sábado, 22 de agosto de 2015

Biblioteca de intercambio.

Caminando por la calle, en una vereda, sobre un árbol, había colgados dos cajones de  madera de esos comúnmente utilizados en el sector hortofrutícola. Pintados de color rojo y amarillo, y con unas franjas de papel azul pegado a ellos. A su lado, sobre el árbol, tres carteles que decían “biblioteca de intercambio”, “biblioteca libre” y “dejá un libro y llevá otro”.  
Allí mismo, en la edificación funciona un jardín de infantes. Cabe suponer que se trataba de una actividad pedagógica para los niños. Y puedo pensar que se trataba de una actividad integrada con los padres de los niños. Debo aclarar, que son solo suposiciones nacidas de la mera y corta observación. Pero baste ver que los cajones estaban a cierta altura que un niño de jardín de infantes no llega ni aún puesto en punta de pie y subido al cantero. En tanto que los padres alcanzan cómodamente ya que ambos cajones están a su altura. Además los cajones no fueron colocados en el interior del jardín, sino en su exterior, justo en la entrada donde se juntan todos los padres a llevar y retirar a los niños.
El sistema es sencillo, uno deja un libro, y se lleva otro, de manera tal que se crea un circuito de intercambio del que con solo aportar un libro, uno puede leer muchos libros diferentes. Así, dicho a groso modo, resulta fabuloso. Una actividad recreativa donde todos ganan y se cultivan intelectualmente en conocimiento, siempre pensado en los chicos pequeños, cabe suponer que son libros para chicos en edad de jardín, de tres, cuatro o cinco años.
Claro que para que este sistema funcione, se necesita algunos otros elementos. La responsabilidad, y la solidaridad y la no interrupción del circuito por parte de quienes participan. Baste con que uno que cumpla, que el circuito ya se corta. O puede que uno no cumpla y por imitación, el resto no lo haga.
Lamentablemente, estos sistemas no funcionan, al menos en nuestra sociedad, y creería que en la inmensa mayoría, aquí sucedió que no funcionó. Pasamos por allí con mi esposa un día y pudimos ver un libro colocado, esperando el intercambio, era un libro, lomo color blanco, allí estaba. A los dos días volvimos a pasar y ya no había libros, solo un par de revistas, parecían ser de esas pequeñas de entrega gratuita con propaganda de clasificados de servicios del barrio. Luego una nueva pasadas y había dos libros usados y de temática para adultos como por ejemplo una novela de economía mundial y finanzas. A la semana, ya los cajones estaban completamente vacíos, de por medio había caídos una lluvia que despego algunos de los coloridos papeles que lo adornaban. Y así han quedado durante días. Vacíos.
El sistema no funcionó (al menos desde mi parecer), primó el egoísmo, la maldad, la irrespetuosidad, el oportunismo, el daño, no sé que puede ser, se me ocurren muchas conjeturas y son todas malas. Aquél individuo que se llevó el libro (sea el que vimos o sea otro que haya estado allí) y dejó dos revistas de entrega gratuitas de propaganda de servicios ¿por qué lo hizo?, existe un principio general que indica “no dañar al otro”, esa persona ¿no pensó que estaba haciendo un daño? ¿no era mejor no dejar nada? ¿por qué se llevó el libro y no dejó otro? realmente ¿lo necesitaba para leer? Luego de leerlo ¿lo devolvió? ¿comprendería la diferencia entre libro y revista? Y eso pensando en el mejor de los casos en que haya sido una persona ignorante, pero aún así, no me cierra, me asaltan ideas negativas ¿sería un oportunista? ¿se llevó el libro para apropiárselo? ¿lo habrá vendido? ¿lo habrá regalado? ¿lo habrá tirado? ¿será una manifestación de lo que comúnmente se llama “viveza criolla”? ¿habrá sido una actitud desconsiderada y pensada con cierta maldad para hacer daño y que el sistema no funcione? Con las actuales tecnologías, uno puede pensar que el hecho fue registrado con algún domo o cámara de vigilancia cercana al lugar y llegar a ver a través de la filmación quien lo hizo. ¿Pero de qué sirve? Solo veríamos un acto y no conoceríamos la motivación. Y aún llegado al caso que diéramos con el autor, y luego de una charla con él diéramos con la motivación (justificada o no) ¿de qué serviría? De nada, porque el sistema de “intercambio libro” ya está afectado, dejó de funcionar.
Aquí se me ocurren muchos aspectos para considerar. Estos sistemas de cadenas,   no funcionan, se pierde el tiempo y se afecta a los demás “integrantes” o participantes de la cadena. Las cadenas de cartas, son antiquísimas, y nunca funcionaron, en la teoría el análisis casi siempre resulta fantástico donde todos ganan, pero en la práctica, cuando intervienen los individuos, es donde se ejecuta la irresponsabilidad y el sistema se trunca y falla.
No obstante, hay otros sistemas parecidos que tienen un cierto nivel de eficiencia, pero que nunca es completo, existen aquellos proyectos llamados “biblioteca errante”, “biblioteca de intercambio libertaria”, etc… pero nunca están dejados totalmente a la libertad de personas, anónimas, para que funcionen, tiene ciertas mínimas reglas de orden o control.
En el ejemplo mencionado, se han dejado las dos cajas, sin ningún control, quien quiera tenía acceso a ellas, nadie se encontraba allí observando o controlando que quien se lleva un libro deje otro libro, y esta falta de control hizo que alguien abusara de su libertad y pasara a un libertinaje donde primé el egoísmo y la maldad, con algo tan pequeño como un libro.  
También hubo algún que otro error, en cuento a las inclemencias climáticas, la falta de un lugar protegido de la lluvia donde se pide que uno deje un libro, afecta seriamente el funcionamiento del sistema.
Todo esto lo estoy hablando centrado en lo físico y no en lo electrónico y/o digital, ya que ahí el tema del intercambio (por ejemplo, el p2p u otros sistemas) funcionan relativamente bien, en tanto que los sistemas de cadenas, bulos, noticas falsas y hoaxes, engaños masivos en los que generalmente se suele beneficiar alguien que los organizar pero en el que pierden todo el resto, aunque suelen pasar desapercibidos por varias razones: afectación mínima, facilidad de reproducción, etc…
El aspecto que veo positivo es la integración para con los padres. Si es que estaba pensado así, y es lo que me parece. Que funcione como motivador para que los padres acerquen a los chicos a la lectura, y no solo a la lectura sino que se inmiscuyan en ella comentando los libros o contándoles los cuentos (en caso de libros de cuentos) que se presentan en los libros. Esta es una falencia que se da en muchas familias, y creo que desde siempre, así como hay padres que acompañan el estudio a los hijos, hay otros que le son completamente ajeno. Es una motivación más, que ayuda a los niños a desarrollar la imaginación y la fantasía. Pero aunque parece sencillo no lo es del todo, siempre hay padres reticentes o “distraídos” que no les importa mucho, por la razón que fuere, y creo que la inmensa mayoría de las veces no es una cuestión económica sino cultural. El sistema que había implementado en la escuela primaria a la que asistí, no distaba mucho de este, pero si tenía algunas variantes, no recuerdo exactamente en que año, creería que en segundo o tercer grado, en una oficina que hacía veces de “biblioteca” había una mesa y sobre la mesa extendían una buena y surtida cantidad de libros de cuentos para niños, llevaban a todo el curso y le permitían llevarse a cada alumno un libro para leer, al pasar una semana debía devolverlo, esto se repetía dos veces al año. La segunda vez, cada alumno debía llevar un libro/librito de su parte para dejarlo y colaborarlo a la “biblioteca”, podía ser nuevo o usado, la mayoría llevaban alguno usado. Pero aún con ese sistema, siempre había alumnos que no llevaban ninguno, se sobreentiendo que también existía una responsabilidad por parte de los padres de cooperar con el niño para que lleve el libro, es decir, el padre debía permitirle que lleve el libro, ayudarle y aconsejarle para bien que lleve el libro, y en muchos caso comprarle el libro para que lo lleve, y todo esto, en muchos caso no sucedía. También se daba el caso, de aquellos alumnos que se llevaban el libro, y al pasar la semana no lo devolvían, algunos lo olvidaban y dos o tres días después el libro era regresado, pero estaban aquellos pocos casos que el libro o librito no regresaba más. En este sistema, la responsabilidad de los padres estaba en su hogar, no había contacto entre padres-escuelas, a diferencia de estos cajones en la vereda del jardín, donde si bien no existe un contacto directo entre padre-jardín, el lazo es más cercano porque llega hasta la puerta del mismo, e indefectiblemente, muchos padres, creería que se cruzan entre sí, cuando toman y/o dejan un libro. Y aquí veo que pueden presentarse caso de padres que charlan con otros padres y con los hijos sobre el tema de los libros y la lectura, así como también la imitación positiva de unos padres al ver a otros padres en el intercambio de los libros y finalmente una suerte de control social positivo para con aquellos padres más reticentes a intercambiar un libro para con sus hijos.

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