La crónica que sigue es la continuación de la Parte III de IV de Visitando San Ignacio – Provincia de Misiones.
Viene de aquí http://reuniendoletras.blogspot.com.ar/2015/02/visitando-san-ignacio-provincia-de_25.html
Nuestro último día en la localidad de San Ignacio en la Provincia de Misiones. Y todavía nos quedaba bastante tiempo. Nos levantamos temprano y preparamos los bolsos. Luego pasamos a tomar el desayuno, las empleadas estaban reunidas con la dueña en una charla, y mientras nosotros tranquilamente desayunábamos, dos mesas más allá, la charla entre la dueña y las empleadas por parte tomaba caras de sorpresas y acotaciones del tipo “¡qué barbaridad!” “¿cómo pueden pasar cosas así?” y frases del estilo. En manos de la dueña del hospedaje había un diario. Y era esta señora la que les trasmitía las noticias a las empleadas. No paso mucho tiempo que ya nos enterábamos de la noticia que alborotaba. Alguien había asaltado a una pareja de turistas. Los turistas viajan en auto en un camino hacia el río, el delincuente había colocado un tronco que cortaba el paso, cuando el turista bajo a mover el tronco el delincuente pretendió robarlo y frente a la resistencia del turista el asaltante lo golpeó, y le pegó un tiro al auto. A pesar que no había más datos que eso, vox populi ya se había determinado quien era el delincuente. Aún no lo habían atrapado y solo se tenía la declaración del turista en sede policial, la cual fue transmitida al periodismo y el periodismo a través del diario la comunicó a la población, una de las lectora, la dueña del hospedaje leyó la noticia y nos la comunicó a nosotros, no sólo eso, sino que nos dijo quien era el delincuente asaltante ¡y con todo detalle!. Según ella, ató cabos y conjeturó que el delincuente no era otro sino aquél preso fugado una semana antes de un penal carcelario de una localidad cercana, noticia que también figuraba en los diarios de aquella semana ya pasada. Y cuando todos creían que el fugado había cruzado la frontera y partido al Paraguay, la señora nos tranquilizó diciendo que pronto lo atraparían ya que se habría quedado, y al no tener dinero procedió a asaltar a esos turistas en ese camino alejado y solitario, cubierto de vegetación. Un hecho aislado. Y por suerte, para la dueña, caso resuelto, ya estaba cercado e identificado, solo faltaba atraparlo. Se notaba la preocupación en esa señora de transmitir cierta tranquilidad a los turistas. Digamos que se preocupan en cuidar al turismo, fuente de sus ingresos. Por suerte, la preocupación por este terrible acontecimiento entre la dueña y sus empleadas enseguida pasó al olvido cuando se leyeron las noticias del carnaval, ganó la comparsa que ya había ganado en otras ocasiones, y esto generó suspicacias entre las presentes.
El hecho, es que una vez que termináramos de desayunar íbamos a partir al Club de Río. Y cuando se lo comentamos a la dueña del hospedaje, nuevamente la inquietud se apoderó de ella, al Club del Río se llega por un camino aislado y solitario cubierto de vegetación, fue en ese camino donde intentaron asaltar al turista. Señora no se preocupe. Es de día, hay mayor circulación, y todos están alerta del criminal y de su hecho delictivo, además, ataca de noche y solo a turistas que viajan solos. En definitiva no fue más que un hecho aislado, un robo que no pasó a mayores (por suerte), y nada más, aquí se suceden hechos delictivos todos los días, y muchos son graves, es extraño aquél día en el que no se lee una noticia de crimen. Estamos acostumbrados.
Debíamos desocupar el hospedaje a las 10am de la mañana y teníamos micro a las 19:30hs de la tarde. Imposible alquilar el hospedaje por unas horas, dado que ya estaba todo reservado, salíamos nosotros y entraban nuevos turistas. La temporada estaba a pleno. Le pedimos permiso a la dueña para poder dejar los bolsos esas siete u ocho horas que íbamos a estar fuera, y ella amablemente nos permitió dejarlos su casa. Siempre nos trató muy bien.
Pedimos un taxi y partimos, son 15 minutos de viaje.
En el camino pasamos por la Plazoleta Virgen de Itatí. Apenas se alcanza a ver la pequeña ermita con la Virgen. Y dos carteles, uno que indica el nombre de la Plazoleta y el otro que semana el Parque Nacional Teyú Cuaré. En dicho cartel indica Guardaparque 7km, para llegar al Club de Río hay que realizar el mismo camino y en un momento se bifurcan, uno va a Club de Río el otro hacia el Parque Provincial. Hasta Club de Río con 3500 metros, o sea 3,5km.
Recuerdo que también pasamos por otra Plaza o Plazoleta, no tomé fotos, pero recuerdo haber visto el busto de Güemes, y es posible que sea de él y no de otro, ya que por ahí mismo pasaba la calle Martin Güemes.
Es conveniente en estos casos que si uno va a movilizarse en remis, consulte primeramente el costo, algunos remises paran en la Terminal, otros remises paran en la cuadra donde se encuentra la Iglesia. Posiblemente haya más paradas.
Llegamos al Club de Río. El costo de la entrada es de 95 cada persona. Coordinamos con el remis para que regrese a buscarnos a las 17hs. En la entrada hay una casilla, hay una o dos personas que cobran la entrada y una barrera.
Al mismo tiempo este Club tiene algunas cabañas para alquilar a los turistas. Es el lugar más completo en cuando a complejo turístico, y también es uno de los que cuesta más caro. Entramos y fuimos directo a un lugar donde hay una oficina de Información. Una mujer te atiende y te explica los lugares del complejo. Luego te entrega un folleto con información. En ese mismo lugar hay un restaurante pequeño y también al lado un sector donde venden algunas vestimentas náuticas y playeras. Salimos y nos fuimos al sector de la playa. Tomamos una calle interna que nos llevó al sector de la Playa. La arena estaba limpia y había unas sombrillas amplias, las llama “tipo sombrillas quincho”. También había “carretones de madera”, uno los ajustaba como mejor quería y de esta manera se podía acomodar sentado o acostado. Así nos instalamos, todavía no era el mediodía, el sol pegaba fuerte, y la gente estaba comenzado a llegar.
Un tanto más adelante, a unos 70 metros de la costa adentrándose en el río una isla artificial y sobre ella construyeron un resto bar llamado justamente “La Isla”.
Si bien no fuimos al resto, paseamos a su alrededor, ya que también funciona como punto panorámico.
Este club es de lo más completo, ofrece mucho más, posee el sector de las cabañas, posee una sala de conferencias, posee un sector de quinchos y parrillas, otro sector para camping, todo lo relacionado con la recreación.
Muchos árboles y unas cuantas palmeras. Para el mediodía ya se estaba llenado de gente. Hasta tenía un estacionamiento.
En otro sector, pero por debajo del nivel del suelo, es decir, bajando unas escaleras, se encontraba la pileta, a su alrededor mesas, sillas, y sobrillas. La piscina estaba separada en dos partes para diferenciar del sector profundo. Y sobre uno de los lados se encontraban las duchas. Allí también había un bar donde vendían los licuados frutales. Había distintas posibilidades de mezclas frutales. En la playa también había otro bar, nos tomamos dos licuados a compartir dado que eran en tamaño grande. También almorzamos un sandwich de lomito a la parrilla que realizaban allí también. Era impresionante ver al barman en el bar del río, como se manejaba con las frutas (todas dulces) más el azúcar y todas las abejas y avispas alrededor, se le subían a las manos, a los bordes de los vasos, a los picos de botellas, y él continuaba con su trabajo.
Este club ofrece varias opciones de turismo alternativo y actividades recreativas. Y no nos íbamos sin hacer algo, si hubiésemos contado con más tiempo quizás habríamos hecho algo más. Entre las actividades que ofrecían estaban: * Treking y Caminatas avistando especies de flora y fauna, ascendiendo al cerrito, a la reserva Osununú y a la aldea Pindoity. * Canopy. * Rapel, Tirolesa y Sup. * Arquería, Canotaje y Escalada. * Mountain Bike. * Luna Llena. Caminata, Tirolesa y Canotaje bajo la luna llena. * Fiesta en la Playa. * Fogones / Karaoke. * Paseo Acuático.
La oferta era interesante. ¿Qué hacer?. Resultó que había un sector donde llegaban unos jóvenes, y ellos se dedicaban a todas estas actividades. Las organizaban para los interesados. Así que nos acercamos a consultarles. Para las actividades había que formar pequeños grupos de cuatro o cinco integrantes como mínimo, te cobraban y salían. Llegando al mediodía ya se habían instalado todos lo organizadores, faltaba la que llegue la gente, y no faltó mucho más que dos minutos que ya empezaban las actividades.
En Arquería un padre, llevó a su pequeño hijo, y allí estaban los dos compitiendo al blanco. La Tirolesa parecía cortita, venía desde el restó isla, cruzaba un trayecto por el río y llegaba a donde estaban los organizadores. La Caminata al cerrito sumaba puntos y la queríamos hacer, pero demoraba varias horas, y eso nos complicaba con el tiempo. Se formó un grupo de entre cinco o seis jóvenes y partieron a la caminata. Estos organizadores, era gente preparada, el grupo partió con su guía. Decidimos que podíamos hacer canotaje. Y eso fue lo que hicimos.
Le pagamos a la organizadora y esperamos que lleguen otras personas que quieran hacer canotaje. A los cinco minutos se acercan dos parejas más que quería subir a los kayaks. Listo, se formó el grupo. Nosotros teníamos un par de mochilas de mano, y nos permitieron dejarlas en la caja de los arqueros hasta que regresemos. La duración de la actividad era de alrededor de una hora. Se acerca uno de los organizadores, que luego nos comentó que es Licenciado en Turismo, y nos coloca los salvavidas a los seis. También tuvimos que dejar las zapatillas allí. Luego nos entregan el remo y nos llevan a la rampa para botes. Para esto, otros dos ayudantes y también guías estaban colocando los kayaks en el agua. Ahora el guía nos pone medianamente ordenados y parado en frente nuestro nos da la clase de instrucción: el remo se maneja así y así, para doblar así y así, para frenar así. Y por favor, si llegamos junto a las rocas, no se impulsen con el remo, siempre con la mano. Listo. Último consejo, si se caen al agua no se preocupen, el bote flota, el remo flota, y ustedes también flotan. Ahora sí, al agua. Genial. Un par de remadas y ya estábamos en el Río Paraná. El guía se pone adelante, otros se retrasan un poquito allá, y remar, y remar.
El guía es respetuoso y para nada hincha. Simplemente nos deja que vayamos como podamos, algunos rápidos, otros se quedan, otros se traban entre las ramas, otros chocan, lo natural de siempre, y el guía no dice nada, ni se molesta ni nos molesta a ninguno de los paseantes de la travesía.
No obstante, cada tanto hace un parate. Espera que nos reunamos todos y luego continuamos viaje. En el trayecto dos tres veces nos reúne a todos y nos da comentarios interesantes sobre el lugar.
Por ejemplo, del otro lado del río se encuentra el país vecino limítrofe de Paraguay. Nos señala su costa y nos indica unas elevaciones en el terreno a modo de pequeños cerros, que le llaman “el hombre muerto”. Debido a la forma que asume el terreno vista desde la costa argentina. Dicha forma del terreno ha sido identificada como el perfil de un hombre acostado sobre el suelo y lo han bautizado como "el hombre muerto".
Aquí mismo, cuando paramos y nos reunimos todos nos dice, “en este punto el río tiene 30 metros de profundidad”. Llegados a este punto habíamos remado un buen tiempo y nos habíamos alejado un buen trecho de la costa.
Giramos y tomamos rumbo hacia la costa.
Nos señala el peñón. Se trata del Peñón del Teyú Cuaré. Una colina rocosa y con monte. Este cerro del Parque Provincial posee una altura de 120 metros. El guía nos comenta que Teyú Cuaré en guaraní significa “Cueva del Lagarto”.
Luego nos acerca a la roca, nos señala una rendija en la piedra. Se veía algo “como chorreado”, y se escuchaba un ruidillo. Nos explica que son murciélagos. En esos huecos en la roca habitan murciélagos. Nos dice que “hay alrededor de 11 especies en la región de Teyú Cuaré. Que solo una es sanguinaria, y el resto son todas insectívoras. Nos comenta también que una habita solamente esos lugares y que solo se puede acceder llegando desde el río”.
Desde allí y luego del breve descanso con charla, emprendemos el regreso. Este se facilita bastante porque venimos con la corriente a nuestro favor, hasta que no nos inclinamos más al centro y todos los peaseantes entramos en fila a un sector lleno de ramas, donde quedamos medio atorados. Después de acomodarnos y poder salir de ese lugar, cada uno de nosotros volvemos a tomar rumbo hasta el Club de Río.
Terminado el canotaje, devolvimos los remos, los botes, los salvavidas, retiramos nuestras mochilas y calzado. Y continuamos dando vueltas por Club de Río a medida que se hacía la hora del regreso. Encontramos un buen lugar donde estar tranquilos a la sombra de una palmera con vista al río en un par de reposeras que encontramos en la playa.
Unos minutos antes de las 17hs nos llegamos hasta el ingreso, donde está la barrera. El muchacho que estaba recibiendo a las ingresantes y cobrando la entrada nos ofreces un par de sillas mientras esperamos al remis. Caían al suelos una semillas o frutos duros del algunos árboles, no se de que planta se trataba, pero había que estar a un lado para evitar que nos golpee uno en la cabeza.
Al rato, llaman por teléfono al muchacho de la cabina para preguntarle por “las dos personas que estaban sentadas en la entrada” le responde que “esperaban un remis”, evidentemente tenían alguna cámara de seguridad y alguna central por donde nos estaban observando.
Llego, el remis, volvimos al hospedaje a retirar nuestros bolsos.
En el hospedaje, nos despedimos de la dueña. Y nos fuimos caminando hasta la Terminal. No recuerdo su regresamos por la calle Marcelo T. de Alvear o por la calle Uruguay. Una calle de tierra, angosta, poceada, en mal estado, fea para circular. La caminamos las cinco calles hasta Avenida Sarmiento y desde allí, cruzar la ruta y llegar a la Terminal.
En la fotografías se puede ver un característico hormiguero de esos que se erigen de la tierra formando un montículo elevado, son altos con forma de domo, y que los hay por todas partes, en todos los alrededores de San Ignacio, incluso en la misma ciudad, este mismo se encontraba en una esquina.
La verdad que no se específicamente de que hormiga se trata ni como se llaman estos hormigueros, puede que sean los llamados tacurú, pero no lo sé con seguridad.
Solo pude encontrar en la web algunos link como para leer un poco sin conformarme ni saciar la curiosidad completamente.
http://www.territoriodigital.com/notaimpresa.aspx?c=1895316413224563
http://antzgroup.unq.edu.ar/proyectos/camponotus/tacurues-intro.html
http://www.produccion-animal.com.ar/produccion_y_manejo_pasturas/pasturas_combate_de_plagas_y_malezas/49-hormigas_argentinas.pdf
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/futuro/13-1021-2004-12-05.html
Habiendo concluido la visita a esta ciudad, resta decir que faltó mucho por recorrer y conocer, desde probar la gastronomía local, algo que no hicimos pero hubieses estado bueno, conocer algún yerbatero, recorrer el Parque Provincial Teyú Cuaré, la Reserva Natural Osununú, alguna aldea aborigen, el Puerto Viejo y tal vez alguna de las localidades cercanas. También hay otro sector de la ciudad, que no está señalizado como de poseer algo turístico, pero existe un tanto más allá, que no conocimos.
De regreso, venías desde Puerto Iguazú los micros de la empresa Via Bariloche, uno venía con retraso de una hora, el otro venía a horario con una diferencia de 10 minutos con el retrasado, el que venía a horario era el nuestro. En San Ignacio, en la Terminal, los encargados de esta empresa de micros, no se si de las demás lo mismo, pude ver que cada vez que suben los pasajeros toman una fotografía desde el local que se encuentra a algunos metros más atrás, ¿por qué será? ¿el modo que encontraron de suplantar una cámara de seguridad? Los que fuere, subimos y nos trajo de vuelta a Capital Federal.
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