jueves, 10 de junio de 2021

Veintiún días en el asilo San Miguel.


Ficha técnica:
Título: Veintiún días en el asilo San Miguel.
Autora: Victoria Fénix.
Editorial: Calidón.
Año: 1983.
Primera edición: 1955. (“best-seller”)
Segunda edición, corregido y aumentada: 1982.
Páginas: 112.

Reseña:
…Victoria Fénix es una mujer fuerte: siempre pensó vigorosamente y su alma intrépida se liberó de los vanos terrores que dominan el corazón de los hombres. En 1955 lanzó su primer libro Veintiún días en el asilo San Miguel, un reflejo fiel de la realidad padecida. Acusa la autora de ese resumen de vida, generosas cualidades creadoras, imaginación dinámica, sensibilidad desvelada y fluidez en su estilo narrativo. Los argentinos que deseamos saber algo de nuestro País tenemos que recurrir a nuestros novelistas más que a nuestros sociólogos. Victoria Fénix aporta una cosa digna de señalarse a nuestras letras, que cuenta con tantos otros valores: la seriedad, la fuerte convicción, el deseo de ser útil, la capacidad de emoción. El libro termina, pero sus personajes siguen viviendo… César Tiempo, 1970.

Veintiún días en el asilo San Miguel, novela testimonial mereció distinguida crítica y ahora Calidón reedita por su alto valor literario y humano.
(Tomado de la contratapa).

Autora:
Victoria Fénix, escritora y periodista radial y TV, conferenciante y traductora, nación en Colón, Entre Ríos. Estudio Literatura hispano-americana e Historia de la pintura. Alemán, francés, italiano e inglés. Creadora y directora de la Audición “Mar del Plata en Buenos Aires”, Radio El Mundo 1962. Entre sus libros publicados se destacan Poemas en Prosa, 1958; Un Jardín en el hospital, 1970; Un Jardín en el hospital, reeditado con tercera parte, 1993. Su novela La Transferencia, 1960 obtuvo el Premio Benito Lynch del Consejo del Escritor. La Transferencia de Múltiples Departamentos, segunda edición, 1987. Siete cuentos infantiles, Siete, 1987. Creíbles Historias –cuentos–, 1988. El 29 de junio de 1990 recibió el homenaje de la Sociedad Argentina de Escritores por su trayectoria literaria y humana.
En 1993 forma parte de la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE).
Proyecto de Ley Solidaridad con los hospitales. Y anteproyecto por el cual buscaba incorporar la materia “Moral y Solidárismo” al sistema de enseñanza (1998).



Terminé la lectura de este libro y voy a realizar un comentario sobre el mismo. El libro me lo encontré, es tapa blanda, y pequeño (19cmx13cm), pocas páginas y tipografía “normal”. Se lee de un tirón. Busqué información sobre la autora, y no encontré mucha, salvo la plasmada detrás de la contratapa de libros. Uno señala que era el pseudónimo de una conocida escritora argentina, pero es erróneo por otros datos comparativos que no coinciden, pero me queda cierta duda en el aire si su nombre era así tal cual como figura o si se trataba de un pseudónimo. Creo que ese era su nombre, pero no es descabellado pensar en un posible pseudónimo ya que hace sesenta o más años, era muy común la utilización de pseudónimos. Otro dato que figura en una web, señala que nació en 1908, pero este dato no me cierra, no dan las fechas si nos apegamos a lo que escribe el libro, en caso de estar relatando hechos con base real. Tampoco tengo ningún dato como para confrontarlo. He buscado y encontré que no tiene entrada con su biografía en Wikipedia, al mes junio de 2021, de tal manera que si aparece un lector-editor wikipedista, puede rellenar su biografía utilizando los datos aquí proporcionados.

El asilo San Miguel, funcionó desde 1898 hasta 1968. En ese lugar se encerraba a cierta población penal: prostitutas y detenidas por “orden político”. Estaba regido por religiosas. En la web, hay disponible un interesante artículo titulado Asilo San Miguel (1898-1968) Fundación, reglamento y testimonios. (1) que describe y cuenta la historia de este lugar. La Escuela Federal de Suboficiales y Agentes “Don Enrique O’Gorman” originalmente fue la Alcaldía y Cárcel de Mujeres Contraventoras “Asilo San Miguel”, construida durante el gobierno de Juan Domingo Perón. (2)

Volviendo al libro, me queda la duda si se trata de un hecho real, de una crónica, de una ficción basada en un hecho real, o si es totalmente ficcional. Si me apego a lo que señala la reseña en la contratapa del libro “un reflejo fiel de la realidad padecida” y “novela testimonial”, tampoco clarifica mucho, porque la novela testimonial aparece un poquito después que esta fuese publicada. Lamentablemente queda la duda, uno cuando lo lee le surgen mucho interrogantes, si se la toma como puramente ficcional, no conmueve, “muy actuada”, pero si se la toma como crónica real de esos acontecimientos, resulta un poco cuestionable, dado que señala cosas que no son o no se muestran tales, al final.

Lo positivo es el registro de una época, precisamente el año 1944. El aspecto histórico es rescatable. El tema del “crimen político”. La falta de garantías para con la persona acusada. El tipo de proceso y como era llevado a cabo. La actividad policial. Los peligros de un sistema de esas características. Los abusos. Los diferentes roles de otras instituciones ajenas a la justicia que terminaban siendo cómplices de esas irregularidades. La historia más o menos pasable, no es emocionante, un poco tediosa o monótona. Pero que permite tener una idea de como se vivía encerrada en la década del ´40, al menos unos pocos días que relata a autora, tal vez un encierro más prolongado y “otro tipo” de mujer hubiese sido relatado con más rudeza y dificultades.  

La lectura por momentos se vuelve irritante, más que nada visto lo sucedido con los ojos de hoy. Pero haciendo un ejercicio mental, y trasladándonos a aquella época, también aparecen “contradicciones desagradables o molestas”. Esto viene a cuento, porque la narradora se presenta como una persona culta, leída, educada, decente e íntegra, pero en el texto empiezan a aparecer discriminaciones, estigmatizaciones, un desprecio considerable de esta mujer (la narradora) hacia otras mujeres (no todas). Y realmente esto aparece cada dos por tres en casi todo el texto, es por este aspecto que me resulto penoso. Y puedo entender que si quien habla no tenía otra manera de tratar a las semejantes, estén en la situación que estén, lo haya hecho como lo hizo, pero viendo que solo se despachaba de manera verbalmente contra las mujeres más vulnerables de todas y al mismo tiempo se jactaba de su status educacional y sus valores cristianos, entonces no lo puedo aceptar.

Aquí hay otra cuestión que es difícil de dilucidar correctamente. ¿Qué postura asume la narradora? ¿o cuáles son sus cualidades frente a los demás? ¿Es comunista? Ella dice que no pero se expresa de maravillas para con las comunistas y el movimiento de los trabajadores. ¿Es política, es decir, adhiere a algún sector de la política? Ella dice que no, pero parece conocer muy bien de la política en general. ¿Está implicada en algo? Lo niega rotundamente, se dice inocente, pero luego descubrimos que “algo” hizo. ¿Es católica? Se asume como tal, pero al mismo tiempo que dice expresar caridad y sentir compasión, desprecia con toda el alma y las peores palabras a algunas de sus semejantes. ¿Adhiere a la religión? Ella dice que sí, pero castiga verbalmente y condena mucho de lo que hacen las religiosas. ¿Era como se presentaba? Ellas se decía ser muy querida pero no la visitaba nadie o casi nadie… etc… es difícil tener una idea exacta de quien era en realidad, es verdad que es muy humano lo que plantea, muchos pro y contras, pero al mismo tiempo se acerca mucho a una creación ficcional bastante contradictoria. Algunos lectores pueden encontrar algo bueno en este tipo de caracterizaciones.


– ¿Por qué?
Muy sencillo. A su demanda: – ¿Ha estado usted escribiendo un papel que anda por ahí? –respondí: No, señor, –y según me explicó luego, con eso dí a entender que lo había escrito, pues no inquirí de que papel se trataba… Lo lamentable es que tuve en la punta de la lengua la pregunta: – ¿Qué papel? –, no atreviéndome a hacerla, teniendo en cuenta la mala educación que se demuestra al responder con otra interrogación. (Pág. 11)
Este fragmento señala dos aspectos.
Uno, la incriminación a partir de una respuesta correcta, incriminación inducida por el interrogador de manera canalla, “con esa respuesta dio a entender que sí”, si esto realmente sucedía así hace 80 años, sea testimonial o novelado, es a todas luces malo y peligroso, baste colocarse en lugar de la víctima para sentirse afectado, para evitar esto existen las garantías procesales.
El segundo aspecto que me interesa apuntar, es el final del fragmento “teniendo en cuenta la mala educación que se demuestra al responder con otra interrogación.
Hoy día no sé si está mal visto, creería que no, tampoco sé que se enseña en las escuelas, colegios y universidades al respecto. Pero justamente en la vida diaria es muy común la respuesta con una pregunta. Podemos verlas en las redes sociales infinidad de veces, pero si saltamos a la pantalla, los comunicadores sociales, explotan al máximo la respuesta con una pregunta, se nota muchísimo en aquellos que trabajan de “panelistas”. Estamos en el año 2021, y el libro que estoy comentando data de hace 70 años que fue editado, pero cuando busco en la web, encuentro una consulta a la RAE que data de 2019. Y según la RAE, se trata de una consideración extralingüística, dentro del idioma es totalmente válido la respuesta con una pregunta. Acudí a buscar alguna una respuesta en el listado de Sesgos cognitivos, pasando también por el listado de Figuras literarias y no encontré ninguna justificación que dé cuenta de esa “mala educación”. Un surtido variopinto de respuesta, aparecieron en el Foro de WordReference (3) pero nada fundamentado.

Captura Twitter de RAE con consulta y respuesta.



Me trataba con respeto a causa del incidente con el chofer cuando me dio tratamiento de “vos” al encaminarnos hacia la escalera. Reaccioné con energía, gritándole: –¡Usted a mí no me va a tutear! Exijo que me respete. –Y permanecí inmóvil, mirándolo con arrogancia desde lo alto de la a escalera, haciendo ademán de regresar para quejarme. Se disculpó entonces con humildad, manifestando que no lo había hecho adrede. Más tarde comprendí que me había confundido con algunas de las prostitutas que conducía diario. (Pág. 13)
(…)
Conmigo bajaron otras dos mujeres, de rara catadura… (Pág. 13)
(…)
¡Qué caras espantosas, Dios mío! Reían y eran máscaras. Hablaban y emitían blasfemias, palabras soeces, brutales, bromas inmundas, risas cínicas. Los bajos términos que me herían a veces en la calle, proferidos por carreros y de los que huía, alejándome veloz, los tenía junto a mí. (Pág. 18)
(…)
Era imposible desear comer junto a ellas a mí alrededor. (Pág. 18)
(…)
La horrible mujer desdentada parecía más conmovida… (Pág. 18)
(…)
Ofendida, obligada a soportar que me tutearan, lo que consideraba una enorme falta de respeto… (Pág. 19)
¡Qué aspecto de bruta tenía…! (Pág. 45)
Había cinco mujeres gordas, engrosadas hacia los costados, de piel oscura, ojos negrísimos y oblícuos, aindiados, labios carnosos, abultados. (Pág. 77)
Este tipo de contrapuntos en la figura de la narradora son aquellos que irritan. El tuteo lo veía como una inconcebible falta de respeto, pero describir a la mujer desdentada, o las caras que le parecían máscaras, le parecía bien, y así quedó escrito. Existe una distancia, y esa distancia se expresa en la arrogancia manifestada. La estigmatización por el aspecto, cuando supuestamente la narradora era una persona de conducta intachable.


Cuando me investigaron en la política, respondí que mi conducta fue siempre intachable: carecía de cualquier  clase de antecedente; era apolítica. (Pág. 21)
Aquí introduce un tema interesante. La cuestión política. Equipara la militancia política con delito. Es un tema que se lo pasa muy por arriba, no se detiene en pormenores, ¿realmente está hablando de un delito? ¿o con delito se refiere a otra figura? Por ejemplo, en el libro siempre se habla de “policías”, por tanto, con “delitos” ¿estará refiriendo a los antiguos edictos policiales?. También hay una realidad histórica, durante la década del ´40 fue difícil ideas opositoras con total libertad, lo que se vio reflejado en las leyes penales de la etapa, endurecidas al compás de la escalada en el conflicto político entre peronismo-antiperonismo. En este sentido, las actividades de los partidos políticos estaban muy limitadas, los periódicos opositores encontraban dificultades para editarse y circular. (4)

 

Lo que importaba era que yo había sacado copias de un panfleto que hablaba contra el gobierno y debía decirles quien me había suministrado el original. (Pág. 21)
Ahora la cuestión se pone más clara. Panfleto, de allí venía la insinuación anterior del crimen político. La peligrosidad del panfleto. Hoy día, prácticamente en desuso, lo que se busca  controlar (al menos en gobiernos autoritarios) son las fake news y las comunicación directa por redes sociales. Pero el tema del panfleto, y sobre todo la impresión del panfleto, resultó perjudicial para muchas personas, en Argentina y en el mundo. Por sui carácter, el panfleto es utilizado en la política. Y muchas veces, personas inescrupulosas se han aprovechado de una situación de jerarquía para sacar provecho de la situación de una secretaria o ejecutiva con acceso a máquinas de escribir o impresoras, dependiendo el momento. También se daba el caso de quien lo hacían voluntariamente por la motivación que fuere.


En cierto momento menciona un tormento azteca (Pág. 47-48), que leyó en un folleto, el cual decía que los aztecas metían a los españoles en un pozo pintado con franjas rojas y blancas y cuando daba el sol, producía un efecto cegador.
No conocía de esto, y no encontré nada al respecto. Si es verídico, tal vez se me pasó, o no está muy desarrollado. Tal vez una búsqueda más precisa en la web permita encontrar mejor resultado.


En esta cárcel teníamos además el insoportable olor nauseabundo que se expandía en ese espacio reducido, donde hacinaron a tanta mujer sucia, maloliente: prostitutas de la especie más baja, mendigas con pulgas, piojos, chinches y rateras, pendencieras y borrachas. (…) Con mi olfato tan sensible sentí que me iba a indisponer. (Pág. 48)
Otra de las contradicciones irritantes. Las adjetivaciones, el olfato sensible pero nada de sensibilidad para con las otras detenidas.


Menciona la medalla del asilo (Pág. 48) con la imagen del Arcángel San Miguel.


Una página más (Pág. 49) y se aprecia cierto trato preferencial en cuanto a la descripción de las comunistas por parte de la narradora. No es aquella descripción con adjetivos descalificadores sino todo lo contrario.


La lectora irlandesa, con cuya conversación me entretuve tanto algunos días más tarde, me refirió que le Asilo vendía empanadas y pastelitos deliciosos… a total beneficio de la Congregación de esas hermanas, los que preparaban con provisiones destinadas a las presas. (Pág. 50)
Que raro la corrupción en este país. Este párrafo, sin mayores fundamentos ni datos, es completamente creíble. La caridad con dinero ajeno, lo mismo. Las malas costumbres argentinas, repetidas y transmitidas años tras año, época tras época. Ya había dejado entrever cierta estrechez de juicio en la mentalidad de las monjas, o cierta necesidad de hacer daño, cuando hablaba de la película proyectada (Pág. 48).


En cierto momento, comenta una conversación que tuvo con una joven detenida. (Pág. 51) La joven era bastante ingenua y estaba casada con un obrero. Este obrero era militante comunista. Lo que me interesa rescatar es cuando describe al sujeto, una persona con “ideas adelantadas” como así lo veía (o le hacía ver) la joven a su esposo. Esto tampoco varió, los partidos de izquierda actuales, se basan en un núcleo de dirigentes “esclarecidos” y luego vienen los obreros/trabajadores. Hablamos de 70 u 80 años, pero el “adelantado” del ayer es el “esclarecido” de hoy. La narradora, continúa le relato de la joven, y vuelve sobre un tema referido anteriormente, el de la máquina de escribir. Cuando llegó la policía a requisar (posiblemente de manera injusta) lo primero que atinó la joven fue a esconder la máquina de escribir, ya que ella enseñaba dactilografía. Es raro, ya que la joven “apenas sabía leer y escribir” pero “enseñaba dactilografía”. ¿O era una excusa y la máquina de escribir pertenecía al señor de ideas adelantadas? Es una suposición, nada dice, y jamás lo sabremos. Pero queda dando vuelta esa insinuación en el aire al leer el texto en contexto.


Más adelante, recibe cartas (Págs. 54 y ss.) y resulta que las firmas son solo una letra, tu hermano J., el Sr. B, también F., D., L., y M., Saludos L. Cariños la Inglesita. Clarísimo que protege la identidad de los firmantes. Pero hasta este momento, no hizo lo mismo con las detenidas, todas ellas tenían nombre Berta, Isabel, Raquel, Clara, Elena, Anne, Aurora, etc… Es, cuanto menos, chocante. ¿Por qué hizo eso me preguntaba? ¿Para proteger a sus familiares y cercanos del trabajo? Podría ser, pero hay dos cuestiones, habían pasado varios años (10 u 11 años) desde que estuvo detenido hasta que publicó, y también podría haber inventado nombres. Supongamos, a la inversa ¿por qué le dio nombres a las detenidas? Son nombres comunes y corrientes, podrían ser inventados, y si no lo fueron, y alguien hiciese una super-investigación para conocer quienes eran, deberían rastrear registros si es que queda alguno, con fechas y demás concordancias. Me parece, que allí aparece otra vez esa diferenciación entre ellos o nosotros. Los de cierto status social y los de otro status social. A algunos hay que cuidarlos y a los otros no importa si se los expone. Pero solo es una suposición personal.


Pasada la mitad del libro (Págs. 60 y ss) la historia da un leve giro, y uno se pregunta ¿hay que creerle a la narradora? Si confrontamos lo que nos decía a los lectores y luego nos que nos está diciendo aquí, finalmente aparecen las palabras “tenía buenas amigas, camaradas de infortunio”. (Pág. 65)


Aunque parezca increíble, la narradora da “clase” de caridad, y refuta a la madre superiora cuando el interés de esta era una cuestión de fe (en el fondo, política), frente al comunismo ateo. (Pág. 67) En otra ocasión, luego de otra “clase”, directamente le reprocha a la madre superiora la carencia de caridad cristiana (Pág. 69). Por lo que se describe, está claro que a la madre superiora no le importaba nada ni tenía caridad, pero la narradora ¿la tenía?. Las religiosas, siempre están pintadas de autoritarias, y no me extraña, en régimen de jerarquía, tratando con personas rudas, y conociendo la historia, no faltarían algunos excesos también. Al tiempo que estaban al servicio del poder de turno, el análisis pasaría, si el tiempo que estuvieron a cargo del correccional fue positivo o si fue para peor, más allá de las formas, si las hacían rezar o lo que fuere, ¿era mejor eso o directamente una cárcel?. Hoy día ya no existen los asilos, delito igual cárcel, y por suerte tampoco existe “a disposición del poder ejecutivo” o los edictos, a lo sumo contravenciones que se pasan con multa o trabajo comunitario, aunque subsisten algunas con días de arresto, las libertades políticas se ampliaron muchísimo, pero en aquél entonces ¿el rol del asilo fue mejor que la cárcel o no?. Y algo más, el libro al venderse la primera edición, según consta en la segunda edición, fue un best-seller. Al ser de los más vendidos ¿tuvo alguna influencia concreta?. No encontré nada en la web, solo encontré un registro gráfico de lo que se tituló “Se rebelan las mujeres del Asilo San Miguel” en 1968 (Revista Careo Nº289), pero un hecho posterior y ajeno al libro. Pareciera que el libro se vendió mucho, pero no tuvo un peso en mejorar la situación de las detenidas ni mucho menos un cambio drástico en el sistema de detenidas.


Detrás de ese enrejado estaba mi prima... (…)
Era la persona que menos esperaba ver, puesto que había procurado que no se enterara de mi detención conociendo su tendencia a la angustia, que podía enfermarla de gravedad. (Págs. 84-85)
Única persona que la visita… y la descalifica.


Se había llenado prácticamente todo el Asilo con ejemplares muy repugnantes; la última hez de los bajos fondos de Buenos Aires. (…)
En la capilla sentía escalofríos cada vez que me debía sentar entre esas mujeres, temiendo el contagio de sus piojos y chinches. (Pag.s 91-92)
¿Y los valores cristianos? ¿la humildad? ¿la caridad fraterna?


La autora nos lleva a una morigerada transformación de la narradora, cuando se volvió impertinente y contestadora frente a la religiosa (Pág. 97). Luego relata un conflicto entre una prostituta y las comunistas, con los maridos de estas últimas que termina en nada, una se va (supuestamente humillada) y las otras se ponen a tejer. (Pág. 98-99). Podría verse como nimiedades, para ambos grupos, como un aire de superficialidad en sus vidas cotidianas. Llegando al final cita poetas, hasta cierto punto, levanta una frase de lucha, y al dos páginas más, antes del final, relata sobre le médico, que prácticamente fue él quien la envió presa, con una admiración, que no deja de sorprender. Con un mensaje final de tinte moral sobre la amistad, los amigos y la confianza.


Sin nada más que comentar de este libro. Solo agregar que aparecen palabras propias del lunfardo, ya en desuso, como por ejemplo: gavio, vento, gira, etc… Un libro pequeño, pero que me generó algunas chispas.



Referencias.
1. https://www.revistadeprisiones.com/wp-content/uploads/2020/12/2.-Carmen-Graciela-Rodriguez-Lopez.pdf
2. https://www.buenosaires.gob.ar/sites/gcaba/files/boletin_el_observador_26.pdf
3. https://forum.wordreference.com/threads/responder-a-una-pregunta-con-otra-pregunta-denominaci%C3%B3n.2699109/
4. Sarrabayrouse, Eugenio C. El derecho penal del primer peronismo y los fusilamientos de junio de 1956. Revista de historia del derecho. 2015. Versión On-line.

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