martes, 3 de junio de 2014

Vivencias. Incendio.

El día del incendio, flor de susto me pegué. Ese día estaba sentado escuchando música moderadamente, en volumen bajo diría, porque me gusta escucharla muy bajo, y sentado en la pc chateaba por msn. Tenía las ventanas abiertas. Hacía calor. Era la tardecita, ya no recuerdo la hora exacta, pero creo que eran alrededor de las cinco de la tarde. En eso escuché unos gritos, pero no les hice caso. La vecina de abajo tenía la costumbre de gritar, en realidad gritaba todo el tiempo, cuando hablaba, gritaba. Su hija, vivía un piso más abajo, justo abajo del de ella. Su hija tenía la costumbre de gritar repitiendo lo que la madre decía, intuyo yo que era una burla por la molestia que le ocasionaban los gritos de su madre. La costumbre en esa familia era gritar. Así que no presté atención a los gritos que escuchaba porque imaginé que eran los habituales. Justo ese día no eran esos gritos, sino que eran los gritos del incendio. Yo seguía lo más tranquilo del mundo en la pc escuchando música y chateando y los gritos continuaban. Así que en un momento ya me pareció algo extraño, me acerqué a la ventana, y veo que los gritos eran algo así como “salgan que se incendia”. Me empecé a preocupar, no sabía lo que pasaba, y de la ventana que miraba no se veía nada, ni tampoco se podía ver para abajo, pero las que gritaban, eran madre y abuela de la hija/nieta que se le incendiaba la casa, sí, la abuela también vivía en el edificio. Mi preocupación desconociendo la gravedad del siniestro y escuchando muchos gritos, me llevó a dar la vuelta y abrir la otra ventana. Así va, que me asomo por la ventana y una nube negra de humo que había tapado todo el hueco del edificio venía subiendo. Ahí, mi anterior preocupación se transformó en un miedo del carajo. Lo primero que se me ocurrió fue, cierro todo y bajo. Así que inmediatamente cerré todas las ventanas, tomé las cosas de rigor como las llaves, el reloj, y los documentos, no se cómo hice para perder tiempo en eso, aunque siempre los tengo en el mismo lugar, y también tomé un pañuelo, me puse la remera y antes de salir, se me ocurrió pensar en que quizás el incendio era de abajo de todo y no iba a poder llegar. Una ocurrencia muy tonta, no se cómo me daba tiempo para pensar cosas en ese momento, otros quizás hubiesen rajado al toque así como estaban. Como los gritos continuaban, se me ocurrió volver a abrir una ventana, y preguntar si se podía bajar, la nube negra ya casi llegaba arriba de todo, abrí la ventana rapidísimo y grité “¿se puede bajar?”, las dos mujeres que estaban a los gritos pero que evidentemente no bajaban, me escucharon, y me respondieron, “¡por la escalera!”. Me habían escuchado pero no habían escuchado que fue lo que pregunté, así que volví a cerrar todo y me apresuré a salir. Cuando abro la puerta, un humo blanco que me invade, la volví a cerrar al instante, sin siquiera poner un pie del otro lado de la puerta, ahí mi miedo se duplicó, me decía a mí mismo en mi interior que de esa no salía bien, pero me convencí inmediatamente que tenía que salir, y que le iba a dar para adelante, hasta llegar debajo de todo. Como el humo que me invadió me había permitido darme cuenta que no se veía nada, fui a buscar la linterna, desde ese día, tengo siempre una linterna al lado de la puerta (ya cargada con pilas). Lo segundo que hice casi instantáneamente fue sacar el pañuelo que había tomado, un error que cometí fue no mojarlo, es de buen saber que cuando se toma un pañuelo para taparse la boca y la nariz en caso de humo de incendio, hay que mojarlo así funciona como filtro, pues bien, yo no lo mojé, mi cabeza no dio para pensar en tanto, aunque hubiese debido hacerlo. El humo de un incendio no solo es humo común sino que está acompañado de un montón de partículas muy dañinas, además que algunas son grandes y uno las ve volando. Ni bien tenía el pañuelo en la mano, encendí la linterna, abrí nuevamente la puerta, salí y la cerré. Luego me había olvidado que había cerrado a puerta, ya no recuerdo si lo hice así nomás o con llave, luego me había entrado la duda si la había dejado abierta, pero no, la había cerrado. Cuando arranco caminando a máxima velocidad me doy cuenta que aún con la linterna no veía nada, apenas veía un poquito del rayo luminoso. Llegué a la escalera, y llevaba tapada la boca y nariz con el pañuelo algo que no servía de mucho porque no lo había mojado. No veía nada, pero como iba tanteando logré ubicar el hueco de la escalera, y tanteando la pared comencé a bajar, en esa situación, al ser los escalones del lado de la pared más gruesos, me arrojé contra la pared temiendo patinar o errar de escalón y terminar cayéndome, lo cual me produjo algunos raspones en la mano con la que iba  apoyando, ya en que partes apoyaba con la parte superior de la mano, y así seguí bajando, termino el primer piso en mi bajada y cada vez aceleraba más la marcha, quería correr y no podía, llegando al cuarto, veo un claro así que faltando como tres escalones doy un salto, y en eso me doy cuando que ya no había tanto humo, el humo tiende a subir y el incendio era en ese mismo piso, eso me doy cuenta en ese momento y me tranquilizo bastante, todo eso pasó en un tiempo que no puedo medir, fue instantáneo, resulta que cuando doy el salto de los últimos escalones, hice un pequeño ruido y por el pasillo de ese piso iban dos o tres personas, ya no recuerdo bien, creo casi con seguridad que eran dos, el encargado del edificio y otra persona más. Los dos iban agachados, el encargado llevaba un matafuegos, y el otro sujeto iba con una linterna y una escoba, y yo en mi salida, cuando dí el salto los ví, y ellos por el ruido se dieron vuelta y me vieron, lo único que se me ocurrió decirles fue un pregunta, “¿y los de arriba?”, arriba vivían como dos o tres ancianos, que era imposible que salieran, y por la situación pensaba que estos habían pasado a otra vida, algo que por suerte no resultó así, pero en ese momento se me ocurrió eso, a lo que el encargado, me responde “no se puede subir más”, y tenía razón, era imposible, de hecho, yo venía de ahí. No me ofrecí por si necesitaban algo o los acompañé, creo que en ese momento mi prioridad era salir de ahí, en realidad pienso que un poco del susto, más lo que había visto, es decir, la cantidad de humo, habían hecho que solo pensara en salir, y más que no había un hecho concreto que requiriese de mi asistencia, y a eso iba  sumado mi enojo que nadie se le dio por tocar todos los timbres dando aviso de salir, algo que me indignó cuando bajé y vi la dueña del departamento siniestrado llorando preocupada por el perro y no por las personas de los demás departamentos, algo desde mi parecer muy deplorable, imagino que habrá que estar en el lugar de esa persona, pero por más que uno quiera mucho a un perro, primeros deberían estar los de su misma especie, sus pares, sus similares, pero pongo “debería” porque evidentemente no es así en muchas personas, y esta persona que fue la que salió primero ni siquiera se tomó el trabajo de tocar los demás timbres para anoticiar de lo que sucedía a los demás. En definitiva, luego que me respondió el encargado, continué mi bajada, y ellos continuaron adentrándose al departamento incendiado. Finalmente llegué debajo de todo, había pocas personas, me quedé un ratito viendo, y empezaban a salir las demás personas, y esta mujer sentada llorando por el perro. No di aviso por los porteros, porque pensé que ya lo habían hecho, en eso vuelven a bajar el encargado, en realidad no recuerdo y al momento llegan los bomberos y se acerca un policía, y al rato para en la esquina una ambulancia. La gente, más que nada los auto-evacuados, se empiezan a juntar alrededor de la puerta, el policía se encarga de correrlos a todos y asegurarse que no molesten, yo ni bien salí, me puse en el edificio de al lado, pero siempre están los estorbos, aquellas personas que sin ser útiles para nada y sin necesidad de estar, ahí están metidas en el medio de todo, y acá estaban, así que el policía se encargaba de correrlos, a su vez  varios de los del edificio que llegaban desde afuera y algunas de las viejas de siempre con chusmerío sacando conclusiones de lo sucedido, y a esto sumado los transeúntes, los curiosos y los chusmas que se acercaban a mirar lo que sucedía. Los bomberos se calzaron sus tanques de oxígenos, sus hachas y empezaron a subir con la manguera del carro hidrante, por supuesto que no es como en el primer mundo, porque en Argentina los bomberos tienen muchas deficiencias y a pesar del loable trabajo que hacen, los Gobiernos y la sociedad en su mayoría miran para otro lado sin atender las necesidades de este oficio. Al tiempo abrieron el agua, no se por donde ingresaron, si por la puerta principal o se descolgaron del techo, mi ventana estaba abierta casi hasta la mitad y el vidrio también, imagino yo que fue para observar si el fuego había alcanzado el interior del departamento o si no había necesidad de ingresar a apagar fuego, el departamento de abajo, también había sido forzado, luego alcancé a ver que tenía uno de sus vidrios rotos, y finalmente se veía el siniestrado que estaba destruido, el fuego lo había acabado con todo ahí. Esto lo alcancé a ver cuando pude regresar, pero mientras los bomberos trabajaban, estaba abajo, el encargado del edificio de al lado, hizo evacuarlo por prevención, en ese momento no se sabía la magnitud del siniestro y se temía por alguna explosión, derrumbre o por prvención. Al rato seguían saliendo personas evacuadas del edificio, uno que salió en cuero y pantalones cortos, una mujer que salió con su bebita envuelta una toalla y según había contado estaba encerrada en el baño asustada y había puesto a la beba en la bañadera, otro muchacho joven que lo llevaron a la ambulancia para darle un poco de oxígeno. Yo que estaba parado contra una pared y escuchaba un grupo de vecinas chusmas, algo que me molestaba mucho, aproveché que justo salía la gente evacuada del edificio de al lado y me fui a llamar por teléfono, ahí me di cuenta que tenía en la mano la linterna, que era una de metal de las grandes, muy notoria, había olvidado que la tenía, y luego me voy hasta el kiosko a una cuadra, llamo por teléfono, y cuando me regresaba, me doy cuenta que tenía hollín en los brazos, luego cuando me pude ver en el baño, tenía hollín en toda la cara y en todo el cuerpo, estaba bastante sucio, y todo era consecuencia de ese humo negro. Se habían acercado un par de policías más, debido al amontonamiento de personas y la situación que se daba. Finalmente luego de un par de horas de trabajo, cuando los bomberos se aseguraron de que estaba todo listo para regresar, y el incendio había sido sofocado, por suerte sin víctimas fatales, dieron el visto bueno para que ingrese la gente. Yo que había vuelto y seguía observando muy atento, cuando vi que se podía ingresar, me mandé, y es ahí que me agarran para que firme no se que hoja de los bomberos, a mí y a otro más que también procedía a entrar, bueno, firmamos esa planilla y subimos, el agua chorreaba por todas las escaleras, mi temor era la puerta abierta, no se temor de que, pero eso me preocupaba, pero cuando subí, vi que la había cerrado, ingresé y sonaba la alarma de monóxido, y no paró hasta un buen rato, abrí todo para airear, era imposible, había un olor a humo impresionante, no se aireó completamente hasta después de meses, todo estaba negro, el hollín que había era impresionante, tuve que limpiar todo varias veces hasta dejarlo más o menos bien, al rato se asoma por la puerta del pasillo la vecina gritona que estaba paseando mirando lo sucedido y me pregunta que era el ruido, le contesto que era la alarma de monóxido y se va. Al tiempo la familia completa de la siniestrada, abuela, madre e hija se mudaron. Así fue la crónica del día del incendio. 

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