La obra fue publicada originalmente en 1836 y se trata de una narración ficticia sobre la Rebelión de Pugachov entre 1773 y 1774.
Ficha Técnica:
Título: La hija del Capitán.
Autor: Alejandro Pushkin.
Editorial: Editors S.A.
Año: 1996
Colección: Grumete.
Páginas: 157.
Reseña de contratapa:
Este escritor, Alejandro Pushkin, nació en Moscú, en el seno de una familia nobiliaria. Destacado revolucionario, fue desterrado al sur de Rusia por el zar en dos ocasiones, siendo estas vicisitudes las que despertaron en él sus ansias libertarias, uno de cuyos frutos fue La hija del Capitán, última de sus obras, novela de tipo histórico, en la que destacan todas las constantes románticas que están perfectamente integradas en la agitada vida rusa del siglo XIX.
Los amores de Pedro Andreyovich Griniov y María Ivanovna constituyen el eje a cuyo alrededor gira la trama de esta historia que culmina con el encarcelamiento del protagonista, acusado de complicidad en el levantamiento del cabecilla Pugachov contra las instituciones feudales de los zares rusos.
A lo largo del relato se ponen en evidencia las costumbres, los vicios y las virtudes del pueblo ruso, y sus esfuerzos por elevarse de la abyección en que aquél estaba sumido.
Esta es la edición de la cual leí la novela. Es una edición un poco descuidada, si bien estéticamente es muy buena, no posee datos de quien realizo la traducción, tampoco se indica el autor o autores de las imágenes, y un error en la anteportada o portadilla, el apellido del autor mal escrito.
Es una edición que solo presenta la obra, depende la mirada que uno asuma puede ser bueno o puede ser de regular a malo. Para algunos, tener el texto en crudo y leerlo de una puede resultar de lo mejor, fue lo que hice, y me encantó. Para otros, por ahí prefieren interiorizarse en la obra antes de leerla, y en estos casos de un texto aún vigente luego de casi doscientos años, por ahí tener algunas referencias no viene para nada mal, de hecho, es los que fui a leer luego de leer el texto tal como lo publicaron, sin explicaciones.
Ficha Técnica:
Título: La hija del Capitán.
Título original: Капитанская дочка, 1836.
Autor: Alejandr S. Pushkin.
Editorial: Hyspamerica. Ediciones Generales Anaya.
Año: 1983.
Colección: Mis Libros.
Páginas: 157.
Traducción: Amaya Lacasa.
Apéndice: Amaya Lacasa.
Ilustración: Hugo Figueroa.
Diseño: Rolando & Memelsdorff, Barcelona.
Cubierta: Hugo Figueroa.
Grabado del autor: Julio Gutiérrez Mas.
Reseña de contratapa:
Decir que Pushkin es el poeta ruso por excelencia no es ninguna novedad: decir que es el creador de la prosa rusa moderna quizá ya sea menos novedoso, aunque no menos cierto. Los amores de Griniov y “la hija del capitán” de una vieja fortaleza sirven de pretexto para tocar el tema tabú de la histórica rebelión de Pugachov. Con un aire de crónica familiar en una prosa concisa y sencilla, hizo Pushkin una pintura magistral de la época de Catalina II. Como ha escrito John Bayley, “la brevedad de la novela de Pushkin es un índice de su modernidad, mientras que la lentitud de las de Walter Scott revela su feliz domicilio en el pasado”.
Esta es la edición que utilicé para leer los “complementos”, habida cuenta que se trata de una edición más completa. Posee todos los datos de traductores, diseñadores, etc… Si bien, el libro se encuentra un poco más deteriorado, tampoco es para lamentarse. Esta edición posee una introducción general donde nos habla en lo referido a las novelas de aventuras. Además suma un apéndice con todo lo referido al autor y a la novela propiamente dicha. Cierra con un listado de la bibliografía del autor. También viene ilustrado. Presenta un grabado, en color negro, con el rostro del autor. Todas las demás imágenes están en sepia. La imagen de los ahorcados en la balsa, es impactante. Como el otro libro, trae la imagen del duelo, pero desde una perspectiva muy diferente. Este ejemplar lo conseguí en una librería de saldos y usados por $80 pesos.
En Google book, hay algunas ediciones que poseen vista previa y se puede tener un acercamiento al contexto y a la obra. La novela es linda, de aventuras, llevadera, rápida, y no deja de tener su fuerza a pesar del paso de los años. Un clásico de la literatura rusa. El autor practica la brevedad para relatar los acontecimientos, por ejemplo, varios sucesos pasan en una sola página. Toca costumbres de época, paisajes, términos, objetos que ya no existen y otros que no se utilizan más, las vestimentas, etc… Me encantó que está enmarcada en hechos que efectivamente sucedieron, como la revuelta de Pugachov, lo que la hace una novela histórica, pero más aún, la figura del escritor, los motivos que llevaron a escribirla, de como buscó la historia de este personaje, y la historia persona del escritor, de estar entre la nobleza, de ser desterrado, de ser readmitido, de su duelo, etc… de hecho, en la novela se produce un duelo, y esto fue escrito antes que el autor se bata a duelo en la realidad, nadie puede omitir esta semejanza, de hecho hay un capítulo particular que trata del duelo, y las imágenes no dejan de reflejarlo.
Algunos comentarios puntuales.
“¿Te apetecen unos pepinillos con miel?” (p. 12) Jamás me había imaginado esta comida, esta conserva, ni la había visto ni escuchado, pero aquí apareció en la obra, pensé que podía ser algo tradicional o antiguo, caído en deshuso, pero buscando en la web, parece que en España los consiguen en las góndolas de algunos supermercados. Aquí creo que solo se consiguen pepinillos en vinagre.
“Vestía pantalones tártaro.” (p. 18) Como el autor narra hechos relativamente contemporáneos, que habría sucedido entre treinta y cuarenta años antes, pinta una Rusia, que si bien no abunda en detalles, resulta al menos interesante por lo que cuenta/describe. En esta frase, hace referencia a como vestían algunos grupos de la región hacia donde habían ido. Busque en la web, y encontré un par de láminas (o postales) un poco antigua, que a través de dibujos coloridos, dan cuenta de la vestimenta de aquellos.
1830 Caucasus Tartary Russia Siberia Natives Costumes Lithograph |
1830 Caucasus Tartary Russia Siberia Natives Costumes Lithograph |
“…ya estaba dispuesta una kibitka de viaje” (p. 10) Ambos libros que leí, vienen con citas, alrededor de dos o tres por páginas, en ambos una cita refiere a la kibitka, la definen como “un trineo cubierto” y “un carro cubierto”.
Un kibitka (en ruso : Кибитка ) es una yurta o un tipo de carro ruso.
1. Un tipo ruso de telega o trineo con una cubierta (generalmente redondeada) sobre los asientos de los pasajeros.
2. Una tienda circular o yurta utilizada por varios pueblos nómadas, como los kalmyks y los kirguisos .
El kibitka wagon usa el mismo equipo que la troika . En comparación con la troika, un kibitka es más grande y generalmente cerrado. En la literatura y el folclore rusos, este término se utiliza principalmente para los carros gitanos .
Durante el Imperio ruso , se usó para deportar a los nobles en desgracia que llevaron al término "Kibitkenjustiz" (engl: Kibitkenjustice).
(en.wikipedia.org/wiki/Kibitka)
Ambos libros, presentan un dibujo de este pasaje, la imagen de una kibitka, pero éstas ilustraciones de kibitkas difieren bastante de aquellas reales que hoy día se pueden ver en museos rusos que mayormente se muestran con ruedas.
- ¿Qué es esto: guantes de erizo?
- Significa -contesté con el aire más inocente- se afable, no demasiado severo, conceder cierta libertad... sujetar con guantes de erizo.
- Ya, ya comprendo... “y no darle demasiada libertad”. No. Entonces es evidente que los guantes de erizo significan otra cosa... (p. 21)
Esta expresión nunca la había escuchado, y naturalmente despertó mi curiosidad. Y parece ser que es una expresión rusa, dado que, en la web, no hay mucho al respecto. El erizo es un animal que no es fácil de atrapar, y sostener un erizo con las propias manos, puede doler. La expresión significa que estos guantes son tan gruesos que uno puede atrapar un erizo y no lastimarse.
El equivalente ruso a la expresión “mantener un control estricto sobre algo” (“to keep a tight rein on something”) se traduce directamente al inglés como “mantener algo en guantes de erizo” (“to hold something in hedgehog-gloves”).
Dicho de otra manera, significa que, quien tiene los guantes de erizo, tiene el control.
“Agarrar a [alguien] con guantes de erizo” (“derzhat '[kogo-nibud'] v ezhovykh rukavitsakh”) es una expresión en idioma ruso que significa “tratar duramente con [alguien]” (“to deal harshly with [someone].”)
Las frases en idioma inglés “puño enviado por correo” (“mailed fist”), “empuñadura de hierro” (“iron grip”) y “gobernar con mano de hierro” (“to rule with an iron hand”) tienen connotaciones similares.
Sigamos con otra expresión
“Suerte tendrá si encuentra un hombre bueno que la quiera; sino se quedará para vestir santos.” (p. 28)
Quedar para vestir santos.
Alude a que las solteronas, hace años, solían ocupar su tiempo en ayudar en la iglesia en todo tipo de trabajos: catequesis, adorno de los altares, santos, etc...
Se dice de la persona, especialmente de la mujer, que, llegando a cierta edad, no ha conseguido casarse ni lo conseguirá, el resto de su vida.
Abecedario de dichos y frases hechas. Guillermo Suazo Pascual. EDAF, 1999 - 395 páginas
Quedarse para vestir santos.
Quedarse alguien soletero (to be left on the shelf, to remain spinter, to remain an old maid)
Como no te des prisa en buscar marido te vas a quedar para vestir santos.
Diccionario Akal del español coloquial. Alicia Ramos, Rosa Alicia Ramos, Ana María Serradilla Castaño, Ana María Serradilla. Ediciones AKAL, 2000 - 383 páginas
Algo más de costumbres familiares
“María Ivanovna nos servía el té y, sin darse cuenta, ejercía a la perfección las funciones de ama de casa” (p. 136)
“El día de mi marcha, de acuerdo con las costumbres de la época, pedí a mis padres el permiso y su bendición para desposar a María Ivanovna.” (p. 139) “Después de bendecirnos, mi padre…”
Me llama la atención el “de acuerdo con las costumbres de la época”, ¿por qué habría de remarcarlo? ¿habla de un tiempo pasado que ya en su época había cambiado o estaba cambiando?
“Vestía un caftán rojo de cosaco lleno de galones, y casi encima de sus centellantes ojos el alto gorro de piel de cibelina con borlitas de oro.” (p. 55)
Tal vez el gorro, era el conocido como papaja o kubanka. La marta cibelina es un mamífero pequeño codiciado por su piel.
Nuevo Diccionario Enciclopédico Lázaro 90. |
Un tema marginal a la historia pero presente en el libro es el de ciertos comportamientos y sus consecuentes castigos, legales e ilegales, menciona unos cuantos casos diversos. Pensemos en el duelo, algo que estaba prohibido, que sin embargo, ambos llevan a cabo a pesar de la prohibición con castigo para los duelistas.
Otro caso de algo ilegal, los azotes, prohibidos pero practicados sin consecuencias, según lo que dice el libro, suponemos que algo de verdad habría en esto, que a pesar de ser una novela de ficción, está basada en hechos reales y se encasilla como novela histórica.
- Intentaremos saber cuantos son –inquirió el comandante-. Escucha Ignatieich: tráeme aquí al bashkiro preso y dile a Yulay que no olvide el látigo. Eso le hará hablar…
- Esperad un instante –observó entonces la esposa del capitán- Me llevaré a María fuera de aquí para que no oiga los gritos y se asuste. Nunca me ha gustado eso de los azotes…
- Bueno: es cosa nuestra.
El procedimiento por cruel y absurdo que parezca, estaba tan arraigado en las costumbres judiciales, que el benéfico decreto que declaró abolidos los azotes permaneció mucho tiempo sin cumplirse. (p. 47)
La narración en tercera persona, y la última frase de los dichos en boca de la esposa del capitán, parecieran sugerir la opinión del autor.
Hay otro pasaje, donde el autor, recurre a una escena fuerte para, lo que a mi parecer, dejar sentada su postura, frente a determinados crímenes (injustificados y/o impunes), parece recurrir a la manera que utilizan las películas antibelicistas.
Salió al fin y entonces iluminó una escena que me estremeció hondamente, a pesar de tantos espectáculos horribles que desde hacía tiempo venía presenciando.
El objeto flotante era una balsa donde se hallaban tres cadáveres. (…)
Me sobrepuse y decidí examinar los cadáveres para sacar debida información y deducir en que estado se hallaba la situación guerrera reinante en aquél sector. (…)
La luz de la luna iluminaba a la perfección los rostros desencajados de aquellos hombres. (…)
Sobre las cabezas de los ajusticiados, estaba clavado un letrero que, aunque con dificultades al principio, pude luego leer perfectamente: “Por ladrones y rebeldes”. (p. 115)
Para colmo de desgracia, algunos jefes de los destacamentos gubernamentales, enviados en persecución de Pugachev, castigaban como delincuentes lo mismo qua inocentes que a culpables.
Como siempre, en tales casos, pagaban justos por pecadores. (p. 140)
De la misma manera que presenta estas ejecuciones extrajudiciales, en cierta manera, al menos para los autores de las mismas, justificadas por la guerra, y supongo que presenta el contraste de la aplicación de “justicia” sumaria, en lugares alejados, aislados, donde se desarrolla el conflicto, y Pushkin lo contrapone con la “justicia” que se aplica en la ciudad, en la capital, un juicio por parte de un consejo previamente establecido, conformado por un tribunal de tres jueces (a pesar que eran oficiales y que no se podía apelar su resolución).
Había sido ya juzgado y condenado a ser ajusticiado como traidor, pero antes de ser llevado al patíbulo había solicitado servir como testigo en contra mía… (p. 147)
Pushkin, rescata la figura de Pugachov en la historia Rusa, y en cierta manera, realza su figura, o al menos, lo rescata del lugar que estaba, completamente olvidado, y acusado de muchos males, al menos Pushkin no lo presenta como una bestia, sino que reparte responsabilidades, y si bien no lo rescata ni le concede la grandeza de un héroe libertador, con todos sus errores, lo humaniza.
- ¡Oh, tú no lo sabes bien! –prosiguió Sergio–. Deberías haberle visto luchando en la Guerra de los Siete Años… Y todavía más, hace cinco años solo, en la guerra que mantuvimos contra los turcos. La guerra de mil setecientos sesenta y nueva, que tanto barullo nos trajo, ¿recuerdas?
- Bueno, yo entonces, no estaba metido en estos fregados, ¿entiendes? –le repliqué sonriendo.
- Sí, claro: eres más joven que yo –corrigió Sergio–. Pues bien, como te decía: luchamos como leones, y él más que ninguno en el asedio de Bender, allá en las orillas del Dniester, en tierras de Moldavia. Fue una de las mejores páginas militares vividas por el ejército ruso desde los tiempos de Pedro el Grande, o por lo menos desde las guerras contra Federico de Prusia. Habrás oído de todo eso, supongo.
- Sí. Mi padre fue militar y relataba episodios interesantes acerca de estos sucesos –dije entonces–. Pero volviendo a Pugachov. Es extraño que no lo premiaran entonces.
- No, no le premiaron, ni le tuvieron la menor consideración.
Y bien pudieron hacerlo –siguió diciendo el teniente Sergio–. Es muy posible que de haberlo hecho así, ahora se hubiera evitado este drama que desgarra al país. (p. 105)
Llego al punto, en lo que a mí juicio me resulta lo más relevante de esta obra, que es el sistema de servidumbre establecido en Rusia. Un sistema opresivo para con los campesinos, un poco menos opresivo que el sistema de esclavitud pero no por ello menos malo y perjudicial para estas personas, convertidas en un inventario viviente, con derechos muy limitados, limitadísimo, que sufrían toda clase de penurias. La intensificación de la represión y explotación de la servidumbre económica, llegó un punto, que combinado con otros factores (siervos desertores no capturados, rebelión de cosacos, lentitud de respuesta por parte del gobierno central, etc…) se produjo un levantamiento campesino, que se sumaron a Pugachov convencidos de las promesas que les ofrecía. Poco más de ochenta años, este sistema de servidumbre, fue abolido. Pushkin escribe el texto a sesenta años de la rebelión de Pugachov y a mitad de camino a cuando se produjo la emancipación de los siervos.
(…) Decía de todos modos, ese Pugachov fue hecho prisionero en torno a Kazán; pero no sé cómo, por arte de magia sin duda, logró escapar y se reunió con un grupo de los suyos. Avanzaron hacia Iaitz. Ya sabía perfectamente a donde iba: allí fue recibido con aplausos por la guarnición de la fortaleza y como liberador, por parte del pueblo…
– Ya sé, amigo… Es un truco –agregué. – Les promete a los siervos la emancipación y ellos lo siguen como perritos falderos.
(…)
– Eso se habría evitado si la zarina hubiese tomado medidas oportunas y a punto –exclamó tras unos minutos de reflexión–. Algo intentó hacer para ponerse al nivel de los demás países de Europa, pero hay demasiada resistencia por parte de los elementos dominantes. Por mi parte no te sabría decir si es conveniente o no la emancipación de los siervos, pero quizás algún día ello sea absolutamente inevitable. No sé, no puedo adivinarlo ni mucho menos. (p. 107)
El autor crítico, presenta la mirada de los siervos (no así la de los criados, otros que la pasaban mal, también). Aunque en boca de los aristócratas, los destroza (p. 116-117 y otras). Me quedó la duda, si a los aristócratas (padre/hijo) ¿los intenta dejar bien parado o los ridiculiza? (p. 136/138). La novela termina con un final feliz, el protagonista en el bando imperial, en medio de la aristocracia, con la intervención benefactora de la zarina y los malos que son ajusticiados.
Busqué el mapa del recorrido del personaje en la novela. Encontré uno, el único que encontré, pero que lamentablemente no está muy claro, al parecer formaba parte de la ilustración de una edición rusa de la obra.
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