como “El cabo Gomez”, “El indio blanco”, “Miguelito”, aunque es bueno releerlos, sobre todo si hace mucho que se leyó la obra mencionada. Y si no se leyó, viene bien leerlos. Los últimos cinco capítulos son los que más me impactaron, sobre todo “Las cautivas” y “Chañilao”.

Al comienzo escribe una frase entre paréntesis que me causó mucha gracia y dice “Al diablo no se le ocurre, pero se le ocurrió a Sarmiento poner un colegio en una parque” 

Voy a dejar una pequeño fragmento de cómo empieza el capítulo llamado “La Expedición”.

Hacía ya mucho tiempo que yo rumiaba el pensamiento de ir a Tierra Adentro.El trato con los indios que iban y venían al Río Cuarto, con motivo de las negociaciones de paz entabladas, habían despertado en mí una indecible curiosidad.
Es menester haber pasado por ciertas cosas, haberse hallado en ciertas posiciones para comprender con qué vigor se apoderan ciertas ideas de ciertos hombres; para comprender que una misión a los ranqueles puede llegar a ser para un hombre como yo, medianamente civilizado, un deseo tan vehemente, como puede ser para cualquier ministril una secretaría en la embajada de París.
El tiempo, ese gran instrumento de las empresas buenas y malas, cuyo curso quisiéramos precipitar, anticipándonos a los sucesos para que éstos nos devoren o nos hundan, me había hecho contraer ya varias relaciones, que puedo llamar íntimas.

Así comienza pero el lector sin darse cuenta es llevado por una camino con muchas sorpresas y así pasa uno a uno tremas muy interesantes como la función que cumplió Carmen, lo que le sucede a Linconao el hermano del cacique Ramón, lo que es un parlamente, una introducción a lo que es el lenguaraz (que luego trata en otro capítulo) pasando por varias costumbres y/o creencias como el gualicho entre otras que invitan a la re-lectura por lo interesante que son.



Vocabulario nuevo, palabras desconocidas para mí, algunas de ellas si bien las había escuchado o leído no sabía con precisión su significado.

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