domingo, 31 de mayo de 2020

EMDEN.

Este libro titulado Emden apareció por las mesas de las librerías y cuando lo ví, inmediatamente me llamó la atención. No obstante, por alguna razón, lo dejé pasar, no lo compré y me decidí por otros. Así pasaron uno o dos meses. Ya casi que lo había olvidado. Llegó el momento que estaba leyendo otro libro, relacionado en el tema, la Primera Guerra Mundial, este otro libro titulado Los niños en la Primera Guerra Mundial, de interesante lectura para mi gusto, en un pasaje hace alusión al Emden, así está escrito en el mencionado libro: 
Por su parte, la guerra en alta mar parecía mucho más aventurera. “El Emden es el preferido de los alemanes”, escribió la niña en noviembre de 1914: “La gente se divierte con sus hazañas como los actos de un niño. Ya no sé cuantos barcos enemigos ha logrado hundir hasta el momento”.
Efectivamente, las capturas del pequeño acorazado fueron destacables. En un lapso de dos meses, el Emden hundió o tomó por asalto en el océano Índico veintitrés barcos mercantes y dos buques de guerra, a pesar de una presencia armamentística en parte en parte superior en los últimos casos. Sin embargo, el exitoso buque de la Marina del káiser fue destruido en combate tan solo tres días después de las anotaciones de nuestra maravillada Elfriede, luego de que dieciséis barcos de guerra británicos, franceses, rusos, japoneses, australianos y neozelandeses hubieran emprendido su caza. El heroísmo del acorazado alemán fue narrado por todos los periódicos locales y del enemigo, una excepción poco común en esta guerra. Pero tras su desaparición ya no hubo mucho para contar sobre la guerra en alta mar desde la perspectiva alemana. En diciembre de 1914 la flota alemana fue destruida casi por completo durante un enfrentamiento cerca de las islas Malvinas. A partir de ese momento, la Armada actuó tan solo en el mar del Norte y en la guerra submarina.
Los niños en la Primera Guerra Mundial. Yury y Sonya Winterberg. Crítica. 2015. Págs. 81-82.


Luego de haber leído este fragmento, me vino a la mente, el recuerdo de aquél primer libro, hasta recordaba la foto de su portada, y las letras en mayúsculas, oscurecidas y gastadas que daban cuenta del nombre del libro. No perdí más tiempo y me lo fui a comprar. Y por suerte quedaba una pilita de libros, ya no en la mesa principal de la librería sino en un recoveco a un costado, $100 pesos y fue mío. 



Ficha del libro:
Título: EMDEN. Las hazañas del famoso crucero alemán en los mares de Oriente. (1914)
Título original: S.M.S Emden.
Autor: Hellmuth von Mücke. (Capitán de corbeta de la Marina de Guerra alemana).
Año: 1916.
Traducción: Carlos Salas.
Edición: 1º edición: noviembre 2009.
Colección Novilis-Inédita
Director de la colección: Javier Ribelles.
Editorial: Inédita Editores.
Diseño e imagen de cubierta: Opalworks.
Fotografías de cubierta: Art Archive / Imperial War Museum.
Reseña:
El más famoso y temido corsario alemán de la Primera Guerra Mundial navegó en 1914 por el océano Pacífico e Índico causando tales pérdidas a los Aliados que llegó a convertirse en una leyenda. El teniente de navío y segundo oficial a bordo, Helmuth von Mücke, nos relata este increíble viaje desde el comienzo de la guerra hasta el épico final del Emden.
Durante más de tres meses, el Emden fue la pesadilla de los Aliados en Oriente. Destruyó dos buques de guerra enemigos en combate abierto, realizó un temerario ataque a Polou-Penang y hundió 90.000 toneladas. Atacado por el Sydney, crucero muy superior en velocidad y artillería, fue embarrancado después de haber quedado inutilizado en un combate en el que toda su dotación, desde el comandante hasta el último grumete, se cubrió de gloria, escribiendo la más bella página de la Marina alemana. 
Las hazañas del Emden en 1914 han provocado la admiración del mundo entero, tanto entre sus amigos como entre sus enemigos, y han sido rememoradas en muchos libros, algunos de los cuales han sido traducidos a varios idiomas. Pero si se examina en profundidad, toda esa literatura sobre el Emden, inspirada más por el ímpetu de la aventura y la buena voluntad en la mayoría de los casos, queda lejos de narrar los hechos con una descripción exacta y con continuidad de principio a fin. En este volumen, el segundo oficial y teniente de navío Von Mücke describe concienzudamente y exactamente todas las operaciones y hazañas del Emden, impregnando el relato de todos los ingredientes de una buena novela de aventuras. 

Si bien el libro no trae una breve biografía sobre el autor, pude encontrar algo en la web.
Autor
Hellmuth von Mücke (1881-1957) fue un marino alemán, con el grado de capitán de corbeta, perteneciente a la Kaiserliche Marine, fue primer oficial del SMS Emden durante la Primera Guerra Mundial, fue posteriormente escritor y un político renegado del nazismo.
Protagonizó junto con su destacamento de asalto del SS Emden una épica travesía con 11.000 km recorridos para volver a la patria. 
Müller realizó con éxito su labor de corsario a través de la captura y hundimiento de unas 30 naves de procedencia británica y acciones audaces en los puertos de Madrás y Penang.
Hellmuth von Mûcke fue recibido como héroe de guerra y se acogió a retiro convirtiéndose en un ferviente pacifista y escritor. Escribió libros con sus vivencias: "Emden" y " Ayesha".
Las restricciones del Tratado de Versalles causaron en von Mûcke un rechazo lo que lo llevó a unirse al NSDAP en 1920 llegando a ser representante del partido nazi en el parlamento en Landtag, Sajonia entre 1926 y 1929. En 1922 viajó a los Estados Unidos para promover su obra literaria con buen éxito en ese país. En 1929, Hellmuth von Mûcke se desafilió del partido al rechazar los postulados de Hitler en relación al rearme alemán. En 1933 con la elección de Hitler como canciller, von Mûcke se convirtió en un icono disidente al nazismo, fue perseguido y encarcelado a perpetuidad en diferentes campos de concentración en Kiel y Hamburgo. Fue lberado en 1939. 
Después de la guerra, Mücke continuó el activismo por la paz, oponiéndose al rearme en la Alemania occidental de los años cincuenta.
(Wikipedia)


Esta edición trae una breve presentación como para colocar al lector en situación, brindarle un marco, el contexto donde se desarrollan los hechos. Además de explicar de que va la colección que recoge el texto. En esta introducción, el coordinador de la colección en la que fue recogido el libro, señala la diferencia entre el conflicto que se desarrollaba en tierra, muy diferente de aquél que se desarrollaba en el mar, dice. “Nos encontramos ante una forma de hacer la guerra más caballeresca, en la que predominaba el factor humano por encima de todo. Sí, el objetivo era provocar el máximo daño al tráfico enemigo y hundir navíos de guerra y mercantes, pero en el fondo y en la forma esta guerra en el mar se desarrolló con infinita más humanidad, lejos del salvajismo y la brutalidad de los campos de batalla europeos.(pág. 10)
El libro describe el recorrido y acciones que fue llevando a cabo al crucero durante el tiempo de su periplo por los mares.
Es interesantes desde varios aspectos, como registro documento histórico donde una de las partes en conflicto relata en su diario todo lo que va sucediendo, con la impronta personal, que puede ser cuestionada o refutada, pero es la (al menos una) que tenemos para analizar. Suma que fue uno, sino el más, relevantes de los buques de los que estaban participando en el conflicto, por la popularidad que tuvo durante los actos de guerra, y la popularidad que tuvo el autor y sus libros luego de hundido y terminada la guerra. Se pueden visualizar detalles de la vida cotidiana de abordo, usos y prácticas de los marinos, y como afrontan la nueva situación a medida que capturan buques enemigos. También hay algunas tácticas y estrategias que llevaron a cabo en su derrotero, y algunos ingenios, como colocar la cuarta torre falsa para hacer creer que se trataba de un buque de mayor poderío. 


A poco de comenzar el registro, deja asentado el fin del Emden, al actividad de corsario, asaltar, saquear y destruir naves enemigas, pero no solo naves de guerra, la mayor parte eran buques mercantes, con suministros, pero que legalmente para su país eran considerados enemigos y el Emden podía y debía hundirlos. 
El comandante pasa a bordo del buque insignia para presentarse al jefe de la escuadra, a quien expone su plan de que el Emden, independizándose del resto de la flota, se dirija al Océano Índico para atacar y perturbar la navegación mercante del enemigo. (pág. 36)
No dejan de ser actos de guerra, es una tragedia, y así se cuenta en el relato, el mismo va adquiriendo intensidad a medida que pasan las páginas, hasta que llega el desenlace y el Emden es destruido en el combate final por un crucero australiano.
Ya al comienzo del escrito, en las primeras líneas, el autor esboza una suerte de hipótesis de porque se da el conflicto en el que se ven inmerso, y así refiere a Inglaterra:
Hasta la fecha son sólo Rusia y Francia nuestros adversarios. Más detrás de ellos hay otro preparado, mucho más formidable, un tercer pueblo: Inglaterra. (pág. 21)
Y dos páginas más adelante sigue:
Sí, la intervención de Inglaterra en la contienda no puede fallar. Que sea antes o después, que su acción militar sea inmediata o que se la reserve para el final de la guerra, para cuando Alemania esté debilitada, el caso es el mismo. Esta que ahora  estalla es su guerra, la que viene preparando hace  tantos años con su sinuosa labor de zapa. (pág. 23)
Esas primeras páginas, y sobre todo esos fragmentos, los entendí como que denotan cierto miedo, o mejor dicho, preocupación que deriva en cierto temor a los ingleses, como nación que les puede enfrentar de igual a igual. Había cierto aire de superioridad, o de rebajar de estatus a las demás naciones. Y este temor para con los ingleses, estaba fundado.

Todo el tiempo, en que practican el hundir, quemar, destruir, al autor siente la necesidad de mostrar y transmitir que no son “bestias salvajes” como los pintan su enemigos. Pero es parte de la guerra, al enemigo siempre se lo demoniza, de un bando o de otro. Aquí parece que se busca presentar la imagen del “buen trato” dado a las víctimas que eran los enemigos, es decir, les daban la posibilidad de salvarles las vidas antes de hundirles el barco, habrá algunos que también vean en esto un acto de salvajismo también, quizás en menor grado, pero salvajismo al fin, evidentemente para el autor no era así.

Cuando se produce el combate final, el autor continúa con la manera de escribir con la que venía haciéndolo, y relata con el “nosotros”, pero la verdad que en ese momento el autor no se encontraba en el Emden sino en tierra o en la goleta Ayasha con la que luego escapa él y su grupo, otro suceso que luego dará lugar a  otro libro. 


Hay un aspecto más, que visto desde la mirada actual, y ¿por qué no la mirada de los contemporáneos víctimas del Emden en aquél entonces?, es a mi parecer controvertido, ¿realmente fue un héroe el comandante del Emden? El oficial naval, dedicado a las tareas de corso, comandante del Emden era Karl Friedrich Max von Müller (1873–1923) que luego de todos los sucesos, sobrevivió al cautiverio y  se le concedió la Pour le Mérite (conocida informalmente como el Max Azul o Blauer Max, fue la máxima condecoración militar concedida por Prusia y luego por Alemania durante la Primera Guerra Mundial) y además fue ascendido a capitán de navío.
Así comienza el Capítulo III del libro titulado El cautiverio:
De cuantos alemanes han tenido que sufrir las consecuencias del odio desencadenado contra su país por las apasionadas campañas de Francia y sus aliados, solo nosotros, prisioneros de guerra, quienes hemos de saborear los más amargos frutos de esa incomprensión casi universal. Desde el momento que sólo ven en nosotros unos “bárbaros”, los representantes de una raza que, al decir de ellos, se han manchado con los crímenes más horrendos contra la humanidad y el derecho de gentes, no podemos tener esperanza de que nos adjudiquen un trato benévolo ni mucho menos. Y eso que la aureola de heroísmo y caballerosidad que los mismo ingleses nos reconocen es de suponer nos haya servido a los tripulantes del Emden para captarnos un poco más de consideración de la que se tiene con la mayoría de los prisioneros. Y eso, además, que estamos en poder de hermanos de raza, de ingleses, que más desapasionados y más parecidos a nosotros, no sienten, individualmente, al menos, esa feroz animadversión  con que nos distinguen nuestros vecinos los franceses. (pág. 167)
Se sienten ofendidos por haber sido acusados (al decir de ellos) por haberse manchado con los crímenes más horrendos contra la humanidad y el derecho de gentes ¿y eso no fue así? Veamos lo que escribió, el orgulloso segundo oficial Von Mücke, el mismo autor del libro
Así termina la odisea del heroico crucero alemán, del bello Cisne del Oriente. Entre los arrecifes de coral yace su cadáver en espera de que las olas y los vendavales den cuenta de él, pero bien cara ha venido su vida: quince vapores ingleses hundidos con un total de 93.000 toneladas; uno ruso capturado, el Rjesan; un crucero de la misma nacionalidad, el Schemtschuk, y el destructor francés Mousquet, hundidos en combate abierto, el tanque de la Standart Oil Company de Madrás y la estación radiocablegráfica de Keeling destruidos, y además las bajas y averías causadas al Sidney, que aunque pequeñas tampoco son despreciables, tal ha sido el precio. (Págs. 149-150)
¿Aureóla de heroísmo y caballerosidad? ¿heroico crucero alemán?
Hundieron 15 vapores, es decir 15 naves mercantes, 15 buques desarmados, que no se podían defender ¿y a eso le llama luchar heroicamente? Aún suponiendo que hubo “caballerosidad” por no hundirlos con los tripulantes, no deja de ser algo desleal, con clara superioridad, fue algo alevoso, los contrarios no podían defenderse, no había iguales condiciones.
Pero voy más allá, en casi todo el libro no habla ni menciona víctimas fatales en cada una de las capturas, ¿será que realmente no las hubo o es que las calla para omitir mencionarlas en caso de haber habido alguna? Pero supongamos que, en principio, no las hubo y le creemos al “heroico” oficial. Llega el momento del ataque a Madrás.
En el Capítulo III titulado En plana caza, escribe:
Pero antes de volver a la caza, para hacer boca, como quien dice, el comandante resuelve  hacer una visita al puerto de Madrás donde existe un gran tanque de aceite que será muy divertido destruir. El 18 de septiembre al anochecer nos presentamos ante la gran ciudad indiana. ¡Qué casualidad! El día antes habían recibido en Madrás la noticia oficiosa de nuestro glorioso fallecimiento y la noche de nuestra llegada tiene lugar en el club una gran fiesta, que viene a ser como nuestro funeral. Como que nosotros, pobres, no sabíamos anda, no pudimos impedir que unas cuantas granadas cayeran sobre los alegres convidados en plena sopa. Ya digo, pura ignorancia nuestra, pues de haberlo sabido hubiésemos aplazado el bombardeo para otro día. No había para que molestar innecesariamente a aquellos buenos gorurmets. A ser posible hay que respetar las instituciones y los usos tradicionales del enemigo, y más aún si se trata de un dinner, en lo  que sabido es lo puntillosos que son los ingleses.
(…)
Un par de granadas bastan para dejarlo listo. Una breve llamarada azul y amarilla, unos chorros candentes de color rojizo brotando como surtidores de fuego por los agujeros abiertos por las granadas, y como final una gigantesca nube de humo negro y denso. Si, como dicen, en la variación está el gusto, imagínense el nuestro mientras contemplábamos aquella función de fuegos artificiales que cuestan a Inglaterra unos cuantos millones, millones que ahora en lugar de irse camino del fondo del mar, se han ido hacia arriba camino de las nubes. (Págs. 58-59)
Aquí en estos fragmentos, cuando relata el bombardeo a Madrás, no habla de víctimas fatales, pero sí las hubo, según figura en la web, fueron 5 los muertos (y 26 heridos), pero el comentario que hace el segundo oficial parece divertido, una burla que luego cuando las bombas caen sobre ellos, el mismo comentario no hizo. Tirarle granadas a civiles, le parece motivo de burla, sin siquiera avisarles a esos inocentes habitantes ¿eso es de “caballero”? se escuda en una supuesta “ignorancia” burlona, a mi sencillamente me parece un acto de cobardía. Algo menor comparado con la matanza de personas civiles, es la burla de los “millones” que perdió el enemigo, la verdad es que luego de finalizada la guerra, esos millones los pagaron con creces, algo que también disgustó mucho a estos “heroicos”. 



Se me ocurre una última comparación, surgida del mismo texto que tengo en mis manos, donde pretendo ejemplificar lo que es ser héroe de lo que no lo es, porque claramente a mi juicio personal, con una lectura a más de cien años de haberse escrito el texto, tanto el primero como el segundo oficial a cargo del Emden no fueron ningunos personajes heroicos.

Escribe Hellmuth von Mücke en el Capítulo I. El combate.
Pero no importa, con inducción o sin ella, el comandante de un buque asume por entero la responsabilidad de sus aciertos y de sus torpezas. (Págs. 147)
Cuando acaban de descender los heridos, nos toca el turno a los ilesos, quienes muchos de ellos con lágrimas en los ojos abandonan su amado crucero; descendemos a los botes en orden de menor a mayor categoría. El último que abandona el Emden es su comandante, en el gig del comandante inglés que este ha tenido la amabilidad de enviarle es profeso. (Págs. 149)

Es decir, los responsable descienden ilesos y llorando. ¿Esto es heroico? Ahora vemos lo que sigue cuando refiere a un combate.

A pesar de su situación desesperada, el cañonero francés se lanza enérgico al combate. Nos envía dos torpedos y su cañón de proa abre fuego. Los torpedos no llegan a nosotros, estamos fuera de su alcance. Unos 900 metros antes de llegar a nuestra banda de estribor pierden ya toda su velocidad. Tampoco el cañón es eficaz y las granadas del Emden no tardan en reducirlo a silencio. El mástil, chimenea, torre de mando, ventiladores, todo cuanto sobresale es abatido, destrozado. Unos minutos aún y el destructor francés Mousquet es tragado por el mar. (Págs. 100)
De su comandante dicen que una granada le arrancó las dos piernas; a que pesar de eso podía haberse salvado, pero que atándose sólidamente al puente prefirió hundirse con su barco antes que sobrevivir a la vergüenza de que parte de su tripulación saltara al agua desde el principio del combate. ¡Descubrámonos ante tal oficial! (Págs. 102) 

Eso que relata allí Hellmuth von Mücke es heroísmo, bueno, él mismo así lo escribe, no dice quien era ese comandante, según pude ver en la web era el teniente Félix Alexandre Jules Théroinne (1871-1914). 
Ahora, como lector, realizo la comparación y no me queda dudas que es heroico y que no lo es. A pesar de no considerarlo un héroe, es de rescatar la figura de quien publicó el libro en el sentido que se convirtió en un antimilitarista perseguido por el nazismo, y en su aspecto como pacifista y escritor. En el mundo cristiano, habría alcanzado la redención de su vida pasada como marino y las vicisitudes de la guerra que padeció para bien y para mal.

Este es mi comentario que tengo para hacer luego de la lectura del libro Emden, pero, por supuesto, da para más, desde aspectos técnicos de los buques, estrategias seguidas, contexto histórico-social, etc… libro de fácil y rápida lectura para los que les guste el tema. 


Algunos links:

En Youtube:
Documental: A la caza de los cruceros del Kaiser 2. La caravana de los marineros.
Documental: Emden (en inglés) NHD Documentary about the SMS Emden. 
Película: Sea Raider. Película muda de 1931. Recosntrucción de otra anterior de 1928. NFSA (National Film and Sound Archive of Australia)
https://aso.gov.au/titles/features/the-exploits-of-the-emden/notes/

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