viernes, 25 de octubre de 2019

Roberto Grau, el maestro.


Roberto Grau, el maestro. 
Gloria Grau. Juan Morgado. Jorge Delfino.
1ª Edición, 2007
Ediciones Colihue.
www.ecolihue.com.ar (inactivo)
www.colihue.com.ar
166 páginas

Reseña:
Al investigar la historia del ajedrez argentino durante los primeros cincuenta años del siglo XX una y otra vez nos encontramos con el nombre de Roberto Grau.
Sin ser publicista, Roberto difundió el ajedrez en nuestro país recorriendo no menos de seten­ta localidades del interior para dar simultáneas y conferencias. Aún numerosos clubes llevan su nombre en honor a esas visitas. Sin ser rico, aportó de su bolsillo fondos y también logró que empresas contribuyeran económicamente con emprendimientos ajedrecísticos. Sin ser un especialista de la enseñanza, escribió un tratado de ajedrez en cuatro tomos que, a más de setenta años de su primera edición, sigue siendo una obra fundamental, con más de cuarenta edi­ciones, en Argentina y otros países.
Roberto Grau, el maestro intenta contar desde los ojos de su hija, Gloria Grau, y de Jorge Delfín o, parte de esa historia, desconocida hasta ahora.
Por su parte, Juan Morgado, destacado ajedrecista, analiza las mejores partidas del maestro e intenta esclarecer detalles de su personalidad a través de algunas notas y reportajes incluidos en esta edición.

Autores:
Gloria Carmen Grau: Nacida en Buenos Aires. Abogada egresada de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Bachiller. Especializada en Derecho Civil. Docente de Enseñanza media y superior. Autora de varios textos para la enseñanza media en colaboración con el Dr. Jorge Raúl Delfino. Entre dichas obras figuran Derecho usual y práctica forense, El derecho, Administración de personal y legislación social y Legislación del trabajo (todas de Editorial Plus Ultra). Fue profesora de las Escuelas de Comercio Nº 30 y Nº 7, del Instituto Devoto School, y de los niveles medio y superior de la Escuela Nacional de Danzas.

Jorge Raúl Delfino: Nacido en Buenos Aires. Abogado egresao de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Maestro Normal y Profesor Normal en Letras. Especializado en Derecho Civil. Docente y escritor. Autor de diversas obras para la enseñanza media y superior. En colaboración con la Dra Gloria Carmen Grau publicó: Derecho usual y práctica forense, El derecho, Administración de personal y legislación social y Legislación del trabajo (todas de Editorial Plus Ultra). Además publicó: Instrucción cívica, Educación democrática, Educación cívica, Historia antigua y medieval (Editorial Losada). Publicó también el ensayo “El ocaso del Leviathan” (Premio Ateneo Cultural de buenos Aires 1993). Fue profesor de la Escuela Nacional de Comercio Nº 30, Nº 31 y Nº 18, del Colegio Nacional Nº 4 Nicolás Avellaneda y del Profesorado de la Escuela Nacional de Danzas. Se desempeñó como director del periódico didáctico Conducta Cívica, fue funcionario del Ministerio de Educación de la Nación, inspector de enseñanza Media y Superior y rector del Colegio Nacional Bartolomé Mitre.
Juan Sebastián Morgado: Nació el 2 de febrero de 1947 en Buenos Aires. Licenciado en Psicología egresado de la Universidad del Buenos Aires en 1971. Fue finalista del Campeonato Argentino de Ajedrez (1973) y obtuvo el título de Maestro de FIDE (1980). Realizó una intensa campaña internacional en el ajedrez a distancia, y obtuvo el título de Gran Maestro en 1983. Fue Subcampeón Mundial de esa especialidad en 1984 y Campeón Mundial de Ajedrez por e-mail en 1998. Desde 1980 se dedica al periodismo especializado en ajedrez. Dirigió las revistas El Rey (1980-1981), Ajedrez de Estilo (1982-1997), Ajedrez2000 (1984-1988) y Teoría al Día como Los secretos de la estrategia ajedrecística (John Watson), El camino hacia el progreso en ajedrez (Alex Yermolinsky) y Aprende ajedrez (John Nunn), todas de la Editorial Gambit, con sede en Londres y nueva York. Actualmente realiza investigaciones sobre historia de ajedrez en la Argentina y prepara dos obras sobre el tema. Es miembro de la KWA (Ken Whyld Association), con sede en Alemania, entidad que nuclea a los historiadores y coleccionistas de todo el mundo.

Recibí este libro como regalo de cumpleaños, lo leí y paso a escribir una opinión sobre el mismo.
Es la primera vez que tengo un libro biográfico-histórico sobre ajedrez. He tenido unos pocos sobre técnica, pero este es mitad y mitad, la segunda parte se compone de análisis de partidas, algo que no hago hace años, y tampoco hice con este libro, dejándolo para más adelante, algún día con más ganas o con otro/a ajedrecista que le apasione el pasar partidas y reflexionar sobre ellas.
En tanto que la primera parte del libro estuvo muy buena. Una incomodidad es el tamaño de la tipografía, pequeña, y cuando acompaña una cita, pequeñísima. Por lo demás el libro es bastante completo y breve, acompaña muchas fotografías en blanco y negro y algunos que otros documentos. A la par que hace un recorrido por la vida de Grau, relaciona con el contexto social argentino, y en algunos casos, el internacional. Un lindo homenaje de la hija al padre, a pesar que este murió joven cuando ella era pequeña.
Cuenta como se fue gestando el ajedrez en la Argentina y las dificultades que fueron pasando aquellos pioneros para competir con los de primer nivel en el extranjero, al tiempo que refleja la porquería de la política nacional, nada ajena a la contemporánea, mostrando ese desinterés por algo como el ajedrez, como cuando se organizaba el Torneo de las Naciones en 1939, de prestigio internacional, tan repugnante leer como el gobierno de turno no giraba los fondos necesarios previamente acordados, generándose una campaña de ligas ajedrecísticas para lograr recaudar lo más posible afín de no cancelar la cita internacional. Por suerte, el ajedrez sigue vigente, y aquél gobierno quedó en el olvido ni se destacó por nada relevante.
Grau, además de ser un referente del ajedrez argentino, escribió un Tratado de Ajedrez que se encuentra editado en 4 tomos y aún continúa vigente para la enseñanza.
La autora/es, en ocasiones comparte algunas anécdotas como la del mate en un torneo en Suecia o la del escolar vs. el vigilante. Hay también algo de información sobre la suerte corrida por Alekhine como consecuencia de la II Guerra Mundial, entre otros datos de relevancia de jugadores y torneos en los que participó Grau.

En aquella época (décadas del 30/40), había 6000 clubes de ajedrez en todo el país, desconozco la situación actual, una pena que no existan 20 o 30 minutos de enseñanza/práctica/juego de ajedrez (y/o go, porque no) en las escuelas, juegos que potencian habilidades en los educandos, no lo digo a modo de competición sino como complemento en la formación. Hoy día, cualquiera puede acceder a través de internet, y ponerse a jugar, pero no todos tienen el incentivo necesario, y no es lo mismo el tablero real que el virtual, se complementan, pero la vivencia es otra, por el entorno de uno y otro.

Busqué en la web referencias sobre el libro a partir de otros lectores, y lo que me llamó la atención, y me pareció muy bueno, que el libro lo entregan (o entregaban) mucho como premio en distintos torneos que se han realizado.



Fragmento página 53 del libro "Roberto Grau, el maestro"
Para concluir, en un blog perdido en la web, encontré una entrada, que finaliza un poco virulenta, donde aclara, o al menos brinda datos sobre una fotografía presente en el libro, que en rigor de verdad, la misma solo dice “circa 1939”, es decir, no estaba claro para los autores su data y se acercaron bastante (en caso de ser cierto el comentario del blog), autores que por cierto, si bien son abogados dos de ellos, escribieron un libro de ajedrez, entre biográfico y técnico podríamos decir, que no jurídico, esto viene a cuento debido a que en la entrada de ese blog aluden a fs. 53, donde fs. es foja, que sería sinónimo de hoja, algo propio del léxico jurídico, pero que podemos convertir a página como para entendernos mejor.

http://ajedrezdolorense.blogspot.com/2011/07/se-acabo-el-enigma-ganador-desierto.html

sábado, 19 de octubre de 2019

7 Convención Internacional de Coleccionistas Coca Cola.



Hace más de diez días atrás, habíamos visto el cartel en La Rural, que anunciaba el evento de los coleccionistas. Cinco días después, regresamos por allí y volvimos a ver el cartel que da cuenta del evento. ¡Un evento para coleccionistas! ¡Qué bueno! Fue la primera sensación. Pero esto no era tan así, tan general. El cartel nos indujo a error y no supimos entenderlo. De hecho, dimos por supuesto que el “coca cola” del cartel era el sponsor, que lo pudo ser (o no, no lo sé), pero la carencia de un “de”, es decir, un “coleccionistas de”, nos confundió con un evento de coleccionismo en general. Todos, o casi todos, los eventos están sponsoreados, y al ver el cartel, implícitamente lo dimos por hecho, no obstante nos equivocamos, este era un evento puntal orientado solo a coleccionistas de todo lo que tenga que ver con Coca Cola. 7 Convención Internacional de Coleccionistas Coca Cola.



Igualmente no lo dejamos pasar y entramos a visitarlo. Entrada gratuita. Naturalmente prevalecía el color rojo en todo el salón donde se ubicaban los stand, cada uno de ellos conformado por una mesa donde se distribuían los 75 coleccionistas expositores que vendían sus objetos de colección. Fuimos un par de las 14000 personas que visitaron la convención durante las 7 horas duró la misma.
Podías encontrar de todo, latitas, botellas, llenas y vacías, almanaques, llaveros, autitos, ceniceros, diversos juguetes, etc…




Los precios de los productos arrancaban a partir de los 50 pesos y se iban hasta unos cuantos miles, por ejemplo, paramos en un stand, al mismo tiempo que otros visitantes mirando una colección de ositos de coca cola. Uno de los otros visitantes consultó por el avioncito, preguntó si funcionaba, la mujer enseguida lo accionó y efectivamente se movía, entonces el visitante preguntó el precio, $75000 y ahí se fue. La mujer acotó para los restantes que estábamos allí, que había vendido un carrusel de la misma colección en $40000. Evidentemente hay gente que paga esa cantidad por esos juguetes. ¿Lo hacen por gusto? ¿por completar una colección incompleta? ¿para regalar? ¿Cómo inversión para revenderlo a futuro o en el extranjero? Las motivaciones pueden ser muchas, se me ocurre realizar algunas comparaciones, aquí no estamos con objetos selectos como puede ser una obra de arte donde algunos magnates pugnan con fortunas aunque el cuadro o pintura estéticamente y técnicamente sea una porquería, pero la cuestión pasa por otro lado, donde el magnate da cuenta de su poder económico, o de algún objeto único de carácter histórico que puede tener una alto costo debido a su valor cultura y este precio lo pueden afrontar instituciones o Estados, aquí no estamos en esos niveles pero pagar por un juguete algo más de un sueldo mínimo es elevado para gente de clase media, no obstante se paga, y algo motiva eso. No se me escapa que pueden suceder miles de situaciones, yo me quedo con lo que observo a simple vista sin indagar más allá. Puede ser que actúen mandatarios. Es claro que para llevar adelante una colección, de lo que sea, hay que invertir un dinero, para adquirir los productos y para conservarlos, como mínimo. Y a veces es difícil tener un precio de referencia, muchas veces porque son objetos únicos, o ediciones limitadas, de hecho, según leí una nota en un diario, un expositor decía que “ocultaban los precios para evitar que otros recorran y jueguen con eso”, es decir, para evitar que existan previos de referencia, supongo que funciona como un espinal, se tira y se deja, se espera que uno llegue y acepte el precio ofrecido, por más que sea alto, alguno llega y lo toma, después de todo el coleccionistas, no tiene necesidad de vender, ni mucho menos de vender rápido, si bien ejercen el comercio, muchos, tal vez la mayoría, lleva adelante la colección por hobby, y como es un mundo informal, no hay subastas ni tasadores, ni es una colección, como decirlo, “profesionalizada” como pudieran ser la numismática o la filatelia, que tienen algunos precios de referencias, reglas establecidas, publicaciones, estudios, etc…, este tipo de colecciones menos relevantes, presentan una línea difusa en cuanto a los precios, quizás solo delimitada por el oferente y sus propias condiciones (necesidad de vender, comparativas, apuros con la venta, obtención de ganancia, ausencia de tiempo, etc…)










En la parte de afuera, en un pequeño espacio, había unas mesas, y a cada lado, cercados por un vallado metálico, dos antiguos camiones de reparto de coca cola, pintados en amarillo. Desconozco marca y modelo, no estaban especificados.






Adentro del salón, había un par de latas gigantes, posiblemente inflables y un pequeño autito, un BMW Isetta modelo 1958  “tuneado” para la ocasión, en este caso, en un cartel ubicado en el techo del auto, se indicaba el dueño, un coleccionista. Lo habían cercado con algunos postes organizadores de fila con cinta, claramente para que se lo aprecie desde afuera, un límite entre el objeto y los visitantes. Pero como siempre pasa en este país, donde no se respeta nada, o un vivo es el que quiebra la regla establecida, puede ver como un sujeto cruzó la valla y acarició el auto, pegando la mano en él mientras pedida a la mujer que lo acompañaba que le tome fotos, y la mujer no podía hacerlo, llevaba un par de bolsas y algo fallaba en el teléfono, y el vivo ese, sin despegarse del auto, gritaba a daale, en pose adusta, esperando la toma. ¡Qué señor importante! ¡guarda! ¡qué hermosa foto obtuvo!. No podía faltar un patético personaje como este, no lo vi saltar las vallas metálicas que rodeaban los camiones afuera, pero mover un poste organizador y pasarse resultaba fácil, y una avivada como esa no se la podía dejar pasar.





Seguimos recorriendo el interior del pabellón Frers, y en un lado, una pequeña representación de un antiguo almacén, exposición permanente y muy bien lograda por la tierra que exhibían lo objetos ahí mostrados detrás del vidrio, o quizás no lo limpian nunca.



En una de las puntas del salón, había una representación del frente del predio de la rural y encima de esas grandes puertas, sobre la pared misma, decía museo.
Justo del otro lado una pequeña construcción encastrada en la pared con el cartel museo, un cartel agregado para la ocasión. En este espacio, habían colocado algunos objetos Coca Cola, la mayoría en exhibidores protegidos por vidrios.











En este juego de ambientaciones internas, una fachada indicaba Guardaropa Toilette, y justamente al lado se encontraban los baños.


El salón se completaba con una cartelera grande donde se señalaban cada uno de los años anteriores, este evento internacional que aquí en Argentina, en 2019 va por el 7mo, en Chile va por el 3ro y en Colombia por el 2do. De hecho, aquí en Argentina, ya se han organizado y conformado la Asociación Argentina Coca-Cola Collectors, en Colombia, por ejemplo, conformaron el Club de Coleccionistas de Coca-Cola, y así se van agrupando.
En una de las puntas del salón, también había una pantalla gigante donde pasaban un video de los preparativos del evento.
En el ingreso, había un grupo de personas del Comedor Comunitario Centro Cultural Virreyes, que recibirán donaciones voluntarias de alimentos no perecederos. ¡De haber sabido! Llevamos algo, pero no estaba indicado en ningún lado eso, al menos en los carteles grandes con la publicidad del evento no decían nada. Se podría haber cruzado un par de calles y volver, pero cuando uno tiene otros planes y se, es más difícil volver, o quizás se anunció por las redes sociales o los grupos de los coleccionistas de coca cola y el público en general que se acercó al evento a partir de los carteles en la vía pública quedó ajeno a esto y llegó con las manos vacías, y la verdad que llevar un par de paquetes de arroz o fideos no costaba nada, solo un detalla, había que estar enterado.










Justo antes de irnos, mientras sacábamos fotos, llegaron dos personas con algo, no recuerdo si era una caja o un par de conservadoras portátiles, y comenzaron a repartir botellitas, así que nos trajimos dos, con la publicidad de la 7 Convención Internacional de Coleccionistas Coca Cola. Algunos las conservan llenas (para coleccionar), y otros, como la mayoría, se las toma, que fue lo que hicimos. Y así concluyó la visita a este evento.