Anoche noté algo diferente a las noches anteriores de la cuarentena, se escuchaban muchas más sirenas de ambulancia, incluso en un momento hicieron sonar una sirena no habitual, ni siquiera era de bomberos, parecía una sirena antigua de películas de guerra, pero esa fue solo una, por unos pocos segundos, la mayoría eran ambulancias, no menos de nueve o diez, tal vez sean las habituales para una ciudad cosmopolita y en días “normales” uno no presta atención o bien se camuflan con el resto de los sonidos del transporte y de la calle, y haya sido relevante la noche anterior por romper con el silencio imperante. No lo sé, pero las noches anteriores no había escuchado tantas juntas.
En la televisión pasan más casos de inadaptados que escapan de controles vehiculares y por supuestos son atrapados. También tenemos casos de ciudades del interior, con intendentes incompetentes que cierran accesos con montículos de tierra y vallas de cemento, este es el nivel de la dirigencia política a nivel municipal, cortan la libre circulación para aquellos habilitados a circular, y salen alegremente en los medios como eruditos desvergonzados hablando de la genialidad que han llevado a cabo, cada municipio tiene lo que se merece, eso sí, hablan del corte de calles con tierra pero no de la capacidad sanitaria que poseen dichos lugares, cuantos respiradores tienen, cuantas ambulancias de alta complejidad tienen, cuantos hospitales con camas habilitadas tienen, cuanto y como pueden afrontar la pandemia a nivel local, pero del corte de calles con montículos de tierra, sí, lo pasan por la televisión, y se sienten orgullosos, supongo que los habitantes de esos lugares piensan igual, ¿para que se van a preocupar por las condiciones sanitarias si pueden colocar montículos de tierra en las calles? ¿acaso no están violando alguna legislación de carácter nacional? De pronto se me ocurre pensar algo así, por decirlo suavemente. Por eso, por estas genialidades, somos un país tercermundista subdesarrollado.
Hoy almorzamos pollo al horno con papas al horno. Tomamos agua. También tuvimos la precaución de comprar naranjas antes que de comience la cuarentena, con las cuales nos hacemos un jugo exprimido día por medio. El bidón de agua nos dura un día y medio para dos personas utilizándolo para todo (cocinar, mates, te, acompañar comidas, cuando da sed en cualquier momento), es decir, dura un día y medio sin racionalizar, estimamos que dentro cinco o seis días se nos acaban y deberemos salir a comprar.
A las 21hs se realizó el habitual aplauso, ya se extiende por más de 10 minutos continuados.
Hoy la cifra de muertos llega a 13 y de infectados a 589. Supongo que son número orientativos, pero que sirven para seguir la evolución de la infección.
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