domingo, 1 de noviembre de 2020

Caminata 4,38km. 1hs 2min en el Jardín Botánico Carlos Thays.

Hoy salí a caminar, y al pasar por el Jardín Botánico Carlos Thays vi que estaba abierto y entre. Al final caminé una hora ahí dentro, en realidad, al salir, le dí una vuelta alrededor caminado por las veredas. No era el plan original, pero vi que casi no había nadie y dejaban ingresar, el cartel decía Martes (y/a)  Domingos de 10am a 16:30hs. Al haber muy poca gente me sentí más a gusto, mi idea era ver aves, y cuanto, menos gente, más se animan a salir, aunque en rigor de verdad, la mayoría de las aves de ciudad ya están muy acostumbradas a los humanos. Cuando me fui ya se notaba la presencia de mayor cantidad de personas circulando por el botánico. Desde hace un par de semanas ya dejan entrar, pero en mi caso es la primera vez que ingreso, desde antes de marzo. Un personal de seguridad te toma la temperatura con un termómetro laser, te apunta a la muñeca. Ni yo, ni las visitantes anteriores a mí teníamos temperatura preocupante, lo normal, ya que dos mujeres entraron justo antes. Luego te hacen usar un dispenser de alcohol en gel, que se presiona con el pie. Y listo, ¡adentro!. Cuando salí había tres personas esperando para ingresar, y les permitieron entrar a medida que íbamos saliendo los que estábamos dentro. No había agua. Los tradicionales cursos de aguas (fuentes, etc..) dentro del jardín, estaban completamente secos. Ni los regadores estaban activos. Los bancos estaban bloqueados con cintas para evitar que la gente se siente. A mi modo de ver, ¡al cuete!, las personas se sentaban apoyadas sobre árboles, se sentaban en los escalones, se sentaban en un tapialcito de 50cm en un lugar por donde están los baños, también hubo un par que directamente se sentaron en algunos bancos aplastando o quitando las cintas. Supongo que la prohibición de sentarse es doble, evitar el rejunte de personas para conservar la distancia social y al mismo tiempo acelerar la salida del botánico para permitir el ingreso de nuevos visitantes. Si este sistema genera algún efecto beneficiosos contra el covid-19 no lo sé, estoy seguro que nadie lo tiene comprobado, ni los científicos asesores, ni los funcionarios, ni ninguno otra mente maestra de esas que sobresalen cuando hay pandemia, solo creo en el distanciamiento social, el uso de barbijo y la responsabilidad social, y al mismo tiempo comprendo que vivo en Argentina, país que nació del contrabando, donde no se respeta la ley, impera la irresponsabilidad, y la política en su conjunto, funcionarios públicos todos, están devaluados y no son confiables, todos ¡, donde pagan justos por pecadores, la política en todas sus vertientes está manchada, y de ahí a la sociedad en general, es una sociedad de desconfianza, donde son pocos los que respetan y donde parece que siempre (o casi siempre) ganan los vivos, los garcas, los mentirosos, los irresponsables, los que lloran, etc… entonces, partiendo de esa base en la que creo, ¿por qué voy a creer que bloquear los asientos es una medida apropiada? Creo que no sirve, los contagios, pienso, que se dan de forma más eficiente en otros lugares y no en un banco al aire libre. Y de hecho, la gente buscaba la alternativa para sentarse, cuando no encontró más alternativas, se sentó en los bancos quitando la cinta y no les importó nada. Y eso fue lo que vi. Pero tampoco me importó mucho, no fue mi caso, no me senté en ningún lado, no fui a buscar infractores, no me importó la gente que no le importa el resto, si se querían sentar, que se vayan al diablo, que se sienten, es lo esperable, por eso somos un país berreta, y soy consciente de ello, conozco el lugar donde vivo, mi objetivo era caminar, y estando en el Jardín Botánico, además de caminar, me puse a observar aves, insectos y plantas. Y luego de una hora de hacer eso, me retiré. Caminé, ejercité, adquirí mínimamente sol (vitamina d), observé naturaleza viva en ese espacio verde de la ciudad y me fui. Algo con lo que me encontré:


Estanques vacíos.



La primera especie que encontré y le presté atención, fue un abejorro negro. Este insecto, muy peludo, completamente negro, de unos dos o tres centímetros de largo, que emite un sonido particular al volar (zumbido) y suele asentarse bajo la vegetación. Así fue como lo encontré, volaba y de repente bajaba a entre las hojas, y salía y volvía bajar y se metía por debajo de las hojas. 

El abejorro negro es una especie de abejorro sudamericano, un himenóptero apócrito de la familia Apidae. Posiblemente sea un Bombus pauloensis. Existe un listado extenso de las especies identificadas de abejorros del género Bombus.

Es también conocido como Mangangá negro o abejorro del páramo.

Su taxonomía presenta las siguientes sinonimias:

Bombus pauloensis (Friese, 1913)

Bombus atratus (Franklin, 1913)

Bombus azurea (Christ, 1791)

Bombus nigriventris (Friese, 1913)

Abejorro negro.

Abejorro negro.

Abejorro negro.

Abejorro negro.

Abejorro negro.

Abejorro negro.

Abejorro negro.

Abejorro negro.

Abejorro negro.

Más estanques vacíos.




Árboles en la gama del verde, y un rosado, colado entre ellos.


Comienzan a aparecer aves, un estornino pinto (Sturnus vulgaris) picoteando entre el pasto. También conocido como estornino común o estornino europeo.

Estornino pinto.

Estornino pinto.

Estornino pinto.

Estornino pinto.

Luego en un claro, un tordo músico (Agelaioides badius) también conocido como tordo bayo.

Tordo músico.

Tordo músico.

Tordo músico.

Encontré un hornero (Furnarius rufus), que cómodamente bajo el sol, se acicalaba a sí mismo. Lo filmé por un minuto.

Hornero acicalándose.


En la altura, en un monto de ramas marrones, había una ave, al principio no la ubicaba, muy difícil de verla, luego la encontré, entre que cantaba y se acicalaba, estaba posada mansamente, tenía la pinta de ser otro tordo músico.

Tordo músico.

Tordo músico.

Tordo músico.

Tordo músico.

Entre otras ramas, más cerca del piso, enganché otro tordo músico, que esta vez se veía con claridad.

Tordo músico.

Tordo músico.

Después, entre un enramado, bastante complicado para observar, había dos aves, que no dejaban de emitir sonidos y saltaban de una rama a otra sin parar, luego una de ellas se fue. Entre la calidad de foto tomada con celular, la luz solar, la ubicación, las ramas y hojas, el tamaño pequeño de las aves, la inquietud de no quedarse quietas, disparé como cincuenta fotos pero solo unas pocas permiten ver que algo había allí. Tal vez la primera haya sido un anambé común o un picaflor.

Ave ¿?

Ave ¿?

La segunda ave que apenas podía visualizar, tenía un plumaje amarillo, hay varias especies que habitan en el botánico y tienen plumaje amarillo en la parte inferior, algunas de ellas son: misto, picabuey, arañero coronado grande, benteveo, cabecita negra común, jilguero dorado, chivi común y el suiriri real. Creería que se trataba de un picabuey (Machetornis rixosa), pero no lo sé con seguridad.








En el tronco del árbol de la siguiente fotografía, en la sombra, hay un pajarito, un zorzal colorado (Turdus rufiventris)

Zorzal colorado.

Zorzal colorado.

Zorzal colorado.

Zorzal colorado.

Mientras observaba al zorzal colorado, de repente me cruza volando una paloma, que descendía desde algún árbol y su pista de aterrizaje iba a ser el camino de ladrillo colorado. ¿Se trataba de una torcaza común (Zenaida auriculata) o de una torcacita común (Columbina picui)? Por el color de su plumaje en general pensaría que es una torcaza común, pero por la orla blanca que cruza de lado a lado la cola pensaría que se trata de una torcacita común. Ambas especies habitan el lugar.


El zorzal seguía encima de la rama, mirando hacia arriba.

Zorzal colorado.

Me fui por el mismo camino que había tomado la paloma, la cual ya no estaba, no sé por donde se perdió, estas aves llevan la ventaja de poder ingresar a lo prohibido para la especie humana, para ellas no existe el “prohibido pisar el césped”.

Cuando llego al cruce de caminos, donde hay una contenedor metálico bastante grande, literalmente sentado en el medio del camino, sin inmutarse, tomando sol y mirando hacia arriba, otro zorzal colorado.  Le tomé un par de fotos, y para no perturbarlo en su descanso, giré y me fui para el otro lado.

Zorzal colorado.

Zorzal colorado.

Zorzal colorado.

Algunas fotos con más verde.




Y luego otro hornero (Furnarius rufus).

Hornero.

Hornero.

Y después, sucede que me encuentro con otro plumífero de la misma especie, otro hornero más. No eran el mismo. Este tenía una particularidad, que ya había visto no hace más de un mes atrás, no tenía la cola. Otro hornero sin cola. Ahora empiezo a creer que los pájaros sin cola son más frecuentes que lo que creía, y me llama la atención que las dos veces que los encontré eran horneros, y estaban bastante distanciados uno del otro, ambos sin cola. ¿Serán aves atacadas que logran escapar del peligro?

Hornero sin cola.

Hornero sin cola.

Hornero sin cola.

Hornero sin cola.

Hornero sin cola.

Otro estornino común (Sturnus vulgaris)  buscando su comida del día en un claro soleado.

Estornino común o estornino pinto.

Un ave con plumaje oscuro ¿tal vez un tordo de pico corto o un tordo renegrido? Descansaba a lo lejos sentada en una ramita. Finalizó su descanso y emprendió vuelo.






En el camino se me cruzó una mariposa. Vuelan rápido, y es difícil captarlas con un celular común y corriente. Hasta que se posó por un breve momento. La distancia complicaba más las cosas. Pero llegué a tomarle algunas fotos, pareciera ser que se trataba de las llamadas Espejitos (Agraulis vanillae maculosa). También llamada pasionaria moteada o alalarga vanillae, es una especie de mariposa llamativa de color naranja brillante con hileras de espinas negras. Suelen visitar los jardines en los días de sol.

Espejitos (Agraulis vanillae maculosa)

Espejitos (Agraulis vanillae maculosa)

Espejitos (Agraulis vanillae maculosa)

Espejitos (Agraulis vanillae maculosa)

Espejitos (Agraulis vanillae maculosa)

Espejitos (Agraulis vanillae maculosa)

Espejitos (Agraulis vanillae maculosa)

Espejitos (Agraulis vanillae maculosa)

Colores en el enramado superior.


Y luego apareció un benteveo común (Pitangus sulphuratus) También conocido como bichofeo. Estaba en la rama de un inmenso árbol. Y se introducía parcialmente en un hueco de dicha rama, al parecer en ese lugar encontraba insectos que se servía como comida.

Benteveo común.

Benteveo común.

Benteveo común.

Benteveo común.

Benteveo común.

Benteveo común.

Benteveo común.

Palomas torcacitas en el césped al pie de una estatua.

Palomas torcacitas.

Fruto algodonoso, posiblemente se trate de un palo borracho (Ceiba speciosa)

Palo borracho.

En un enramado muy difícil de acceder, había una ratonera común (Troglodytes aedon), en realidad eran dos, una pareja que buscaba ramitas para su nido. A este pajarito, yo lo conozco como ratonera, pero recibe uno cuantos denominaciones populares, como chochín criollo, ratona común, cucarachero común, chercán, chivirín saltapared, saltapared continental norteño, soterrey cucarachero, chochín casero, curucucha, pititurri y tacuarita. No dejaban de hacer su canto. Sumamente inquietos, se movían de una lado a otro en el enramado, su plumaje marró los mimetizaba muy bien con el entorno lo que dificultaba verlos, había que seguirlos por le sonido, disparé la cámara varias veces pero solo enganché al pájaro unas pocas.


Ratona común.

Ratona común.

Ratona común.

Luego de observar un tiempo a las ratonas, pude ver que recogían ramitas y se las llevaban, un pronto seguimiento me permitió detectar donde establecieron el nido que estaban construyendo, justo en un hueco de un tejado de la casilla delegación gremial. 

Ratona común.

Ratona común.

Ratona común.

Ratona común.

Ratona común.

Ratona común.

Antes de terminar la recorrida y caminata por el Jardín Botánico Carlos Thays, en otra de las fuentes, también seca, sin nada de agua, me pregunto ¿Qué hicieron con los pececillos que por allí nadaban? Eran pequeños y los había en algunas de las fuentes. Lo que encontré en el borde de una de estas fuentes fueron los restos de quien en vida ha de haber sido otro abejorro negro (Bombus pauloensis.), que al parecer, fue atacado y comido, o bien se fue desintegrando solo.

Restos de un Bombus pauloensis.

Restos de un Bombus pauloensis.

Restos de un Bombus pauloensis.

Con las tres imágenes que siguen, completo 100 fotografías/capturas para esta entrada. Bastantes, pero lindo. 

El mapa de recorrido permite ver porque zonas del jardín botánico estuve caminado, y también como aceleré el paso al rodear la vereda al salir. 


La última captura se titula Samsung Experience Home, solo es el aviso de Google donde pide una opinión sobre la visita la Jardín Botánico para sumarla al Google Maps, ya casi con la batería agotada al 9%.