martes, 2 de junio de 2020

La muestra de la espada rota.

Cuento La muestra de la espada rota que forma parte del libro El candor del Padre Brown de Gilbert Keith Chesterton.
Cuento leído en el libro publicado por la editorial Punto de Lectura S.L. Edición 2008. Traducido por Raquel Vazquéz Ramil.

Reseña.
La muestra de la espada rota es una de las 53 historias de Chesterton sobre las historias del padre Brown. Se publicó por primera vez en The Saturday Evening Post (7 de enero de 1911) y se incluyó en la primera colección de Historias del Padre Brown titulada La inocencia del Padre Brown, publicada en 1911.
Chesterton refiere la historia de St. Clare, sometido a juicio en mitad del desierto y ejecutado para limpiar el honor de Inglaterra y el de la hija de un general. Sus verdugos se conjuran para callar por siempre aunque las estatuas del traidor “entusiasmen por siglos y siglos”.

Nótese que las traducciones al español lo hacen con la palabra “muestra”, en tanto que las traducciones vía online lo hacen con la palabra “signo”. ¿Cuál es la correcta o pueden utilizarse como sinónimo?
El título original del cuento es The Sign of the Broken Sword.
Definición de signo según la RAE:
Del lat. signum.
1. m. Objeto, fenómeno o acción material que, por naturaleza o convención, representa o sustituye a otro.
2. m. Indicio, señal de algo. Su rubor me pareció signo de su indignación.
3. m. Señal o figura que se emplea en la escritura y en la imprenta.
Definición de muestra según la RAE:
De mostrar.
5. f. Señal, indicio, demostración o prueba de algo.
Tal vez sea la acepción de muestra la que aplica con mayor claridad, pero no deja de ser complejo, porque es un texto complicado. 


Este cuento presenta algunas particularidades, una de ellas resulta de ser el cuento más importante si lo vemos en cuanto a relevancia, más que nada por la trascendencia que tuvo. Es un cuento complejo, pero no en el sentido de ser difícil para leer, de hecho se lee fácil y se entiende clarito la historia que cuenta, es complejo en cuanto a la interpretación, en lo referente a la segunda historia, todo aquello que se desprende del cuento y que no está a simple vista. Es un cuento muy trabajado y se lo aborda desde diversos aspectos, desde la línea propiamente literaria, desde lo simbólico, desde la historia en cuanto al tema de la verdad (la verdad histórica), de la relación que surge entre las letras y la historia (¿es la historia un hecho literario?), desde la filosofía y la sociología, desde la influencia en otros textos futuros, y los argentinos tenemos el plus, que uno de nuestros más grandes escritores, Jorge Luis Borges lo utilizó como base de inspiración para uno de sus cuentos que también dio mucho para hablar. En la web existe cantidad de textos que interpretan y/o comentan al cuento.

¿Cómo comenzar un comentario sobre este cuento? Es muy difícil, por cualquier lado que se comience quedaran huecos, y además como se dijo, hay muchos aspectos para tratar. Haré lo que pueda para generar un esquema sobre el cuento y es posible que quede todo mezclado. 

En principio podemos ver como dos historias que se visualizan en el cuento al mismo tiempo, por un lado el padre Brown conversando con Flambeau, este solo hecho, la conversación y el ambiente donde se desarrolla ya requiere un análisis. Lo segundo, es la historia sobre la que están hablando, a partir de la estatua de un militar, trata sobre el cariño que tiene el pueblo a ese personaje, al que lo consideran un héroe, pero que en la realidad, cuando sucedieron los acontecimientos, resultó ser un canalla, sin embargo, por como se desarrollaron los hechos, la historia lo tiene como un héroe. Este segundo un punto dispara muchos análisis, aquí es donde radica la cuestión. Es Brown, que a través de un análisis racional le explica la situación a Flambeau, y la prueba de aquella verdad histórica la encuentra en la espada rota, por eso es que se la llama la “muestra”, porque parte de la espada se encuentra con los restos de la víctima. Aunque con “muestra” también puede derivar en otras interpretaciones. Es un cuento encasillado en el género policial clásico. El crimen a resolver, es un crimen histórico que sucedió hace mucho, y sobre el cual, el padre Brown realiza la investigación.

Brown y Flambeau son los personajes que van a aparecen en todos, o casi todos los cuentos que componen el libro. Brown es un sacerdote y Flambeau es un delincuente de guante blanco que se convirtió en investigador. En este cuento, Flambeau juega un papel de interpelador moral. 

Al comienzo del cuento, nos encontramos con los dos personajes caminando y conversando, hay una descripción del paisaje, algunos llaman a esta presentación como un “paisaje gótico”, una descripción del entorno que inicia con Los miles de brazos del bosque eran grises y sus millones de dedos plateados. En un cielo pizarroso de oscuro color verde azulado las estrellas brillaban, lóbregas, como trocitos de hielo. (pág. 265) a partir de esta introducción al cuento, Chesterton comienza a crear un ambiente opresivo preparando el escenario para introducir lo que se conoce como catábasis. Voy a hacer una salvedad, Chesterton juega con un paralelismo, el simbólico y el discursivo, porque en la estructura de la historia recurre a la retrospectiva, en la narración va a descender al pasado, pero al mismo tiempo que va narrando en el presente, desde lo simbólico expresado en la descripción del paisaje alrededor, ellos mismos descienden a las “profundidades” sombrías del espíritu, o del alma, o de la historia, o de ese “hecho social”, esa procesión mental que los lleva a sentir y experimentar esos horrores del pasado que repercuten en el futuro, o sea, en ellos mismos. La catábasis o katabasis (1) (del griego κατὰ, 'abajo' βαίνω 'avance') es un descenso de algún tipo. Existe una gran cantidad de significados e interpretaciones para este término en poesía, retórica y en la psicología moderna. Como imagen retórica refiere a un descenso a los propios horrores a fin de enfrentarlos, verlos, volverlos conscientes y luego ascender purificado por el horror y la conmiseración. A fin de representarlo en literatura, se han usado lugares como el inframundo o el infierno.
Al respecto, encontré una entrada en una web en inglés, titulada La Catábasis del Padre Brown: Descenso en “El signo de la espada rota” (título original: The Katabasis of Father Brown: Descent in “The Sign of the Broken Sword”) (2) donde el autor lo explica en detalle. Una catábasis es, según Raymond J. Clark en Catabasis: Vergil and the Wisdom Tradition, es un descenso al inframundo por un ser humano vivo en la carne, es decir, no una divinidad, no en un sueño, no nigromancia. Es muy interesante el desarrollo que elabora el autor del dicho texto que recomiendo leer, del cual me atrevo a realizar una síntesis. Para este autor, Chesterton, a través de sus letras, nos introduce en la mitología nórdica, los dos personajes (Brown y Flambeau) van a viajar al infierno escandinavo. Chesterton está imaginando el Infierno para los pueblos del norte como un lugar de frío, un inverso del Infierno de fuego cristiano mediterráneo, un infierno de inenarrable frialdad (pág. 265) continúa con la descripción Era una noche extraña para adentrarse en un cementerio (pág. 265), y comienza a sumar indicios para graficar la catábasis, un antiguo cementerio como la morada terrenal de los muertos, hierbas verdes que parecía gris bajo la luz de las estrellas (pág. 265) que podrían ser sombras fantasmales asimiladas a las sombras de los muertos habitantes del aquél infierno, y algunos indicios más como la helada oscuridad o el no había rastro humano (pág. 265). El padre Brown está guiando a Flambeau a través del infierno, ambos se sumergen en los corredores de oscuridad. Chesterton utiliza este lenguaje particular para colocarnos en situación. En este viaje se discute el mal de la narración. El Padre Brown relata toda la horrenda historia, Flambeau se desvela y se aclara. Cuando Brown cierra su historia, Flambeau ve el calor de la luz de la posada en la que descansarán al final de la historia. Termina la catábasis. Al final, emergen del bosque, del Infierno, y regresan a nuestro mundo, a una posada acogedora.

Se presentan dos configuraciones: el pasado y el presente. En ambas historias, la exposición está dispersa: en los tiempos modernos, el Padre Brown dice –Hay tres fragmentos de pruebas –repuso el otro– que es desenterrado de los agujeros y los rincones y que le daré en orden lógico, más que cronológico. (pág. 265) Aquí nos está señalando dos cosas, que Brown, con su ingenio y habilidad, utiliza evidencias para elaborar y afirmar el argumento con el que resuelve el misterio. La otra versa sobre la historia general, que es más caótica y por eso no la cuenta en orden cronológico, el narrador suele regresar a eventos pasados, a pesar que finalmente cierra un contexto concordante con los hechos acaecidos.

Hay un segundo aspecto simbólico en el cuento. Es el camino que siguen los dos dialoguistas desde la estatua hasta la posada. Ese camino refleja el viaje de la ignorancia a la verdad. (3)

Y cuando se produjo la batalla del Río Negro había ido cayendo de un mundo a otro hasta ese lugar que Dante dibujó como el inferior del universo.
–¿A qué se refiere? –preguntó de nuevo su amigo.
Me refiero a ese –respondió el clérigo y señaló de pronto un charco  cubierto de hielo que brillaba en la luna–. ¿Recuerda a quien puso Dante en el último círculo de hielo?
–A los traidores –replicó Flambeau con un estremecimiento. (pág. 284)
El padre Brown está hablando de la Divina Comedia de Dante Alighieri. Estando en el infierno, en la cuarta zona del noveno círculo, en el hielo del Cocito, son castigados los traidores de los benefactores. Los traidores están sumergidos en hielo. Cuando se revela la verdad, surge la conexión entre esos dos momentos es obvia: el monumento se encuentra, como ya se dijo, en un infierno de inenarrable frialdad (pág. 265) como si fuera un traidor en el infierno de Dante.

Hay un tercer aspecto simbólico, tal vez el más relevante. Aparece en el mismo título. La espada rota. 
Espada rota: Siendo la espada símbolo de la agresividad espiritual, del ánimo del héroe, la espada rota es un símbolo que representa un estado de destrucción de dicho factor.
Diccionario de Símbolos. Juan Eduardo Cirlot. Editorial Labor S.A. 1992. Pág. 194.
Como se descubre al final, se tata del héroe caído, el traidor. Lo encontraron allí colgado, después de la retirada de los brasileños, con su espada rota colgando del cuello. (pág. 269) 


A medida que se desarrolla el cuento, el padre Brown cuenta acerca de los personajes:
- Arthur St. Clare, general inglés, el héroe-traidor.
- Olivier, gran patriota brasileño;
- El capitán Keith, publicó una autobiografía, prometido con la hija de St. Clare;
- El comandante Murray, del Ulster, un puritano.
- El viejo coronel Clancy, un irlandés;
Y así al pasar, aparece un personaje llamativo por su nombre, en boca de la narración del padre Brown, Chesterton lo apoda el Buitre.
La primera parte de esa entrada está llena de chistes que circulaban ente los hombres sobre alguien al que llamaban el Buitre. Esta persona, quienquiera que fuese, no parecía uno de ellos, ni siquiera aun inglés, tampoco se habla de él como un enemigo. Da la impresión de que se trataba más bien de un mensajero local, no combatiente, tal vez un guía o periodista. (…) También hay un guiño sobre las ropas de colores que lucía el Buitre. 
(pág. 278)
El visaje, el pestañeo referido a las ropas de colores, pareciera una insinuación al catolicismo. El Buitre se llamaba Espado. ¿Espado el Buitre? 
Lo organizó mi viejo amigo Espado, el petrimetre vestido de alegres colores cuya nariz  ganchuda le valió el apodo de el Buitre. (pág. 284)
Pero otro hombre había hablado también con Espado el Buitre, además de con él. El joven comandante moreno y serio del Ulster había adivinado la horrible verdad… (pág. 285)
Este tal Espado el Buitre, parece un personaje menor, como que está de paso en el cuento, una especie de soldado de ningún lado. No obstante, el apodo que lleva puede remitir a una simbología, el buitre en la tradición grecorromana asumía la calidad de pájaro adivinatorio.


Encontré en un texto buscando en Google Books, un libro (4)  que resume brevemente la trama, y que dará pie para los consiguientes análisis del cuento.

Entonces me acordé de un gran cuento de Chesterton entre las historias del Padre Brown: «El signo de la espada rota». Ahí tenía la solución. Cito a Chesterton:
Después de un primer silencio, el hombre bajito
(el padre Brown) le dijo al otro (Flambeau):
¿Dónde escondería un hombre sabio 
una piedrecilla?
Y el hombre alto contestó en voz baja:
En la playa.
El hombre bajito asintió con la cabeza
y, tras otro breve silencio, dijo:
¿Y dónde escondería un hombre sabio una hoja?
Y el otro contestó: En el bosque.
¿Y qué haría si no hubiera bosque?
Y bien, respondió Flambeau irritado,
¿qué es lo que haría?
Plantaría un bosque para esconderla en él,
dijo el sacerdote con voz oscura.
Un pecado temible. Si no hubiera ningún bosque,
crearía uno. Y si quisiera esconder
una hoja muerta, crearía un bosque muerto.
No hubo aún respuesta, y el sacerdote añadió
todavía con mayor calma y suavidad:
Y si alguien quisiera ocultar un cadáver, haría
un campo de cadáveres para ocultarlo en él.
Eso había hecho el general St. Clare. Mató al comandante Murray, que había descubierto su traición. Y para ocultar el cadáver mandó a la compañía emprender una acción suicida contra el enemigo, en la que casi todos murieron. El general se salvó, pero el resto de la tropa, que conoció el crimen, lo juzgó y lo ahorcó en justicia, colgándole del cuello la espada que se le había roto al cometer el asesinato.
Salió el sembrador. Carlos G. Vallés. Editorial Sal Terrae. 1992. Págs. 79-80.

Podríamos decir que esa es una primera parte de la trama, que alude a una investigación de tinte policial que realiza el padre Brown, y que descubre un misterio, ese misterio por el que nadie se pregunta, el misterio aparece después y tal vez sea lo más relevante del cuento, es al traidor a quien se le hizo la estatua y a quien se lo tiene por el héroe y no a su víctima. Esta situación por sí misma da para diversos estudios. 

De los muchos análisis literarios que existen sobre el tema, voy a transcribir un fragmento de un uno que encontré en un libro (5), también en Google Books, que si bien aborda el tema en relación con el cuento borgiano que luego retomaré, deseo hacer foco en un primer tema que va sobre la verdad. Al mismo tiempo que la autora realiza una contraposición con el poema de un reconocido poeta y dramaturgo, es decir, relaciones literarias con el cuento. 

Asimismo, los dos literatos tienen obras vinculadas al tema del héroe-traidor. Yeats reconoce en el poema "Parnell´s Funeral" su admiración por el líder político Charles Stuart Parnell, nacionalista y héroe irlandés que de injusta manera fue inculpado por sus opositores de desleal a la patria, por un supuesto fraude. Aquí la traición es una mentira añadida a la heroicidad del histórico dirigente.
En cambio, en La muestra de la espada rota de Chesterton se presenta el sentido inverso. Allí se narra la admiración extendida por el general Arthur Saint Clare, considerado héroe y mártir porque murió ejecutado a manos del enemigo a quien se había rendido en una batalla. Sin embargo, el padre Brown descubre que, en realidad, el general había perdido en forma deliberada la contienda para ocultar el cadáver de un inglés asesinado por él, motivo por el cual fue ahorcado por sus propios compañeros. Encubierta la verdad, se escribió un libro que aclamaba su heroísmo y silenciaba la perfidia del héroe-traidor.
El prisma irónico, atributos de la narración irónica. Elizabeth Sánchez Garay. Colofón S.A. de C.V., 2019.

La muestra de la espada rota, versa sobre la resolución de un enigma histórico, una batalla en la que «uno de los hombre más sabios del mundo obra un día como un idiota, sin ninguna razón», y «uno de los hombres más buenos del mundo obra un día como un demonio, sin ninguna razón».
Este doble misterio (6) se resuelve al saber que St. Clare ha asesinado a un compañero oficial y necesita encubrir el crimen. St. Clare lidera a sus hombres en un asalto suicida para producir ese campo de cadáveres y entre ellos ocultar a su víctima. Sin embargo, los soldados sobrevivientes descubren el crimen y cuelgan a St. Clare con el arma homicida colgaba de su cuello (arma a la que le faltaba un pedazo). 


Aquí se puede hacer un nuevo desglose y estudiar al cuento desde la perspectiva político-social. Veamos:
Chesterton se dedicó toda su vida discutir la modernidad y todos los movimientos que le vinieron aparejados. Discutió el progreso, el darwinismo, discutió el socialismo, el capitalismo, el imperialismo, el vegetarianismo, discutió el divorcio, la nueva condición de hombres y mujeres, y apeló a la ortodoxia (título de su ensayo capital) y a la 'filosofía popular' de su tiempo, por medio de extravagantes paradojas. El discurso de este novelista, poeta, periodista es siempre muy similar, incluso en sus relatos siempre está la misma lucha contra los tiempos modernos, agresivos a sus ideales. (7) De hecho, G. K. Chesterton escribió un libro llamado Lo que está mal en el mundo (8). Algo que estaba mal, o al menos así lo veía él, era el imperialismo durante la época victoriana, podría decirse que era un crítico de su época. En una entrada de un blog, titulada The Sign of the Broken Sword and Persistent Lore of Empire: Chesterton’s knowing of colonialist immorality and his defence of postcolonial hypocrisy (9) el autor Matthias Zick Varul relaciona con aspectos verídicos realmente sucedidos, y además cuela cine, música y autores. No se priva de lanzar un par de críticas para con el mismo Chesterton. Me pareció tan brillante la entrada que consideré transcribir todo aquello importante (la mayoría de lo que publicó) traducido al español y pido perdón si hay errores.

La historia es una parábola sobre la criminalidad fatal del imperialismo y sobre cómo se usa la ideología del honor para encubrirlo aún con más muertes. La historia también es una anticipación de cómo la metrópoli después del Imperio se involucrará en una nostalgia imperial desinfectada, dejando a los héroes de la conquista imperial intactos, supuestamente sin dañar a sus víctimas ni a sus descendientes. Al parecer, eso es.

La idea central es que una forma común para aquellos en el poder de encubrir sus asesinatos es ocultándolos detrás de la construcción del honor en la guerra. La ironía de la historia es que en el caso narrado esto solo sale a la luz porque el sacrificio de soldados en el altar de la inocencia imperial no fue instrumental para encubrir el crimen total que es el imperio mismo, un delito individual que debía encubrir el exceso de un oficial en ese crimen total. Pero el principio está expuesto, no obstante. Los ejemplos en la historia abundan. La propia historia de Chesterton desplaza al imperialismo británico al ubicar la acción en un área donde Gran Bretaña nunca tuvo una participación militar: Brasil. Esto le recuerda al lector la naturaleza ficticia de la historia mientras conduce a casa su generalidad más allá del contexto británico-imperialismo: se aplica a todo el poder del estado que involucra nociones de honor militar. Sin embargo, Chesterton no pretende una exculpación por generalización: que la historia sigue siendo una parábola sobre el Imperio Británico, aunque también se aplica a todos los demás imperios (y casi a todos los "estados nacionales"), se asegura al relacionarse con el general Saint Clare como "un soldado del viejo tipo religioso —el tipo que nos salvó durante el Motín" (énfasis agregado - el “Motín”, por supuesto, fue la Primera Guerra de Independencia de la India en 1857). El adversario, el ingenuo y noble líder rebelde Olivier, descrito como "patriota brasileño" está claramente inspirado en Simón Bolívar, el héroe en serie de las luchas anticoloniales sudamericanas que, como católico y anglófilo, era más del gusto de Chesterton que, por ejemplo, un líder de la Primera Guerra de la Independencia de la India, como Bahadur Shah, que no estaría de acuerdo con el vehemente orientalismo del autor (en lo que respecta a la expresión completa en “The Wrong Shape” (La forma incorrecta) en el mismo volumen de historias, The Innocence del padre Brown (El candor del padre Brown)).

La inmoralidad del general Saint Clare está subrayada por su nombre irónico, tomado de la santa Clara de Asís, que es vista como la imagen viva de la humildad y la pobreza y cuya principal preocupación era proteger a los que estaban a su cargo. Esto contrasta con la disposición del general a sacrificar a sus hombres por su propio interés para proteger el botín de su avaricia imperial. Lo que tiene en común con el santo es una profunda fe cristiana pero, como nos recuerda el padre Brown:

    Sir Arthur St. Clare, como ya he dicho, era un hombre que leía su Biblia. Eso era lo que le pasaba. ¿Cuándo entenderán las personas que es inútil que un hombre lea su Biblia a menos que también lea la Biblia de todos los demás? Una impresora lee una Biblia en busca de erratas. Un mormón lee su Biblia y encuentra la poligamia; un científico cristiano lee el suyo y descubre que no tenemos brazos ni piernas. St. Clare era un viejo soldado protestante angloindio.

Chesterton no puede evitarlo y le da a la observación materialista casi marxista un matiz racista: en la culminación de los trasfondos orientalistas y antisemitas de su pensamiento culpa a la lectura del general de su Biblia como una colección de historias de "lujuria, tiranía y traición" sobre la participación del general en la India, lo que significa que vivió "bajo un sol tropical en una sociedad oriental" y por lo tanto "leyó el Antiguo Testamento en lugar del Nuevo".

A pesar de esto, la idea sigue siendo que la empresa imperial es criminal y que su criminalidad, la explotación y el asesinato que representaba, está oculta debajo de una pila adicional de cadáveres de los propios soldados del Imperio caídos en aventuras militares glorificadas como honorables y valientes, presentado a los jóvenes de la nación como ejemplos a seguir. Desplazado como "Guerra de Brasil", el paralelo a la Guerra de Crimea y especialmente la desastrosa Carga de la Brigada de la Luz, es bastante obvio. La conducta honorable y valiente de los hombres de la Brigada de la Luz como inmortalizados en el poema de Lord Tennyson (y se hizo eco en The Trooper de Iron Maiden) deja en blanco la incompetencia en la cadena de mando: el poeta laureado del Imperio, Lord Tennyson, lo trata casualmente en una media línea ("Alguien había cometido un error" (“Some one had blunder’d”)) mientras enfoca la atención en la obediencia ciega y el sacrificio heroico de La caballería británica. Incluso se podría decir que el error constituye una buena oportunidad para dar un buen ejemplo del heroísmo militar británico para proporcionar evidencia de que el poder imperial no descansa, como podría pensarse, en la superioridad industrial y comercial que brinda una ventaja tecnológica y logística, sino principalmente en la superioridad, de carácter (una hazaña ideológica que se repetirá en la película de 1961, Zulu, con Michael Caine, en el que la matanza sin sentido termina en el victorioso zulú aplaudiendo el honor de la unidad imperial derrotada, al igual que el general "brasileño" admira el heroísmo de las tropas británicas fallecidas bajo las cuales el traicionero protagonista enterró a su víctima de asesinato).

Chesterton, escribiendo en 1911, de alguna manera también anticipó en pequeña escala la instancia definitiva de las potencias imperiales de Europa creando, hasta ese momento, el mayor montón de cadáveres, cuando tres años más tarde, en la Gran Guerra, los monarcas y la alta burguesía de Europa enterraron a los millones de víctimas de su explotación colonial e industrial bajo los millones de soldados europeos y coloniales cuyo sacrificio conmemoraron con cariño. Hasta hoy, las oleadas de amapolas arrasan con las víctimas africanas, asiáticas, americanas e irlandesas del colonialismo. En Alemania, el hecho de la derrota combinada con el mito del "soldado invicto en el campo" que, según la fabricación, fue apuñalado en la espalda por una conspiración de demócratas, socialistas, masones libres y judíos, ayudó a olvidar por completo que absolutamente había colonias alemanas (hasta hoy, casi nadie estaría al tanto de las masacres genocidas cometidas contra los Herero y Nama durante el breve gobierno alemán en el suroeste de África). El principio fue llevado a su máxima perversidad cuando la Alemania nazi enterró el genocidio de los judíos, el genocidio de los sinti y los romaníes, la esclavitud de los eslavos, el asesinato en masa "eugenésico" y otros crímenes bajo los cadáveres de la Segunda Guerra Mundial. "Landser"s: con el éxito parcial de que el "honor" de la Wehrmacht permaneció intacto en la Alemania de la posguerra hasta que sus propios crímenes (y el papel que desempeñaron para permitir el Holocausto) se pusieron de relieve en una exposición muy destacada en 1995. (Landser (coloquial) es un viejo término alemán utilizado para denominar a los soldados de bajo rango.)

El escándalo de la historia de Chesterton, el giro en el que se demuestra a sí mismo como el reaccionario que finalmente utilizó el dispositivo retórico de la paradoja, que a menudo arrojaba sorprendentes sabidurías para abandonar su "deber de coraje moral y verdad histórica", como lo expresó Christopher Hitchens: el escándalo es que el padre Brown al final decide no revelar la verdad del asunto que tan minuciosamente descubrió. Lo hace por consideración a los sentimientos de aquellos que crecieron (y de aquellos que aún están creciendo) en admiración por el general Buller St. Clare y para quienes es un modelo a seguir que infunde heroísmo y coraje al servicio del patriotismo inglés:

    “Nunca habrás terminado con él en Inglaterra”, dijo el sacerdote, mirando hacia abajo, “mientras el bronce es fuerte y la piedra permanece. Sus estatuas de mármol erigirán las almas de niños orgullosos e inocentes durante siglos, su tumba en el pueblo huele a lealtad como a lirios. Millones que nunca lo conocieron lo amarán como a un padre, este hombre con el que los últimos que lo conocieron trataron como estiércol. El será un santo; y la verdad nunca se dirá de él, porque finalmente me he decidido. Hay tanto bien y mal en romper secretos que puse a prueba mi conducta. Todos estos periódicos perecerán; el auge anti-Brasil ya ha terminado; Olivier ya es honrado en todas partes. Pero me dije a mí mismo que si en algún lugar, por nombre, en metal o mármol resistiría como las pirámides, el coronel Clancy, o el capitán Keith, o el presidente Olivier, o cualquier hombre inocente fue culpado injustamente, entonces yo hablaría. Si fuera solo que St. Clare fue alabada erróneamente, estaría en silencio. Y lo haré.”

Para resumirlo un poco más, lea esto: convierta a los niños inocentes en carne de cañón que mientras "yacen olvidados y solos, sin una lágrima" dibujan su "gemido de despedida". No necesariamente para el Imperio (ya que Chesterton no creía que el imperialismo fuera una buena idea), sino para el Rey y el País.

El oportunismo podría incluso haber sido legítimo si el general ficticio (en oposición al real) fuera una causa virtuosa (siempre y cuando el padre Brown lo exprese, el elogio incorrecto no conduce a una difamación injustificada). Pero incluso en la historia esto no es cierto: para los ingleses provinciales el (según los estándares de Chesterton) el presidente moralmente impecable Olivier es un villano vil mientras que el Imperio es una causa noble. Lo que deslegitima cualquier queja de los colonizados. Hoy vemos un racismo cada vez menos restringido que resurge en las mismas publicaciones que hace algún tiempo comenzaron a llorar "injusto" por la vilipendio del Imperio.

El libro en el que apareció la historia se llama, como se mencionó, El candor del padre Brown. La historia de la Espada Rota atestigua la naturaleza de esa "inocencia" que niega el reconocimiento de las víctimas de los imperialismos europeos y, por lo tanto, mantiene la superioridad de aquellos privilegiados por descender de los especuladores de la conquista y la explotación colonial. Un informe de BBC South West que celebra la Cruz Victoria del General Redvers Buller por su valor (ese valor consistió en matar a 50 combatientes zulúes, personas que defienden sus tierras contra la ocupación, para salvar a uno de sus propios hombres) no puede encontrar ninguna falla en el hombre, excepto, tal vez, que debería haberse negado a tomar el mando en la Guerra Boer porque sabía que implicaría grandes pérdidas, grandes pérdidas entre los soldados británicos. Y solo los 20.000 británicos cuya muerte concierne a ese informe. Los cadáveres de los africanos caídos que Buller dejó atrás yacen escondidos debajo de los soldados británicos sacrificados que, por supuesto, también fueron víctimas de la política imperial (y la ideología engañosa del honor nacional). No deben tenerse en cuenta en una historia que atrae a los niños pequeños (como Adam Wayne en el Sheriff de Notting Hill). La "inocencia" del padre Brown se toma prestada de la próxima generación y sirve como legitimación de la infantilización de la historia con el aura moral de grave responsabilidad.


Como se ve, el cuento de Chesterton no se agota, y así como brinda contenido para el análisis desde una perspectiva histórico-social y política, también toca lo cultural, por un lado, un par de críticas a la misma persona escritor, por otro lado el devenir en diversas manifestaciones artísticas como las audio-visuales. Luego de leer el cuento, y de una relectura, y de aquellos textos que los explican, en la dirección que sea, no dejan de abrirnos la cabeza. Esa adoración de ídolos falsos, ¿hasta qué punto la conocemos? ¿podemos darnos cuenta o necesitamos que alguien nos la señale? Hace que nos preguntemos si celebramos a las personas adecuadas en la historia. Pareciera aplicarse esa conocida frase que dice “La historia está escrita por los vencedores”. ¿Qué rol juegan los “revisionistas”? ¿estos también reescriben?


Hay un nuevo punto de vista para el abordaje del cuento, en esta mirada confluyen la historia y la literatura. La pregunta que se dispara a partir del cuento es ¿la historia es literatura? ¿la historia crea literatura o la literatura crea historia? ¿o cómo se da esta relación interdisciplinaria?
Aquí voy con un nuevo fragmento de otro libro (10) encontrado en Google Books que, desarrollando un tema distinto, ejemplifica con el cuento de Chesterton. 

Cualquier historiador -aun aquel que escribe con un hacha, torturando la lengua, la página y los ojos del lector-, está haciendo literatura, en la medida en que relata un hecho y construye una interpretación del mismo. Sthendhal, novelista francés del siglo XIX, comparaba la literatura con un espejo que iba reflejando cuanto encontraba a su paso. Pero los espejos no procesan lo que recogen, sólo proyectan imágenes. En cambio, la mente humana deglute y adapta a sus propios esquemas intelectivos e ideológicos todo lo que entra en ella. Lo que produce ya no es la realidad sino una elaboración indiscernible del hecho puro. Eso es Kant, y en filosofía con más de cien años de antigüedad. No volvamos atrás los relojes de la historia del pensamiento, discutiendo en el siglo XXI si la historia es o no literatura. Ya es arcaico.
Hay dos relatos emblemáticos: “Tema del traidor y del héroe” del argentino Jorge Luis Borges y “La muestra de la espada rota” del inglés Gilbert Keith Chesterton. Vale la pena recurrir a ellos para seguir pensando la historia como género literario. La Historia, con mayúsculas, está plagada de hiatos, inferencias que corren por cuenta de quien relata, sin mencionar la mentira y la ideología. Por eso, un mismo acontecimiento es diferente según quien lo refiera. La magnificación mitificante de las historias oficiales, aglutinantes de grupos humanos: ¿es tan necesaria? ¿Beneficia o daña?. Hicieron falta más pensadores de la talla de Mommsen en la lista del Nobel. Que inquieten, que perturben las conciencias. Por que hay que hay que dar vuelta el mito stendhaliano del espejo, y discutir que espacio le asignamos al relato. Nuestros relatos no reflejan la realidad, sino a la inversa, ya que construimos nuestra realidad según los relatos que nos forjamos.
Premios Nobel de literatura: una lectura crítica. Laura Vaccaro. Universidad de Sevilla. 2007. págs. 27 y 28.


Ahora viene el tratamiento y/o referencia al cuento desde la perspectiva filosófica. Veamos:
Existe un pensador contemporáneo de relevancia, Slavoj Žižek, filósofo y sociólogo, no exento de algunos cuestionamientos, que en uno de sus libros (12)   titulado En defensa de las causas perdidas, que se puede leer parcialmente en Google Books, tratando determinado tema, en su desarrollo utiliza el cuento de Chesterton La muestra de la espada rota.

III. Intelectuales radicales o las razones por las que Heidegger dio el paso adecuado (aunque en la dirección errónea) en 1933.
Esconder el árbol en un bosque.
Cuando en “La señal de la espada rota” (un relato de La inocencia del Padre Brown) el Padre Brown explica el misterio a su compañero, Flambeau, empieza con "los que todo el mundo sabe".
(...)
Sin embargo, el Padre Brown advierte que algo no encaja en esta historia que todo el mundo conoce.
(...)
El desenlace se basa en la hipótesis de que el héroe inglés tenía una cara oculta y corrupta.
(...)
La historia acaba como esos westerns de John Ford en los que se prefiere la leyenda heroica a la verdad (recuérdese el discurso final que John Wayne dirige a los periodistas sobre el despiadado general interpretado por Henry Fonda en Fort Apache): “Millones de personajes que nunca lo conocieron amarán como a un padre a un hombre a quien los últimos que conocieron trataron como escoria. Será un santo y nunca nadie sabrá la verdad, pues, por fin, he tomado una decisión.
¿Cuál es la lección hegeliana que cabe extraer de esta historia? ¿Qué hay que rechazar la simple interpretación cínico-denunciadora? ¿Qué la mirada que convierte la corrupción del general en la verdad de su persona es a su vez mendaz y baja? Hace ya mucho que Hegel describió esta trampa como la del Alma Bella cuya mirada reduce los grandes hechos heroicos a los bajos motivos íntimos de sus artífices:

No hay ningún héroe para su ayuda de cámara; pero no porque aquél no sea un héroe, sino porque el ayuda de cámara no es su ayuda de cámara, con el cual el héroe nada tiene que ver como héroe, sino como alguien que come, que bebe, que se viste, y en general sólo en lo que respecta a la particularidad de la necesidad y de la representación; y así también, para el enjuiciamiento de que venimos hablando, no hay acción alguna en la que el lado de la particularidad individual no pudiera contraponerse al lado general o universal de la acción y, contra el agente, ese enjuiciamiento no pudiera hacer de ayuda de cámara de la moralidad.

¿Es entonces el Padre Brown, si no algo parecido al “ayuda de cámara moral” del general, al menos sí un cínico que sabe que las verdades desagradables han de quedar ocultas en beneficio del bien público? La sutileza teológica de Chesterton queda patente en como reparte la responsabilidad para explicar la gradual perdición del general: esta no se debe a que la corrupción moral, fruto del predominio de bajos motivos materialistas, le haya llevado a traicionar la fe cristiana. Chesterton es lo bastante sabio para hacer ver que la causa de dicha corrupción es intrínseca al cristianismo: “el general era una hombre que leía la Biblia. Ése era su problema”. La responsabilidad se coloca en esa interpretación particular -protestante, en este caso- de la Biblia. ¿Y no cabe decir lo mismo del intento de Heidegger (y de Adorno y Horkheimer e, incluso, de Agamben) de colocar el peso de las culpas de las catástrofes ético-políticas del siglo XX sobre los hombros de toda la tradición de la “Metafísica Occidental”, con su razón instrumental, etcétera, en una línea recta que lleva “de Platón a la OTAN” (o, más bien, al gulag)? Sloterdijk ha escrito lo siguiente sobre la problematización izquierdista global de la "civilización occidental":
Mediante formas ilimitadas de la crítica cultural -es decir, la reducción de Auschwitz a Lutero y Platón o la criminalización de toda la civilización occidental- tratamos de desdibujar las huellas que traicionan hasta qué punto éramos los representantes de un sistema basado en el genocidio de clase.
Lo único que se puede añadir es que lo mismo cabe decir de Heidegger y de otros antiguos fascistas: también ellos ocultaron su cadáver nazi en la montaña de cadáveres llamada Metafísica Occidental... ¿Y no habría que rechazar en el mismo sentido, como una generalización precipitada, la popular doctrina liberal según la cual, cuando los filósofos se meten en política, el desastre está asegurado? Conforme a esta idea, ya desde Platón, o fracasan miserablemente, o triunfan... apoyando a tiranos. El motivo -se nos dice- radica en que los filósofos intentan imponer sus ideas a la realidad y, en consecuencia, la violentan; no es de extrañar que, desde Platón hasta Heidegger, hayan sido antidemócratas (a excepción de unos cuantos empiristas y pragmáticos), hayan desdeñado al "pueblo" como una víctima de los sofistas, a merced de una pluralidad contingente... Así, pues, cuando los partidarios de esta doctrina, asimilada al sentido común, oyen que los marxistas defienden a Marx afirmando que el estalinismo no fue fiel a sus ideas, contestan: “¡Gracias a Dios! ¡Peor hubiera sido que las hubieran realizado de verdad!”. Po lo menos, Heidegger estuvo dispuesto a extraer las consecuencias de su catastrófica experiencia y a conceder que quienes piensan ontológicamente yerran ónticamente de forma inevitable, que el desfase es irreductible, que no hay una "filosofía política" digna de ese nombre. Por tanto, parece que G. K. Chesterton tenía toda la razón cuando planteó la irónica propuesta de crear un “cuerpo especial de policía, formado por policía que, además, sean filósofos”:

Su misión es vigilar cualquier atisbo de esta conspiración, no sólo en el sentido del delito, sino también de la controversia. [...] es, a la vez, más audaz y más sutil que el del investigador común. El investigador común va a tabernuchas para detener a los ladrones; nosotros vamos a meriendas elegantes para descubrir pesimistas. El investigador común deduce de un libro de contabilidad o de un diario que se ha cometido un delito. Nuestra obligación es rastrear el origen de esos espantosos pensamientos que, como poco, arrastran a los hombres al fanatismo y al delito intelectual.
(G.K. Chesterton. The Man Who Was Thursday. El hombre que fue jueves.)

¿Acaso pensadores tan distintos como Popper, Adorno y Levinas no suscribirían una versión ligeramente enmendada de esta idea, en la que al delito político se lo llamara "totalitarismo" y el delito filosófico se condensara en el concepto de "totalidad"? Una línea recta une la idea filosófica de totalidad y el totalitarismo político y la tarea de la "policía filosófica" es deducir por los diálogos de Platón o el tratado sobre el contrato social de Rousseau que va a cometerse un delito político. El policía político común se introduce en organizaciones para detener a revolucionarios; el policía filosófico va a congresos de filosofía para descubrir a paladines de la totalidad. El policía antiterrorista común trata de descubrir a quienes pretenden descontruir los cimientos morales y filosóficos de nuestras sociedades... 
Esta posición es la de la "sabiduría": un hombre sabio sabe que no hay que "forzar" la realidad, que un poco de corrupción es la mejor defensa contra una gran corrupción. En este sentido, el cristianismo es una forma  de antisabiduría par excellence: una apuesta loca por la Verdad, que contrasta con el paganismo, el cual, a la postre, se apoya en la sabiduría (“todo vuelve a convertirse en polvo, la Rueda de la Vida gira eternamente...”). Pero esta toma de partido por la sabiduría tiene una limitación fatídica: la del formalismo inherente a la idea de equilibrio, de evitación de los extremos. Cuando uno oye fórmulas como “no es conveniente ni un control estatal absoluto ni un liberalismo / individualismo no regulado, sino una justa medida entre los dos extremos”, el problema que al momento surge es el de la medición de esa medida; el punto de equilibrio se da siempre por supuesto.
En defensa de las causas perdidas. Slavoj Zizek. Ediciones AKAL. 2011. Pág. 101-105


Como todo texto se presta a la mirada de los demás, alguien que ya he citado en esta entrada al blog, le responde al texto de Slavoj Zizek, poniendo en cuestionamiento algunos puntos en los que se basa Zizek para defender el camino que tomó Heidegger, que de por sí ha dado y dará que hablar, quizás por siempre, quien refuta (o confronta) a Zizek es Matthias Zick Varul en su artículo The Sign of the Broken Sword and Persistent Lore of Empire: Chesterton’s knowing of colonialist immorality and his defence of postcolonial hypocrisy
Por supuesto, estaba obligado a pasar por alto algo aquí, y esa es la inevitable toma de Slavoj Žižek (un admirador de Chesterton) en la historia. No desperdiciaré espacio (ni energía) al contar cómo lo construye en su frívola defensa de Martin Heidegger. El uso o abuso de Chesterton aquí se puede descartar fácilmente porque, como siempre, Žižek dobla las cuentas de sus testigos para adaptarlo a él. Por ejemplo, propone que para Chesterton es específicamente la lectura protestante de la Biblia la que corrompe al general, mientras que en la historia es el severo protestante Murray, hombre del Ulster, quien no puede soportar esa corrupción y lo confronta, mientras que la corrupción misma se atribuye a las mismas víctimas del Imperio (los “orientales”) y del cristianismo (los judíos y su Antiguo Testamento).[*]  Žižek fácilmente “pasa por alto” el racismo y el antisemitismo de Chesterton, ya que estos son, aparentemente, pequeños asuntos cuando se trata de la mayor causa metafísica de "salvar" la filosofía (a través y a través de antisemitas) de San Martín en la Montaña. 
Al final Žižek, pide una celebración del valor (en su caso: intelectual y revolucionario más que imperialista) para vigorizar el proyecto. Centrarse en los cadáveres que ese proyecto ha producido hasta ahora es algo perjudicial y que resulten ser una verdad no tiene sentido para él. La irresponsabilidad infantil de tal desprecio por las víctimas prescindibles (que se comparte en Las fantasías de Chesterton de un regreso a un estado más guerrero que lo condujo a la vecindad del fascismo). Es decir, no vale la pena molestarse. El gran gesto con el que el metafísico borra a los que perecieron por el bien mayor que se propone "rescatar" del estalinismo y el nazismo: el Padre Brown rescatando la idea del honor militar del crimen que era el Imperio, por supuesto, es una buena plantilla aquí para ser utilizado en crímenes aún más grandes para salvar tonterías aún mayores. Un patrón, ya que uno de los dispositivos retóricos preferidos de Žižek es reducir la gran violación (por ejemplo, el estalinismo) a un precedente (por ejemplo, el jacobinismo) que es más fácil de vender, ya que es parte del mito fundacional de una violación más comúnmente aceptada (por ejemplo, el nacionalismo secular, cuando llamo al "nacionalismo secular" una violación, pretendo marcar el nacionalismo, no la secularidad...), un världslig sak dado el mayor bien que podamos esperar de ello. Cada vez que pienso en Žižek ahora, tiene una pequeña hélice en la espalda... y una ametralladora de juguete en sus manos.
[*] Como Hitchens muestra que es un movimiento típico en el paradójico de Chesterton, finalmente logra culpar a los judíos por Hitler. https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2012/03/the-reactionary/308889/


Queda abierto el debate, que si ya se encuentra en una atmósfera metafísica, quien sabe donde pueda llegar…



Turno de las influencias, que como toda obra clásica, el cuento La muestra de la espada rota sirvió de inspiración a otros textos
Al finalizar la década del ´20, durante la Edad de Oro del Detective de Ficción, precisamente en 1929 fue fundado por un grupo de escritores de la novela enigma, El London Detection Club (El Club de los Detectives), la idea era señalar las bases de una teoría de lo que debía ser el “juego limpio” en la narrativa policial, creando algunas reglas para no fallarle al lector y que éste se encuentre en condiciones de descubrir y revelar la cuestión planteada.
De entre sus miembros más notorios de este selecto club de escritores de misterio de los años treinta, podemos mencionan a los tres que involucraremos aquí, G. K. Chesterton, Anthony Berkeley y Agatha Christie. 
Si bien las comparaciones son odiosas, algunos han cotejados y encontrado similitudes en obras con su antepasado, el cuento La muestra de la espada rota.
Estos textos se basan en el principio de decir la verdad y hacerla mentir, un término que puede utilizarse para graficar esto es el gambito (del italiano gambetto, zancadilla) que remite al juego de ajedrez donde un gambito es cuando se sacrifica una pieza para obtener una ventaja posicional.
Obras que se inspiraron en la La muestra de la espada rota.
En este caso hablamos primero de The Silk Stocking Murders (El crimen de las medias de seda) de Anthony Berkeley. Donde el detective se ve envuelto en un estremecedor y complejo caso que une el suicidio de la hija de una corista, la desaparición de la hija de un párroco de pueblo y la muerte de tres chicas que aparecen ahorcadas con medias de seda. Con sagacidad psicológica y método deductivo se acabará desvelando el mapa de los asesinatos que se esconde tras el misterio. 
En segundo de los casos es The ABC Murders o The Alphabet Murders (El misterio de la guía de ferrocarriles) de Agatha Christie. Donde el detective investiga una serie de asesinatos aparentemente aleatorios unidos solos por la presencia de la Guía ABC
En ambos casos se razona a partir de pistas psicológicas para resolver el enigma.

Pero el texto que más nos toca como argentinos, es otro cuento, llamado El tema del traidor y del héroe, que fue elaborado por Jorge Luis Borges, uno de los máximos representantes de la literatura argentina, y que a su vez era un admirador y estudioso de la obra de G. K. Chesterton. El mismo narrador en el cuento de Borges comienza con un “bajo el notorio influjo de Chesterton”. Por como le encontró una vuelta y enriqueció el cuento, sumó en lugar de restar, merece una entrada en particular, ya que excede este tema, además que hay innumerables artículos escritos que focalizan solo en el cuento El tema del traidor y del héroe. Solo voy a comentar brevemente algunos ítems. 

Antes de continuar, deseo hacer una mención más al Chesterton escritor, que al mismo tiempo también lo une a Borges escritor, en un aspecto más abarcativo de su obra en general, que antes se mencionó en uno de los artículos linkeados, el tema de las paradojas.

Con respecto al segundo aspecto, Chesterton es considerado como el príncipe de las paradojas, las cuales desarrolla de manera admirable en sus relatos. Por ejemplo, en Las paradojas del Sr. Pond la colección de relatos gira en torno a un funcionario público capaz de resolver asombrosos casos a través de paradojas y razonamientos pocos usuales, como lo hará también Ryan. De hecho, la existencia de un héroe-traidor es un contradicción constante en el relato borgiano, porque, con sus acciones el antepasado ha traicionado a los suyos, pero también ha contribuido al triunfo de éstos, convirtiéndose en personaje glorioso de los confabulados.
El prisma irónico, atributos de la narración irónica. Elizabeth Sánchez Garay. Colofón, S.A. de C.V. 2019. 140 páginas.


Hay un interesante artículo subido a un blog, titulado Chesterton según Borges, cuya fuente original fue la Sociedad Chestertoniana de España (10-06-2010) para leerlo seguir el siguiente link http://oyeborges.blogspot.com/search/label/Borges%20y%20Chesterton
Recomendable leer para tener un panorama general. 


Un par de fragmentos de libros disponibles en Google Books.

La muestra de la espada rota” (de El candor del Padre Brown) tiene como tema también la dialéctica entre la historia y la literatura, o realidad y ficción, y presenta un planteamiento y un desenlace idénticos a los de “Tema del traidor y del héroe”.
(...)
Los cuentos de la colección El poeta y los lunáticos (1963) ya no tienen como detective al Padre Brown, sino al excéntrico pintor y poeta Gabriel Gale. Uno de ellos es titulado “El dedo de piedra”, que constituye el segundo modelo que Borges sigue muy de cerca: esta historia narra la desaparición de un geólogo darwinista experto en los procesos de fosilización, y cómo su principal partidario, un escultor que acaba de concluir una reproducción en piedra del científico recién colocada en la plaza de la ciudad, acusa al clero reaccionario y hostil a la ciencia de haberlo asesinado. La verdad del asunto, sacada a la luz por Gale, es que el geólogo se arrepintió de sus teorías científicas contrarias a la interpretación literal de la Biblia (no olvidemos que estamos ante un relato de Chesterton) y le comunicó a su amigo el escultor que estaba dispuesto a retractarse antes la Iglesia. Enfurecido por lo que consideraba una traición, el escultor lo asesinó y sumergió el cadáver en las aguas de un arroyo cercano que, según le dijo el propio geólogo, petrificaban rápidamente la materia orgánica: el cuerpo fosilizado fue puesto en la plaza como si se tratase de la escultura en memoria del mártir de la ciencia. Aunque según la peculiar lógica interna del cuento de Chesterton el traidor era el escultor y no el geólogo, lo cierto es que el argumento es semejante al de Borges al pretender hacer del traidor un héroe de la causa de la que había abjurado.
Hay un cuento más de Chesterton que ya no trata sobre la escisión y relatividad del individuo, que puede ser a la vez traidor y héroe. De este relato, titulado “El paraíso de los bandidos” -en La sabiduría del Padre Brown (1940)-, Borges pudo tomar la idea de un gran teatro a escala mundial para ocultar la infamia: en “Tema del traidor y del héroe" Nolan orquesta el asesinato de Kilpatrick como si fuese una representación teatral de enormes proporciones: "de teatro hizo la entera ciudad, y los actores fueron legión, y el drama coronado por su muerte abarcó muchos días y muchas noches”.
El infinito mapa de Borges: miradas periféricas. Berta Guerrero Almagro, Alba Saura Clares. Editorial Verbum. 2018. Págs 118-119.


La parodia.
El epígrafe con que Borges encabeza el cuento es una cita de Yeats que se refiere al año platónico. La segunda parte dice que los hombres son bailarines que danzan al son de tambores bárbaros. Algo de la teoría de los ciclos se esboza en el cuento, pues la historia de Fergus Kilpatrick está determinada por la repetición de ciertos actos y piezas literarias. En esa misma medida, Kilpatrick se convierte en un actor que actúa de acuerdo con designios impuestos por otros.
El cuento comienza con una frase que de inmediato sitúa al lector ante una ficción. Al igual que en cuentos anteriormente estudiados existe una separación entre el narrador y los hechos. El narrador ha ideado el argumento de un relato que alguna vez escribirá. Entonces, no sólo no se trata de una historia real, sino que se no se trata de un cuento o una novela real; es solo una idea. Esta actitud del narrador está determinada por la teoría de Leibniz; la historia policiaca, por Chesterton.
El cuento de Chesterton al que posiblemente se refiere el narrador se titula “La muestra de la espada rota”.
El abismo lógico: (Borges y los filósofos de las ideas). Manuel Botero Camacho. Universidad del Rosario. 2009. Pág. 135.

Hay cantidad de artículos referidos al cuento de Borges, seleccioné algunos, de los que solo copiaré el título y el enlace para visitarlos. 

Tema del traidor y del héroe

Jorge Luis Borges y G. K. Chesterton  / Gillian Gayton

Clase sobre "Tema del traidor y del héroe", de Borges.

La puesta en escena de la historia 

Una lectura acerca de “Tema del traidor y del héroe” de Jorge Luis Borges: obra y proyecto

Polifonía y contrapunto en la narrativa de Jorge Luis Borges

Literatura e historia, ficción o mentira en "Tema del traidor y del héroe", de Borges



Para terminar, paso al cine-tv:

Father Brown (en español: “Padre Brown”), es una serie de televisión británica transmitida desde 2013 hasta ahora, por la BBC One. La serie está basada en el personaje del Padre Brown y algunos episodios están inspirados en las historias originales de “Father Brown” de G.K. Chesterton. 
La serie se establece a principios de la década de 1950 en el pueblo de Cotswold de Kembleford, donde el padre Brown no sólo es un párroco en la iglesia católica de Santa María sino que ayuda a resolver crímenes ante la exasperación del inspector de la policía quien a menudo arresta al sospechoso equivocado.
Un capítulo se refiere al cuento La muestra de la espada rota (The sign of the broken sword)
El padre Brown y Lady Felicia visitan los cuarteles locales para la inauguración del memorial de guerra de Dunkerque para el que han ayudado a recaudar fondos. Un asesinato en el cuartel del ejército local con una legendaria espada rota lleva al padre Brown a investigar otra muerte en Dunkerque sucedida hace unos 13 años. 

Un capítulo de la serie animada Los Simpson pareciera tocar el tema.
Lisa la iconoclasta, llamado Lisa the Iconoclast en la versión original, es un episodio perteneciente a la séptima temporada de la serie animada Los Simpson, estrenado por la cadena FOX en Estados Unidos el 18 de febrero de 1996.2 Fue escrito por Jonathan Collier y dirigido por Mike B. Anderson. En el episodio, Lisa descubre que Jebediah Springfield era en realidad un pirata asesino, pero el pueblo se resiste a creer la verdad. 
En un momento, uno de los personajes del pueblo, vulgar, refiere a la herofobia.

Un película italiana llamada La estrategia de la araña (Strategia del ragno) dirigida por Bernardo Bertolucci. El guión, del propio Bertolucci, está basado en un cuento de Jorge Luis Borges: Tema del traidor y del héroe. Es una película de 1970. Narra la historia de Athos Magnani, hijo de uno de los héroes de la Resistencia italiana que murió, según cuenta la leyenda, asesinado por los fascistas en 1936. Magnani viaja a Tara, la ciudad donde vivió su padre, desde Milán, a petición de Draifa, una de las amantes de su padre. Juntos tratan de develar el misterio que se oculta tras la muerte del héroe. 


Citas.
4. Salió el sembrador. Carlos G. Vallés. Editorial Sal Terrae. 1992.
5. El prisma irónico, atributos de la narración irónica. Elizabeth Sánchez Garay. Colofón S.A. de C.V. 2019. 
7. Chesterton, el polemista 'retro'. Álavaro Cortina.  08/10/2008. https://www.elmundo.es/elmundo/2008/10/02/cultura/1222967484.html Visitado el 10-06-2020.
10. Premios Nobel de literatura: una lectura crítica. Laura Vaccaro. Universidad de Sevilla. 2007. págs. 27 y 28.
11. En defensa de las causas perdidas. Slavoj Zizek. Ediciones AKAL. 2011. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario