jueves, 20 de agosto de 2015

Explosión.

Un día tranquilo, común y corriente como cualquier otro. Templado. El ruido de siempre, propio de la contaminación sonora del lugar debido mayormente al incesante tránsito del mediodía. Bastante gente circulando, y otros cuantos en las paradas de los colectivos que van y viene todo el tiempo. Y así en este contexto nos encontrábamos mi esposa y yo en la parada de colectivo esperando pacientemente en la fila, detrás de no más de cuatro o cinco personas. De charla en charla y atentos a ver acercarse nuestro transporte que no llegaba. De repente una explosión, un ruido fuerte y corto, sentimos que algo “nos tocó” las piernas. Inmediatamente miramos a ver que sucedía, de donde venía ese “golpe”, pareció el ruido de un golpe, un choque, la incertidumbre hacía que no pudiéramos determinar de qué se trataba. Al resto de las personas alrededor les sucedió lo mismo. No pasaron más de tres segundos que todas las miradas se concentraban en un mismo lugar. Había sido detectado el lugar del hecho. Allí mismo a menos de cinco metros no más, una llamarada pequeña pero constante que surgía de la tierra, de la vereda, una garrafa pequeña, posiblemente de esas de 3kg de gas envasado dando vueltas por la vereda y una persona que se tira hacia atrás, vuelve y trata de acercarse a ver que sucede y como controlar lo que sucede. Y lo que estaba pasando no era un problema menor, salía gas y había fuego. El susto se apoderó de las personas que se encontraban alrededor, no de todas ellas, muchas parecían verse sorprendidas llamadas por la curiosidad. En nuestro caso, el temor a algún problema mayor hizo que atináramos a alejarnos lo más pronto del lugar. No había nadie herido a simple vista, nadie lastimado y había un escape de gas prendido fuego que cada vez iba aumentando de tamaño, ¿para qué quedarse? Dejar que actúen los profesionales en la materia parecía ser lo más conveniente, y nos pareció que la mejor opción como meros espectadores civiles era alejarse del lugar. No obstante muchas algunas personas formaban un círculo alrededor del pequeño siniestro. Pero este iba en aumento. Nosotros nos alejamos del lugar rápidamente, al mismo tiempo que también lo hicieron otras personas, una pareja de jóvenes que se encontraban en la misma parada que nosotros, nos iban ganando en la huida, y mientras caminábamos hacia la próxima parada mirábamos hacia atrás y se alcanzaba a ver que llamas cada vez se hacían más grande y ganaban altura. Dos cuadras más adelante, justo venía el colectivo, así que lo paramos, primeramente subió la pareja que salió antes que nosotros y luego nosotros dos para alejarnos definitivamente del lugar y llegar a destino, con la incógnita de saber que había sucedido y la tranquilidad de no haber sido algo mucho peor convirtiéndose en una tragedia. Así pasaron algunas horas del día. Cuando estamos regresando por el mismo camino, ya desde la distancia lo primero que vemos es un camión de bomberos, su característico rojo se distinguía muy bien y luego el panorama completo, unos cuantos policías alrededor del lugar, dos o tres patrulleros, una ambulancia, dos camionetas de medios de comunicación (al menos las que se alcanzaban a observar) y las cintas de vallado, y un re-direccionamiento del tránsito hacia uno de los carriles más alejados del lugar. Más tarde la noticia ya había llegado a algunos los medios de comunicación. Por suerte no hubo víctimas fatales. Dos personas fueron trasladadas con heridas leves. El fuego creció y alcanzó la totalidad del frente del local. Por precaución evacuaron el edificio, y los dos lugares colindantes. Hasta que finalmente el siniestro fue controlado.

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