Casi una visita obligada resulta esta conocida casa museo, para todos aquellos visitantes de San Ignacio Mini, que tenga un mínimo interés por las letras y la literatura, aún aquellos que no hayan leído nada del escritor, pero que al menos lo conocen de nombre. Es innegable que ocupa un lugar en la historia de la literatura argentina. En nuestro viaje a San Ignacio Mini, estaba prevista la visita a esta casa museo, y nos hicimos lugar y tiempo un día por la mañana, luego del desayuno.
Así que partimos hacia allá, alrededor de las diez de la mañana. Es fácil llegar, está todo indicado, hay números carteles a lo largo del camino. El Museo Casa Horacio Quiroga se encuentra ubicado en las afueras de la ciudad pero no muy lejos, se puede llegar caminando tranquilamente, nosotros fuimos a pie, ida y vuelta caminando sin ningún problema. De hecho en el camino de ida nos cruzamos con dos mujeres que venían desde allí, también habían realizado el trayecto a pie. Desde el centro de la ciudad se va hacia uno de los lados, se puede ir por la Av. San Martin hasta llegar al Cuartel de Gendarmería, son solo cinco cuadras. Luego se caminan dos cuadras por la Av. Sargento Cabral hasta llegar a la Av. Quiroga, y desde allí son dos cuadras más por Av. Quiroga hasta que uno llega al cruce que desvía al Museo Casa Horacio Quiroga, si uno continúa por dicho camino llega a la ribera del río. Luego se camina alrededor de una cuadra y finalmente llega. En definitiva no son muchas cuadras, a lo más, sumaran diez cuadras desde la plaza central.
En la fotografía se puede ver el ingreso a la Casa Museo. Las dos casillas que se ven en el fondo forman parte del museo en sí. En primer plano podemos observar un característico hormiguero de esos que se erigen de la tierra formando un montículo elevado y que los hay por todas partes, en todos los alrededores de San Ignacio Mini, incluso en la misma ciudad. Llegando a la entrada, y todo a su alrededor está lleno de árboles, algunos de ellos se pueden ver en la fotografía. Llegamos a media mañana, y ya el sol estaba pegando bien fuerte. Fue un día de mucho calor. Fuimos preparados, ropa ligera, color claro, gorros de pescador, y sobre todo un par de botellitas con agua. Al lugar se llega rápido, y para el regreso lo mismo, pero el sol se hace sentir, y al ir caminando no hay sombras, la mitad del camino es directamente por la calle, ya que tampoco hay veredas, y el ataque del sol es directo. Observando la foto, vemos dos casillas, una de madera pintada color verde, y la segunda de material, es en esta que se encuentra la puerta de ingreso al museo.
Quizás sea el lugar turístico más reconocido que posee San Ignacio Mini después de las Ruinas Jesuíticas. La Guía Visual de las Cataratas del Iguazú y Esteros del Iberá (Clarin) a este museo en particular le dedica dos páginas completas. Y esta Guía Visual así se refiere “El escritor Horacio Silvestre Quiroga (1878-1937) fue deslumbrado por la selva misionera a la que eligió para vivir. Allí fracasó en diversas empresas, pero escribió numerosos cuentos, algunos de los cuales están considerados como de los mejores de la literatura latinoamericana.”. La misma Guía Visual, algunas páginas antes, presenta a este museo de la siguiente manera “Casa de Horacio Quiroga. Fue la vivienda del uruguayo Horacio Quiroga. Enamorado del nordeste argentino, el escritor reflejó su pasión por la selva misionera en cada uno de sus libros.”. No obstante La Guía Nacional de Museos, editada en el año 2009, por la Secretaría de Cultura y la Secretaría de Turismo de la Nación, dice de este museo “Colección de fotografías del período 1910-1936 tomadas por el escritor, que reseñan las actividades e intereses en el lugar, casa de piedra original y casa de madera, réplica de la primera casa en la que viviera. Originales y réplicas de elementos de uso cotidiano.”
Cuando uno llega, enseguida te atiende un joven muchacho que es el guía del museo. Cuando fuimos había dos muchachos, pero uno solo era el que se encargaba de todo, en cuanto a la los visitantes al museo. Por suerte para nosotros, éramos los únicos visitantes en el museo, no había nadie más, así que teníamos disponibles la dedicación plena de la visita. La entrada cuesta 30 pesos, y la verdad que no es mucho, si consideramos que los visitantes son turistas, y además de ser turistas, pienso yo que los visitantes tienen una mínima inquietud por visitar el museo, al menos un conocimiento previo, se de varios casos de turistas que solo llegan, visitan el lugar más conocido o popular (en este caso las Ruinas Jesuíticas, pero creo que en cualquier lugar se repite lo mismo) y luego pasan el tiempo en las playas (también podrían ser los cerros o montañas en otros lugares del país). Es solo mi opinión. El hecho es que nos recibe el muchacho que olvidamos preguntar su nombre, y de forma amable nos comienza a comentar todo lo referido a Quiroga, su obra y el museo. Estaba bien instruido, intercambiamos conceptos pareceres. Explicaba de forma sencilla y clara. Y contestaba cualquier interrogante. La visita guiada, solo comprende dos salas, el resto del museo uno lo puede recorrer por su cuenta. Imagino que también esto es así por una cuestión de seguridad. En la sala principal, varios objetos están al alcance de la mano, y nada garantiza que alguien se lleve algo. Lamentablemente ha pasado en otros museos y luego es noticia en los medios. Lo bueno de la visita guiada es que uno toma conocimientos de aspectos que desconoce, o incluso refuerza otros aspectos poco visibles.
En esta primera sala, hay más que nada cuatro grandes pinturas en las paredes que reflejan sus obras, sirven como marco introductorio para la charla que nos da el guía, también hay unos poquísimo elementos que se utilizaron en una película sobre él, y otros elementos originales del propio Quiroga.
Luego se pasa a la sala principal del museo. Se accede por un caminito elevado a aproximadamente un metro del suelo de unos tres metros de largo rodeado con variadas plantas de hojas grande y así se llega a la sala principal. El guía nos acompaña y continúa comentado la vida cotidiana de Quiroga en aquél lugar.
En la sala podemos ver números elementos, algunos retratos del autor y numerosas fotografías, herramientas, y variados artefactos del escritor.
Las pinturas de la sala anterior y algunos de los retratos del autor, son obras de artistas locales.
Podemos ver una colección de insectos, y los restos de una red con las que los atrapaba, desconozco si alguna vez de dedicó a la entomología. La piel de una serpiente, las serpientes fueron inspiradoras para algunos de sus cuentos, y algunas mulitas embalsamadas, lo que parece indicar que practicó la taxidermia. En otro lado de la sala, se puede observar la trampa que utilizaba para cazar estos animales, las mulitas, también conocidos con el nombre de peludos, armadillos, tatú, o tatú guazú como lo llaman en guaraní.
Herramientas de trabajo cotidiano originales y elementos personales originales, entre las herramientas se pueden ver aquellas relacionadas con la carpintería, tarea casi diría, necesaria, en una zona rodeada de árboles donde abundaba la madera.
Entre los objetos de mayor tamaño, se destacan dos, una cómoda silla mecedora tejida en mimbre y una antigua motocicleta o moto-bicicleta. En realidad este vehículo es una réplica de la que utilizaba el escritor, según nos comentó el guía, la original se encuentra en el museo del escritor en Salto, Uruguay, ciudad donde había nacido.
Completa la sala con la exhibición de algunos elementos relacionados con la música.
A partir de este momento, el guía nos explica brevemente el resto del recorrido que ya lo podemos realizar por nuestra cuenta, el guía se regresa a la sala de la entrada y nosotros partimos a recorrer lo demás.
El caminito elevado a aproximadamente un metro del suelo de unos tres metros de largo rodeado con variadas plantas de hojas grande, en realidad son dos caminos, uno por el que llegamos que une las dos salas, y el segundo que lleva al patio, lo caminamos y bajamos los tres o cuatro escalones y llegamos al patio. Primeramente vemos una extensión del patio con un césped bien cuidado y algún que otro hormiguero. Luego viene una tanda de árboles medianos a altos, uno tiene que cruzar por estos árboles y llega a la otra parte del museo. Hoy día está todo bien demarcado, pero hay que tener en cuenta que en la época que vivió Quiroga, este terreno donde se encontraba su propiedad, estaba en la afueras del pueblo, y en aquella época, se llegaba adentrándose en el monte misionero. Nos comentaba el guía, que para llegar a su casa y a los alrededores, había que andar por una picada, muchas veces hecho por los mismos habitantes. Según una de las acepciones proporcionadas por la RAE, una picada es una palabra que se utiliza en América Central Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay, y significa Camino o senda abierta por el hombre a través de la espesura del monte. Estos caminos se abrían paso en la vegetación a fuerza de machete, y generalmente eran de un ancho que permitía la circulación de una persona.
Una vez que uno cruza los árboles, hay unos senderos demarcados para caminar, a veces se ven y otras no, por lo que también se puede ir caminando por el césped, o bien por entre los árboles, serán unos cuatro o cinco metros de árboles y luego uno se encuentra con una casa de madera.
En los alrededores hay varios puntos, donde se erige algo metálico construido con forma de hoja (parece una hoja de planta de plátano). Cada una de ellas posee material audiovisual, que le permite a uno, presionando un botón, escuchar o visualizar pasajes u obras u conceptos referidos a Quiroga. Representan a su época, pueden resultar interesantes o no, depende del interés y la subjetividad de cada uno.
Se camina un cortísimo trecho hasta que uno llega a la casa de madera, que ya se ve desde atrás de los árboles. Esta casa de madera, fue construida en 1996 con motivo de filmar la película “Historias de amor, locura y muerte” dirigida por al director Nemesio Juárez, una película basada en la vida y obra del escritor Horacio Quiroga. La casa en cuestión es una réplica de la primera casa original que tuvo el autor en San Ignacio Mini. A esta casa no se puede ingresar, y por fuera hay ubicados una canoa común y corriente, algunas ruedas antiguas de carruaje y también los restos de una canoa de tronco único, no creo que sea original, pero la verdad que no lo sé, posiblemente también sea producto de la filmación. Es conocido que Quiroga al menos realizó él mismo una de estas canoas de modo artesanal, y hay fotografías de aquella época donde se lo ve realizando la tarea de darle forma. Estas canoas de tronco único eran muy utilizadas por los aborígenes guaraníes que habitaban la zona. El autor utilizó la canoa en algunas de sus obras. El techo deja una pequeña galería todo alrededor de la casa. Pensarla ubicada en el medio del monte, en aquellos años, un lugar solitario, con ventanas y amplias puertas con vidrio, y por su tamaño la volvían un lugar interesante para vivir y refugiarse.
A pocos metros de allí, se llega a otra casa, es la casa de piedra. Esta casa está construida sobre la original, la segunda que tuvo el escritor allí en ese lugar. Construida y restaurada, ésta ya no es de madera sino de piedra. Por fotografías que pude ver en la web, antes, en algún momento, allí en esa casa funcionaba el museo, o al menos estuvieron en exhibición variados objetos. Hoy día está completamente cerrada, y solo se la puede visualizar desde afuera.
Allí mismo, a un lado, a pocos metros, hay ruinas y restos de cimientos de otro construcción, posee un cartel indicativo que dice “casa de peones”, desconozco si son vestigios que quedan de aquella época y si efectivamente eran peones que vivían en la propiedad de Quiroga o no, pero pareciera ser que sí, razón que le encuentro para la presencia de dicho cartel.
También uno puede observar el aljibe original de aquél tiempo, que también aparece mencionado en alguna de sus obras. En realidad hay dos aljibes, uno por cada casa.
Y allí, a pocos pasos de la casa, la pileta que le construyó a su esposa. De tamaño pequeño pero imagino que llena de agua era más que suficiente para aplacar un poco el calor del verano.
Uno puede continuar el recorrido por entre un pequeño cañaveral, al parecer, Quiroga en su momento plantó este cañaveral que rodeaba toda su casa, imagino que serviría como una valla que proporcionaba una protección natural, ¿protección a qué? No lo sé, puedo suponer a ciertos animales o al avance mismo de la vegetación propia del monte, pero no dejan de ser solo conjeturas mías.
Este cañaveral estaba compuesto por tacuarales y madera nativa. Las cañas son aprovechables y se les dan variados usos, sin contar que forman una buena barreda con el exterior.
Se puede caminar por parte de lo que queda del cañaveral, por un camino interno de tierra coloradas y cañas a ambos lados incluso, por partes, formando un pequeño túnel. Un lugar increíble, esa mezcla de luces y sombras, aquellos rayos de sol que logran pasar por entre las cañas y ese encierro que generan un sitio tan extraño, imaginémoslo en aquella época todo eso en medio de un monte.
Quiroga también plantó alrededor de su casa palmeras, palmeras mbocayá (Acrocomia totai), de las que algunas de ellas aún pueden verse. Las plantó en forma de círculo, lo que se conoce como el círculo de mbocayá, que también fueron inspiración para otro de sus cuentos, el llamado Un peón, debido a que las palmeras las plantó con la ayuda, justamente, de un peón.
Saliendo del cañaveral, uno se encuentra con un busto de Horacio Quiroga, que han colocado allí en homenaje al escritor.
Es importante a quienes visiten el lugar que lleven suficiente repelente para insectos debido a la cantidad de mosquitos, echarse lo suficiente en la piel para no ser atacados y terminar lleno de rochas por causa de las picaduras.
Algo positivo es que permiten tomar fotografías, tanto del interior de las salas como del exterior. Tampoco es algo nuevo o novedoso, o que uno va a mostrar algo inédito, las fotografías del museo en su totalidad circulan por la web desde hace bastante tiempo, y también figuran en guías y folletos turísticos. No deja de ser lindo poder disfrutarlas y conocerlas para aquellos que solo toman conocimiento a través de la imagen, pero lo interesante es estar en el lugar y sentir ese aire, imaginar esa presencia del personaje en su época. Como sucede con cualquier museo.
Para cerrar el comentario sobre la visita que realizamos al Museo Casa Horacio Quiroga debo decir que están realizando obras con la finalidad de “poner en valor la casa que perteneciera al escritor uruguayo”, para esto se está construyendo un centro de visitantes, esta construcción se la puede ver desde el camino que lleva al río, y tendrá la función de generar un espacio de reflexión (con bar y biblioteca) para que el público lo pueda disfrutar. Lo que parece prometer, y que cuando quede terminado engrandecerá este lugar turístico ampliamente recomendable para visitarlo.
Links. (Consultados Febrero 2015):
http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=582307
http://es.wikipedia.org/wiki/Horacio_Quiroga
http://www.primeraedicionweb.com.ar/nota/impreso/134861/2790/polemica-por-museo-de-horacio-quiroga-el-gobierno-detallo-las-obras-en-el-lugar.html
http://localidades.cfi.org.ar/Misiones/San-Ignacio/Novedades/19149/3332/casa-museo-horacio-quiroga
http://www.agenciahoy.com/notix/noticia/cultura/68706_strongartistas-plaacutesticas-misioneras-se-suman-al-homenaje-a-horacio-quirogastrong-.htm
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