El día
del incendio, flor de susto me pegué. Ese día estaba sentado escuchando música
moderadamente, en volumen bajo diría, porque me gusta escucharla muy bajo, y
sentado en la pc chateaba por msn. Tenía las ventanas abiertas. Hacía calor.
Era la tardecita, ya no recuerdo la hora exacta, pero creo que eran alrededor
de las cinco de la tarde. En eso escuché unos gritos, pero no les hice caso. La
vecina de abajo tenía la costumbre de gritar, en realidad gritaba todo el
tiempo, cuando hablaba, gritaba. Su hija, vivía un piso más abajo, justo abajo
del de ella. Su hija tenía la costumbre de gritar repitiendo lo que la madre
decía, intuyo yo que era una burla por la molestia que le ocasionaban los
gritos de su madre. La costumbre en esa familia era gritar. Así que no presté
atención a los gritos que escuchaba porque imaginé que eran los habituales.
Justo ese día no eran esos gritos, sino que eran los gritos del incendio. Yo
seguía lo más tranquilo del mundo en la pc escuchando música y chateando y los
gritos continuaban. Así que en un momento ya me pareció algo extraño, me
acerqué a la ventana, y veo que los gritos eran algo así como “salgan que se incendia”. Me empecé a
preocupar, no sabía lo que pasaba, y de la ventana que miraba no se veía nada,
ni tampoco se podía ver para abajo, pero las que gritaban, eran madre y abuela
de la hija/nieta que se le incendiaba la casa, sí, la abuela también vivía en
el edificio. Mi preocupación desconociendo la gravedad del siniestro y
escuchando muchos gritos, me llevó a dar la vuelta y abrir la otra ventana. Así
va, que me asomo por la ventana y una nube negra de humo que había tapado todo
el hueco del edificio venía subiendo. Ahí, mi anterior preocupación se
transformó en un miedo del carajo. Lo primero que se me ocurrió fue, cierro
todo y bajo. Así que inmediatamente cerré todas las ventanas, tomé las cosas de
rigor como las llaves, el reloj, y los documentos, no se cómo hice para perder
tiempo en eso, aunque siempre los tengo en el mismo lugar, y también tomé un
pañuelo, me puse la remera y antes de salir, se me ocurrió pensar en que quizás
el incendio era de abajo de todo y no iba a poder llegar. Una ocurrencia muy
tonta, no se cómo me daba tiempo para pensar cosas en ese momento, otros quizás
hubiesen rajado al toque así como estaban. Como los gritos continuaban, se me
ocurrió volver a abrir una ventana, y preguntar si se podía bajar, la nube
negra ya casi llegaba arriba de todo, abrí la ventana rapidísimo y grité “¿se puede bajar?”, las dos mujeres que
estaban a los gritos pero que evidentemente no bajaban, me escucharon, y me
respondieron, “¡por la escalera!”. Me
habían escuchado pero no habían escuchado que fue lo que pregunté, así que
volví a cerrar todo y me apresuré a salir. Cuando abro la puerta, un humo
blanco que me invade, la volví a cerrar al instante, sin siquiera poner un pie
del otro lado de la puerta, ahí mi miedo se duplicó, me decía a mí mismo en mi
interior que de esa no salía bien, pero me convencí inmediatamente que tenía
que salir, y que le iba a dar para adelante, hasta llegar debajo de todo. Como
el humo que me invadió me había permitido darme cuenta que no se veía nada, fui
a buscar la linterna, desde ese día, tengo siempre una linterna al lado de la
puerta (ya cargada con pilas). Lo segundo que hice casi instantáneamente fue
sacar el pañuelo que había tomado, un error que cometí fue no mojarlo, es de
buen saber que cuando se toma un pañuelo para taparse la boca y la nariz en
caso de humo de incendio, hay que mojarlo así funciona como filtro, pues bien,
yo no lo mojé, mi cabeza no dio para pensar en tanto, aunque hubiese debido
hacerlo. El humo de un incendio no solo es humo común sino que está acompañado
de un montón de partículas muy dañinas, además que algunas son grandes y uno
las ve volando. Ni bien tenía el pañuelo en la mano, encendí la linterna, abrí
nuevamente la puerta, salí y la cerré. Luego me había olvidado que había
cerrado a puerta, ya no recuerdo si lo hice así nomás o con llave, luego me
había entrado la duda si la había dejado abierta, pero no, la había cerrado.
Cuando arranco caminando a máxima velocidad me doy cuenta que aún con la
linterna no veía nada, apenas veía un poquito del rayo luminoso. Llegué a la escalera,
y llevaba tapada la boca y nariz con el pañuelo algo que no servía de mucho
porque no lo había mojado. No veía nada, pero como iba tanteando logré ubicar
el hueco de la escalera, y tanteando la pared comencé a bajar, en esa
situación, al ser los escalones del lado de la pared más gruesos, me arrojé
contra la pared temiendo patinar o errar de escalón y terminar cayéndome, lo
cual me produjo algunos raspones en la mano con la que iba apoyando, ya en que partes apoyaba con la
parte superior de la mano, y así seguí bajando, termino el primer piso en mi
bajada y cada vez aceleraba más la marcha, quería correr y no podía, llegando
al cuarto, veo un claro así que faltando como tres escalones doy un salto, y en
eso me doy cuando que ya no había tanto humo, el humo tiende a subir y el
incendio era en ese mismo piso, eso me doy cuenta en ese momento y me
tranquilizo bastante, todo eso pasó en un tiempo que no puedo medir, fue
instantáneo, resulta que cuando doy el salto de los últimos escalones, hice un
pequeño ruido y por el pasillo de ese piso iban dos o tres personas, ya no
recuerdo bien, creo casi con seguridad que eran dos, el encargado del edificio
y otra persona más. Los dos iban agachados, el encargado llevaba un matafuegos,
y el otro sujeto iba con una linterna y una escoba, y yo en mi salida, cuando
dí el salto los ví, y ellos por el ruido se dieron vuelta y me vieron, lo único
que se me ocurrió decirles fue un pregunta, “¿y
los de arriba?”, arriba vivían como dos o tres ancianos, que era imposible
que salieran, y por la situación pensaba que estos habían pasado a otra vida,
algo que por suerte no resultó así, pero en ese momento se me ocurrió eso, a lo
que el encargado, me responde “no se
puede subir más”, y tenía razón, era imposible, de hecho, yo venía de ahí. No
me ofrecí por si necesitaban algo o los acompañé, creo que en ese momento mi
prioridad era salir de ahí, en realidad pienso que un poco del susto, más lo
que había visto, es decir, la cantidad de humo, habían hecho que solo pensara
en salir, y más que no había un hecho concreto que requiriese de mi asistencia,
y a eso iba sumado mi enojo que nadie se
le dio por tocar todos los timbres dando aviso de salir, algo que me indignó
cuando bajé y vi la dueña del departamento siniestrado llorando preocupada por
el perro y no por las personas de los demás departamentos, algo desde mi
parecer muy deplorable, imagino que habrá que estar en el lugar de esa persona,
pero por más que uno quiera mucho a un perro, primeros deberían estar los de su
misma especie, sus pares, sus similares, pero pongo “debería” porque evidentemente no es así en muchas personas, y esta
persona que fue la que salió primero ni siquiera se tomó el trabajo de tocar
los demás timbres para anoticiar de lo que sucedía a los demás. En definitiva,
luego que me respondió el encargado, continué mi bajada, y ellos continuaron
adentrándose al departamento incendiado. Finalmente llegué debajo de todo,
había pocas personas, me quedé un ratito viendo, y empezaban a salir las demás
personas, y esta mujer sentada llorando por el perro. No di aviso por los
porteros, porque pensé que ya lo habían hecho, en eso vuelven a bajar el
encargado, en realidad no recuerdo y al momento llegan los bomberos y se acerca
un policía, y al rato para en la esquina una ambulancia. La gente, más que nada
los auto-evacuados, se empiezan a juntar alrededor de la puerta, el policía se
encarga de correrlos a todos y asegurarse que no molesten, yo ni bien salí, me
puse en el edificio de al lado, pero siempre están los estorbos, aquellas
personas que sin ser útiles para nada y sin necesidad de estar, ahí están
metidas en el medio de todo, y acá estaban, así que el policía se encargaba de
correrlos, a su vez varios de los del
edificio que llegaban desde afuera y algunas de las viejas de siempre con
chusmerío sacando conclusiones de lo sucedido, y a esto sumado los transeúntes,
los curiosos y los chusmas que se acercaban a mirar lo que sucedía. Los
bomberos se calzaron sus tanques de oxígenos, sus hachas y empezaron a subir con
la manguera del carro hidrante, por supuesto que no es como en el primer mundo,
porque en Argentina los bomberos tienen muchas deficiencias y a pesar del
loable trabajo que hacen, los Gobiernos y la sociedad en su mayoría miran para
otro lado sin atender las necesidades de este oficio. Al tiempo abrieron el
agua, no se por donde ingresaron, si por la puerta principal o se descolgaron
del techo, mi ventana estaba abierta casi hasta la mitad y el vidrio también,
imagino yo que fue para observar si el fuego había alcanzado el interior del
departamento o si no había necesidad de ingresar a apagar fuego, el
departamento de abajo, también había sido forzado, luego alcancé a ver que
tenía uno de sus vidrios rotos, y finalmente se veía el siniestrado que estaba
destruido, el fuego lo había acabado con todo ahí. Esto lo alcancé a ver cuando
pude regresar, pero mientras los bomberos trabajaban, estaba abajo, el
encargado del edificio de al lado, hizo evacuarlo por prevención, en ese momento
no se sabía la magnitud del siniestro y se temía por alguna explosión,
derrumbre o por prvención. Al rato seguían saliendo personas evacuadas del
edificio, uno que salió en cuero y pantalones cortos, una mujer que salió con
su bebita envuelta una toalla y según había contado estaba encerrada en el baño
asustada y había puesto a la beba en la bañadera, otro muchacho joven que lo llevaron
a la ambulancia para darle un poco de oxígeno. Yo que estaba parado contra una
pared y escuchaba un grupo de vecinas chusmas, algo que me molestaba mucho,
aproveché que justo salía la gente evacuada del edificio de al lado y me fui a
llamar por teléfono, ahí me di cuenta que tenía en la mano la linterna, que era
una de metal de las grandes, muy notoria, había olvidado que la tenía, y luego
me voy hasta el kiosko a una cuadra, llamo por teléfono, y cuando me regresaba,
me doy cuenta que tenía hollín en los brazos, luego cuando me pude ver en el
baño, tenía hollín en toda la cara y en todo el cuerpo, estaba bastante sucio,
y todo era consecuencia de ese humo negro. Se habían acercado un par de
policías más, debido al amontonamiento de personas y la situación que se daba.
Finalmente luego de un par de horas de trabajo, cuando los bomberos se
aseguraron de que estaba todo listo para regresar, y el incendio había sido
sofocado, por suerte sin víctimas fatales, dieron el visto bueno para que
ingrese la gente. Yo que había vuelto y seguía observando muy atento, cuando vi
que se podía ingresar, me mandé, y es ahí que me agarran para que firme no se
que hoja de los bomberos, a mí y a otro más que también procedía a entrar,
bueno, firmamos esa planilla y subimos, el agua chorreaba por todas las
escaleras, mi temor era la puerta abierta, no se temor de que, pero eso me
preocupaba, pero cuando subí, vi que la había cerrado, ingresé y sonaba la
alarma de monóxido, y no paró hasta un buen rato, abrí todo para airear, era
imposible, había un olor a humo impresionante, no se aireó completamente hasta
después de meses, todo estaba negro, el hollín que había era impresionante,
tuve que limpiar todo varias veces hasta dejarlo más o menos bien, al rato se
asoma por la puerta del pasillo la vecina gritona que estaba paseando mirando
lo sucedido y me pregunta que era el ruido, le contesto que era la alarma de
monóxido y se va. Al tiempo la familia completa de la siniestrada, abuela,
madre e hija se mudaron. Así fue la crónica del día del incendio.
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