Ficha técnica:
Título: Soberbias argentinas. Miradas a un país ciclotímico. (1990-2004)
Autora: Manuela Fingueret.
Editorial: Emecé.
www.editorialplaneta.com.ar
Año: 2005.
Páginas: 176.
Imagen de cubierta: Juan Vera.
Foto de autor: Alejandra López.
Reseña:
Estos textos aquí reunidos fueron escritos con el afán de dejar un registro de los años noventa, una década crucial en la Argentina. Casi como si hablara en voz alta y compartiendo con un lector-observador una mirada crítica y reflexiva, Manuela Fingueret intenta comprender cómo de la fiesta menemista se desembocó en el temblaredal delarruista, cómo se pasó de la exaltación a la depresión, de la fantasía del Primer mundo al abismo de la disolución, del individualismo a ultranza a la reconstrucción de lazos solidarios; y cómo esta percepción de la realidad puede ser desvirtuada por el espacio cada vez más omnipresente de los medios de comunicación.
Manuela Fingueret hace honor a su agudeza para reflexión y la ironía y traza un breviario en el que consigna estos cambios profundos; los usos y costumbres en la vida pública y en la privada, y lo que subyace y trasciende décadas y personajes, los vicios y virtudes, “las soberbias argentinas” que nos distinguieron porque así como nos encumbran también nos derrotan.
“Soy poeta y narradora, por eso no hay ninguna pretensión de incursionar en el ensayo, más bien todo lo contrario, trato de buscar distintos modos de expresar a veces en los detalles, esas palabras que estallen a contramano de la sonrisa fácil, la circunspección académica, el dolor masoquista, la caricia obsecuente o la voz melosa.”
Autora:
Manuela Fingueret (1945-2013) nació en Buenos Aires, Argentina. Escritora, periodista y gestora cultural.
Ha publicado siete libros de poesía –entre ellos, Esquina (2001)–, dos recopilaciones de ensayos, cuentos para chicos (en colaboración) y una novela Hija del silencio (Planeta, 1999). Como periodista dirigió publicaciones y una FM; condujo programas de radio y televisión y actualmente colabora en distintos medios del país y del exterior. Fue Directora General de Bibliotecas Públicas de Buenos Aires (2000 y 2003) y Coordinadora del Comité Científico para la Reedición de las Obras Completas de Domingo F. Sarmiento (2000-2004). Desde 2004 es Coordinadora General de los Programas Casa del Escritor de la Secretaría de Cultura del Gobierno de Buenos Aires. Asesora en temas de cultura y gestión en ámbitos públicos y privados. (Tomado de la solapa del libro).
Este libro lo compré casi de lástima, no me llamaba mucho la atención, estaba ubicado en una mesa de los más baratijas en una librería de saldos sobre la calle Corrientes, la tapa tampoco me decía mucho, remite a uno de los períodos más complicados de crisis económica y social que vivió el país. No conocía a la autora. Pero como la mirada estaba puesta en los argentinos, un día decidí comprarlo. Realmente no costaba nada, en casi todas las librería suele haber un grupo de libros que prácticamente son de
El libro está catalogado como ensayo, y realmente es un ensayo, la autora se expresa sobre un tema, y el tema es el contexto histórico argentinos comprendido entre los años 1990 y 2004, a pesar de ello, en el prólogo, la autora reniega de esta catalogación como ensayo diciendo Soy poeta y narradora, por eso no hay ninguna pretensión de incursionar en el ensayo, más bien todo lo contrario… y define lo publicado como un breviario de sensaciones.
La obra está compuesta de muchos textos cortos, Solo algunos (muy pocos) de estos textos han sido publicados en el desaparecido diario Perfil y en Clarin. La mayoría esperó el momento de emerger del lugar inanimado de la computadora al que los fui confinando durante estos años… Esto es importante saberlo, porque si uno lee la entrada en Wikipedia de la biografía de la autora, (1) verá que encontrará un error, allí se afirma (fecha junio-2021) lo siguiente “recopilación de textos publicados en el diario Perfil y otros medios, entre 1990 y 2004” lo cual es erróneo, ya que como lo afirma la misma autora en el libro, “Solo algunos (muy pocos)” fueron los publicados en Perfil y Clarin, y no “en otros medios”.
La autora se consideraba a sí misma una kirchnerista crítica (2) y esto lo deja ver en el libro. ¿Qué es ser kirchnerista crítica? Pareciera que el agregado de crítico/a es un plus diferenciador. Visto desde la distancia, si quitamos el crítico/a solo queda kirchnerista. Y eso es lo que se ve, porque hubo un lapso temporal de tiempo, de más de dos períodos gobierno kirchnerista y no hubo otro libro de esta índole como el que cuestiona el período menemista-delaurrista, entonces acudo a lo que ella misma escribe en su interior, y menciona el caso de Lanata al que describe como periodista que hizo escuela de la investigación y la denuncia y ahora confrontamos al mismo Lanata con la realidad y vemos que no dejó de investigar/denunciar lo mismo estando el menemismo, el delaurrismo o el kircherismo, a partir de aquí hago la analogía con la autora, y solo vemos un libro Soberbias argentinas referido al menemismo y ningún libro referido al período kirchnerista, entonces surge la pregunta ¿dónde quedó lo “crítico”? Esto tiene que ver con algunos contenidos que vamos a encontrar dentro del texto, que no detallaré ahora, pero del tipo “esto pasaba antes y también pasa ahora” o “en esto otro hubo una continuidad” o “esto se agravó con el período siguiente”. Es decir, el hecho de encasillarse, por más adjetivo que sumen, solo sirve para excluir, para tomar “partido”, para asumir una mirada, y parte de esa mirada se expresa en el libro. Por eso mismo no es casual, que el libro aparece condenatorio de la década del ´90 y sus peores efectos con la explosión del 2001, pero cierra en 2004, no fue azar, desde 2003 en adelante irrumpe el kirchnerismo, y no se produjo una transformación radical donde todo lo condenado como malo en el libro, mucho de ello pasó a ser suplantado por algo igual o peor, pero esto no lo vemos, al menos en boca de la autora, ya que no escribió un nuevo libro con un análisis crítico de este nuevo período. Tampoco debía hacerlo, hubo otros autores y autoras que sí lo hicieron, el tema pasa porque reivindica una figura y ciertos valores que deberían seguir una línea y no una ruptura.
El libro es de lectura rápida y fácil. Y es un libro pesimista. Son un conjunto de reflexiones personales de todo lo que la autora ve, o vio mal, en el período 1990-2004. Lamentablemente, es una visión parcializada de una historia, pareciera que no hubo nada bueno, pero… si lo hubo, fue todo muy superficial, frívolo, para unos pocos, y nada más. La realidad es que no, no fue así, todo tan siniestro y nefasto, el país continuó funcionando, y un ejercicio más elaborado hubiese podido descubrir cosas buenas. Capacidad no le faltaba, fue deliberado pintar en todo lo malo de la época. No está mal, es una decisión, y como lector, uno se da cuenta. ¿Cómo afrontar la lectura de este libro? Un camino es hacer una lectura rápida, con conclusión “sí, todo fue terriblemente malo, pero ya pasó” y listo, el camino fácil. Yo busqué hacer una lectura un poquito más completa, que genere algo, mínimo, pero algo al fin. Lo compré hace unos 6 o 7 años atrás, pero quedó estacionado en la biblioteca hasta este momento que lo leí. Desde que fue publicado, han pasado unos 16 años, es decir, casi el mismo período que pasó desde 1990 a 2004, y de estos 16 años, 10 fueron gobernados por el kirchnerismo, 10 si no contamos los últimos 2 ¿pero quién quitaría estos 2 últimos, como no kirchneristas?. La idea que me propuse, en líneas generales fue leerlo, e ir relacionando lo expuesto con la realidad continuada de estos últimos 16 años, realizar una especie de comparativa entre estos dos períodos, buscando analogía, cambios, transformaciones, semejanzas, diferencias, etc… Uno de los posibles rumbos de lectura que me propuse, además de los comentarios personales que siempre hago luego de leer un libro.
En principio, el libro es una sumatoria de impresiones de la autora, de las cuales es muy difícil no coincidir en muchas de ellas, por lo menos a mí me pasó eso, me identifico con muchos de los pareceres allí vertidos. Porque en definitiva, en el fondo hay valores de lo que está bien y lo que está mal, el tema pasa que son generalidades, y es difícil ver donde está línea demarcatoria, a partir de cuando una conducta o un proceder está bien o está mal. Por eso, en estos casos, una generalización sirve, funciona bien, pero no dice mucho, por eso es un ensayo. En otros aspectos, claramente ideológicos no comparto nada o casi nada, sobre todo cuando refiere a los setenta, pero volvemos a lo mismo, desde la mirada de la autora, mucho de lo sucedido en los setenta está bien, pero desde la mirada actual, a muchas personas le puede parecer mal. Muchas de las soberbias argentinas, que las pienso y las identifico como lo que está mal entre los argentinos, le terminan cayendo a la autora misma, que mucho de los planteos que hace caen en lo soberbio.
El texto menciona muchos autores de renombre, pero en contexto de impresiones simples y genéricas. Refiere unas cuantas citas, pero… ¿coinciden con lo que plantea?, algunas de ellas parecen descolgadas o forzadas.
El capítulo Ser o no ser informático, pareciera renegar de las nuevas tecnologías, en este caso la informática. Neoludismo. Nada nuevo, los ludistas en el siglo XIX atacaron las nuevas máquinas industriales. Están lo que se oponen al consumismo. Hace unos dos o tres años, los taxistas que se oponían a uber, cabify y otras apps. Hace unos meses surgieron los anti-vacunas covid. Pero la realidad, es que la informática está presente, llegó y no parece ser pasajera, sino que se quedará en nuestras vidas y cada vez más ensimismada.
El capítulo Todo sea por papá y mamá, me dejó una sensación como algo de resentimiento. Una generalidad que no representa un todo. Comienza con un “Nacieron de una mamá profesional y psicoanalizada…” (pág. 23) ¿Era necesario el psicoanalizada? ¿A qué chicos se refiere? ¿A los que nacieron en 1990? ¿o a los que nacieron en 1980? ¿o a los que nacieron en 1970? Porque en 14 años (período 1990-2004) no da el tiempo para todo lo que describe en ese capítulo.
En el capítulo Desnudarse en veinte pulgadas, realiza una crítica a los talk shows y la tv basura, lo cual quedó en un pasado revivido todo el tiempo con los reality, pero mejorado y superado por las redes sociales, los canales de videos, y la propia figura del usuario anónimo. Dice algo casi al finalizar el capítulo que es lo siguiente “A lo mejor, estos programas son un modo directo de avance sobre nuestras mentes con armas más eficaces que la bomba de neutrones” (pág. 32) No habría un error en la proyección pero sí tal vez en el hecho, no serían los talk shows y la tv basura, sino algo llamado algoritmos que funcionan sin que los veamos y actúan sobre nuestras mentes, muy utilizados en las redes sociales (y la www en general), esto se ve y se explica en el documental llamado El dilema de las redes sociales. (2020).
El capítulo Con sello nacional finaliza con un “Como no hemos aprendido a poner límites a tiempo, encandilados por viajes, celulares, dólares y otros entretenidos juguetes del primer mundo con que nos ilusionaron, y que compramos con la conciencia a plazo fijo, nos aguardan tiempos de intemperie” (pág. 48) Desubicado, relacionar celulares, viajes y dólares con la violencia, está fuera de lugar. “…entretenidos juguetes del primer mundo con que nos ilusionaron” ¿cuál sería el problema? ¿quién nos ilusionó? ¿era más apropiado el modelo cubano con comida racionada, autos de los ´50 y sin celulares? ¿acaso esto cambió con el período kirchnerista al que adhirió la autora? De yapa, para quien haya leído el capítulo, el kirchnerismo en sus banderas, entre las cinco o seis figuras que reivindicaba, colocaba la figura de Rosas. Es una reflexión bastante cruel, tener a la gente encerrada, sin posibilidad de conocer otras realidades del mundo, desconectada, sin información, es decir sin celulares, y sin dólares, donde el peso inflacionario no tiene valor, y sumamos “otros entretenidos juguetes del primer mundo” ¿es lo correcto? ¿no debemos apuntar a ser como los países del primer mundo? ¿mejor quedarnos con lo peorcito del mundo?
Los capítulos El oscuro iceberg (pág. 52) y Vaciados y viciados (pág. 54) resultan interesantes como para ahondar en ellos, coincido con ese modo de ver.
El capítulo Sensibilidad asordinada cierra con dos preguntas “¿Cómo sería recuperar esa impronta de la pasión que nos fuimos arrebatando y que estimulaba situaciones perturbadoras? O dicho de otro modo, ¿cómo hacer que ciertas experiencias reingresen a nuestra cotidianeidad para desandar un camino en el que tomamos atajos equivocados?” ¡qué estimulaba sensaciones perturbadoras! Y esto parecía ser el camino correcto, en la mirada de la autora. La pregunta final es excluyente, quien es quien para determinar “los caminos con atajos equivocados”, esa pregunta excluye nuevas sensibilidades, y tal vez, sensibilidades no perturbadoras. Vuelve con el tema de los setenta, una pregunta que infiere un razonamiento ultraconservador del tiempo “todo tiempo pasado fue mejor”, con el plus que se saltea la década del ochenta. Pareciera que el modelo a seguir, después del “atajo equivocado 1990-2004” con “presente confuso”, es regresar a 1970. Es lo que se conoce como atavismo (Conjunto de ideas o formas de comportamiento propias del pasado.). La realidad socio-cultural cambió, es el camino que siguen todas las realidades socio-culturales, es consecuencia del dinamismo de las sociedades.
En el capítulo Hormonas y neuronas, escribe “No se escuchan voces de las feministas combativas ni de las esclarecidas mujeres de la política ni de las entusiastas esposas de gobernadores ni de las damas de caridad ni de las desprejuiciadas mujeres de la noche ni de las encumbradas intelectuales, ni siquiera de la liga de defensa de las amas de casa. Tampoco declaraciones indignadas de los que cuidan las buenas costumbres…” (pág. 81) En este capítulo, luego divaga con acontecimientos decadentes del mundo, ya a nivel internacional, y el rol de la mujer, pero, volviendo al párrafo ¿es tan así como lo describe? ¿Feministas combativas? Habría que preguntarle a las feministas de las agrupaciones de izquierda si estuvieron vigente o no durante aquellos años, ¿las esclarecidas mujeres de la política? Se me ocurre pensar en unos cuantos casos de cierta relevancia, por ejemplo, una fuerza minoritaria de izquierda que en 2001 llegó con una diputada al Congreso (y luego nunca más hasta estos días), o una senadora que luego llegó a presidenta, o podría mencionar algunas intelectuales aún vigentes…
“En estos días que circulan chistes varios acerca de las mujeres y el uso que le damos a las neuronas, sería buenos reconocer esas neuronas que nos distinguen, las del afecto y la solidaridad” (pág. 83) Esta situación cambió bastante, ya no se escuchan chistes machistas o misóginos o discriminadores en los medios de comunicación, nunca falta algún desubicado, es más hasta han premiado en muchas ocasiones a discriminadores del ayer. En algunos casos, se exponen al escarnio público, en otro se judicializan, muchos medios contratan especialistas que revisan las cuestiones de género antes de lanzarse al mundo de la gráfica o la televisión. Pero esto viró, en cierta medida, a las redes sociales. En muchos grupos, se reparten chistes incorrectos, aunque cada vez menos, en muchos casos, los que reparten los chistes machistas o misóginos ni siquiera comprenden el sentido del chiste, porque la ignorancia tampoco se reconoce como cualidad del sujeto que la porta (y son muchos). Ahora en la materia sí que hubo “avances”, hasta existe un ministerio de la mujer y cuestiones de género, ley de cupos, etc… pero hay problemas graves que aún no han terminado, ni disminuidos, los femicidios, las violaciones de restricciones, la falta de traspaso de alimentos, etc… Más que “solidaridad” ahora hay una palabra que se hacen eco muchas mujeres, que proviene del feminismo, al menos quienes la imponen en los medios, que es la palabra “sororidad” pero en los hechos, es una idealización que no se visualiza al confrontar dichos con hechos. Pero volviendo a la cita “En estos días que circulan chistes varios acerca de las mujeres” ¿esto era lo más relevante en cuestiones de género como para cuestionar en 2004? Es la pregunta que me hago.
En el capítulo Yo simulo, tú simulas, él simula, la autora escribe “Por eso a la hora de los nombramientos, el amigo que se quedó con la embajada, el diputado que no ascendió a los grupos claves de poder (energía, transporte, asuntos constitucionales, etc.) el extrapartidario que avaló al triunfador o el que demuestra escalafón partidario será el experto al frente de teatros, bibliotecas, museos o la ópera con casilleros de avance y retroceso como en el juego de la oca.” (pág. 84). En este caso, coincido en el diagnóstico, es una miseria que nos aqueja como país, no ha cambiado, o si lo hizo fue gatopardismo, no han intención de modificar nada, y sigue todo igual, durante el período de 1990-2004 y también desde 2004 hasta le presente, cambiaron gobiernos y pero la estructura manifiesta del amiguismo, y peor, el nepotismo, continua vigente.
En el capítulo Periodismo S.A. es otro reflejo de la triste realidad, todo sigue igual a mi parecer, coincido con lo que dice, y es muy vergonzoso. Pero ahora ha evolucionado, la grieta setentista, ha cruzado por los medios, hay bandos de periodistas, pero hay más cantidad, más expresiones, con el mismo proceder, pero diversificado, además se suman los medios virtuales que le han quitado rating a los televisivos, y también se suman al combo, las fake news.
En el capítulo Privilegios de la intelligentzia cita como reflexión positiva a Habermas (pág. 90) pero en el capítulo siguiente La TV simulada cita a Jean Baudrillard (pág. 92) como reflexión en tono pesimista.
“Una realidad que no tiene ni un poquito de ese glamour con el que invitan a soñar a los televidentes.” (pág. 94) Ese glamour con el que sueñan los televidentes, ahora se hizo internacional, con una Reina y un Papa, no solo siguen igual sino que empeoró. Tal vez la figura del “televidente” se redujo, pero aumentó la del “usuario” en época de interconectividad masiva por internet con app que estilizan la propia figura, ya muchos sueñen con su propia imagen bajo los efectos delos miles de filtros que se aplican para crear su imagen ideal.
En el capítulo Desalambrar el alma escribe “Todos ellos intentan revertir esta cultura de la desesperación a través de una democracia que propicie contenido humano a la República.” (pág. 100) Eso resultó ser todo parte de una puesta en escena, una gran mentira, no pasó así. La cultura de la sospecha y la desesperación continúa. Y “todos ellos” ¿qué “contenido humano” a un país con 50% o 60% de pobreza?. La “inoperancia”, el “clientelismo” y el “cinismo” continuaron y se potenciaron, igual que la “corrupción” sin límites. La autora cierra fácil con un abstracto “territorio del alma”, entonces podemos hablar de un “imaginario”, pro cuando bajamos a la realidad, vemos la ausencia, el silencio y la complicidad del “todos ellos”.
En el capítulo El cuerpo en suspensión, escribe “como ese beso que lograba exaltar nuestro imaginario adolescente en las novelitas de Corin Tellado o de Carlos Santander”.(pág. 113) (4)(5) El punto es la palabra “novelitas”, la utilización del disminutivo para rebajar, o de manera peyorativa, ¿cuánto hay de soberbia en ello? Porque se trataba de escritores populares, con éxito (pasajero o no), con muchas ventas, con un público variopinto, ¿es que merecen el disminutivo?, ellos escriben “novelitas” en tanto que el resto delos autores mencionados en el capítulo escriben “novelas” o la obra que fuere. Esto del ninguneo viene a cuento, ya que en el capítulo que sigue reniega de quienes ningunean la literatura infantil.
En el capítulo Vivita pero coleando, escribe “Considerada durante bastante tiempo el “patio de atrás de la literatura”, la narrativa infantil” y “esto sucede porque la literatura infantil es ignorada, al igual que sus autores, pues se la considera una subgénero”.(pág. 117) ¿Está mal que se tilde de subgénero a la literatura infantil o que directamente se la ignore? Pero tildar de novelitas a las novelas románticas ¿está bien?. Cierra el capítulo con un “En fin, sin escuelas con maestros aptos y formados para tal fin, sin padres interesados en leer más que el bestseller de moda” (pág. 117) ¿qué tendría de malo leer el bestseller de moda? Al menos leen algo, otra vez aparece el ninguneo hacia los lectores del bestseller de moda, menos mal que todavía el leer es una actividad libre. No obstante hay que saber que distintas encuestas culturales, a lo largo de diferentes años, 2012(6), 2014(7), 2017(8) posicionan a Argentina como el país latinoamericano donde más se lee, y no creo, que solo se trate de la lectura de bestseller de moda. Claro que estas estadísticas más contemporáneas y no del período de 1990-2004, pero las preguntas son ¿hubo estadísticas de lectores argentinos en ese período? ¿de repente surgió un país de lectores o se fue formando con el tiempo? ¿Desde cuándo viene la cultura de la lectura en Argentina? Los hábitos de lectura, las preferencias, van cambiando con el tiempo, tal vez hubo un período de bestseller de moda, que en realidad siempre hubo bestseller de moda, por definición, siempre que salen lanzamientos, uno o algunos de ellos, se disparan en el ventas y esto estos son los más vendidos. Tiene cierta lógica, de allí a reducir los padres de los niños solo leen el bestseller de moda es un poco exagerado.
En el capítulo El analfabetismo de la modernidad, escribe “Este presente con menos lectores interesados en lo literario, hay responsables visibles y encubiertos. Cuando editoriales importantes publican sólo a quienes le garantizan ganancias considerables; cuando el chisme suplanta a la historia; cuando cierta crítica unge a escritores intocables y se recomiendan libros mediocres de los amigos; cuando los maestros huyen de la literatura antes que sus alumnos; cuando la universidad se empecina en cánones de capilla; cuando algunos intelectuales admonizan desde un púlpito para gozar de la plusvalía del escritor comprometido, ¿cómo devolverle al libro su sentido?, ¿cómo estimular una lectura que conjugue la banalización estructural?” (pág. 126) No sé si es tan así, o si fue así en el período referido por la autora, pero, hay quienes ven en la modernidad un camino de transición, más que nada por la introducción de las nuevas tecnologías. “Y se recomiendan libros mediocres de los amigos” hay cierto sesgo de autoridad en esa frase. Luego agrega “En tiempos de confusión conceptual y de trivialidad organizada, a lo mejor desde los pequeños espacios cotidianos se puede redescubrir un sutil y afable vínculo con lo literario. Saber leer no basta, manejar una computadora no es suficiente. Las especialidades no garantizan conceptos. Sin una lectura crítica, sin un lector que se deslice por las telarañas de otros saberes, estamos a merced de la información que ha jibarizado la sensibilidad. Es el analfabetismo de la modernidad.” (pág. 127) En parte estoy de acuerdo, pero ese analfabetismo ¿no existió siempre? Las redes sociales suplantaron el chisme verbal, las fake news se esparcieron tanto como consecuencia de la “democratización” de la información, tal vez antes existía pero no era visible, por muchos factores que ahora con la interconectividad se hacen más palpable. “Tenemos que enseñar a leer, tenemos que enseñar a releer, y tenemos que enseñar a conjugar, a unir los conocimientos.” (pág. 127) De acuerdo. ¿Quién no?.
En el capítulo De la M a la K, no lo dice explícitamente, pero implícitamente se traduce como de Menem a Kirchner. Es un elogio al kirchnerismo, la toma de partido por la política del momento expresada con la timidez de una letra. Supuestamente, según dice la autora, se esperaba “abastecerse de ideas con contenido real”, yo creo que eso no pasó, la Argentina continuó funcionando, el país, con altos y bajos continuó su camino y hubo un crecimiento como siempre los hubo, pero en la política siguió la mediocridad, claro que es mi opinión, cada quien tendrá la suya, con cifras que llegaron al de 50% de pobreza y una inflación que no encontró techo, durante los años siguientes, algunos todavía ven crecimiento y progreso. “Del hombre de Neandertal que todo lo devoraba” (pág. 161) Acaso los años siguientes, el país de los subsidios, los planes, los sobreprecios, la corrupción ¿no eran propios de un “devorador”? “El señor K conquistó con prisa, pocas palabras y algunos hechos importantes un lugar de privilegio que él mismo no imaginaba” (pág. 161) ¿que él mismo no imaginaba? Cada quien saque su conclusión, a mí parecer, esta inclusión llena de obsecuencia, borra con el codo mucho de lo antes dicho para el período 1990-2004, es cuando se deja el lugar de la crítica para pasar al lugar de aplaudidor.
En el capítulo La intrascendencia duele, arremete contra un grupo de escritores/autores en principio para luego ir en contra de parte de la literatura argentina “lo que ha contribuido a exponer parte de la literatura argentina de estos años en los anaqueles del aburrimiento o entre las ofertas de lo insustancial” (pág. 136) Dice el refrán No escupas hacia arriba que te puede caer a vos, y puede que aquí se dé este caso, este mismo libro lo encontré el fondo, en la caja de las ofertas con lo insustancial. Libros que no ofrecen demasiado, que no lee casi nadie, y van quedando ni siquiera en las mesas de ofertas, sino en las ofertas de las ofertas, casi a precio irrisorio.
En el capítulo Walsh en presente, cuestiona al conjunto de la gente que no acude a marchar a la Plaza de Mayo a conmemorar el aniversario del Golpe (pág. 137) como si esas marchas fueran obligatorias para la ciudadanía, como si no están impregnadas de ideología donde cada grupo lleva su bandera, etc… Esto le sirve de introducción para reivindicar a Walsh, al cual “olvida” señalar que participa en una agrupación armada durante un gobierno democrático, o salvo que uno tenga que descifrarlo cuando se refiere a él como un militante y figura contradictoria. (pág. 138-139). Pero este capítulo tiene otro párrafo interesante cuando dice “la hipocresía que se demuestra al no asumir las propias iniquidades, con la que colaboramos desde nuestro mundillo cultural: vergonzosas entregas de premios y subsidios, críticas inmerecidas a gente sin talento, participación en jurados de concursos digitados y comentarios obsecuentes sobre editoriales, pintores o músicos (siempre los mismos) que disfrutan de distintas prebendas” (pág. 138) Aquí tengo que hacer dos comentarios, una primera pregunta relacionada con el comienzo de este capítulo, ¿en las marchas de Plaza de Mayo, aquellos actos fastuosos que se sucedieron año tras año, corre esa crítica?, el segundo comentario viene a cuenta de leer la biografía de la autora en Wikipedia, allí dice “Entre 2004 y 2005 fue jurado de IncuBA (pymes literarias), del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Otorgó los subsidios del Fondo de Cultura Buenos Aires (en letras, periodismo y literatura).” (8) ¿En qué quedamos? ¿otorgar subsidios está bien o está mal? ¿o depende quien lo otorga y como los otorga?, claro que si nos apegamos a la reflexión de la autora, una generalidad que se aplica a todos “vergonzosas entregas de premios y subsidios” entonces está mal, salvo que solo hayan sido vergonzosas en el período de 1990-2004 y luego ya no.
En el capítulo Mundillo autista se remonta a los años setenta y allí se queda estancada, supuestamente los jóvenes de los años setenta debatían todo, con argumentos, esa actividad era “la polémica”, que supuestamente es “algo que se perdió”. Pero ¿es tan así?. En un momento dice “ensañarse con el colega que apoya a determinado partido como si fuera un pecado jugarse por un acreencia en democracia”. Todo es crítica en base a esos polemistas de primera de la década del setenta. Y como las reflexiones refieren al período 1990-2004 ¿me pregunto en qué lugar habrá quedado la década del ´80? ¿fue el momento de la transición a la desaparición de la discusión? ¿o fue una planicie que ni fu ni fa? Como fuere, no importa, lo relevante me parece que es de destacar que esos tiempos de las opiniones filosas y esa práctica de la discusión acalorada (pág. 140) comprendió la década más salvaje y violenta que vivió el país. Las décadas que siguieron, “sin esas discusiones de los setentas” no fueron de violencia y muerte ¿habrá algún punto de unión de lo uno con lo otro?.
El libro contiene 51 capítulos (o reflexiones), de las cuales solo hice referencias a algunos de ellos, poco más de quince, sin ser obsecuente con ninguna de ellas, aunque con varias coincido en la manera de ver. Hay un ataque cuestionamiento sistemático al rol de los medios de comunicación y a los comunicadores y formadores de opinión. Después de todo, son visibles, están presentes y además conforman el cuarto poder. Coincido bastante en ese aspecto. También hace lo mismo con los libros, autores y editoriales, que es el rubro donde se mueve la autora, por tanto lo conoce. También hay bastante referido a la situación de la mujer y cuestiones de género, tema muy vigente hoy día. Cierra el texto con una poesía.
Referencias.
1. https://es.wikipedia.org/wiki/Manuela_Fingueret (visitado junio-2021)
2. https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/202088-60301-2012-08-29.html
3. https://es.wikipedia.org/wiki/Cor%C3%ADn_Tellado
4. https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Lozano_Rico
5. https://www.iprofesional.com/actualidad/135301-la-cultura-festeja-argentina-encabeza-el-ranking-de-paises-mas-lectores-de-latinoamerica
6. https://soybibliotecario.blogspot.com/2014/05/argentina-pais-latinoamericano-mas-lee.html
7. https://www.telam.com.ar/notas/201703/183834-encuesta-argentina-lee-mas-libros-alemania-francia.html
8. Id. 1.
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