Una nueva caminata de dos kilómetros y medios en casi veinticinco minutos. Nada mal. En realidad ese fue el trayecto que realicé con mapa de recorrido, como en otras ocasiones caminé un tanto más. No viene al caso. El hecho interesante en esta caminata es que me permite relacionar lugares. Un lugar con otro lugar, y un lugar con el mismo lugar pero en tiempo pasado. Allá voy.
La primera foto, se trata de pinturas, dos cuadros que cuelgan de un techo. Que si bien los tenemos frente a nuestros ojos, a nuestra altura, se encuentran dentro de un lugar cerrado, con vidrio de por medio, y en ese lugar cuelgan del techo. Ese lugar es como un pozo (una manera de decir), y allá abajo (y arriba), hay una galería artística. Y en esta galería suelen exponer obras de arte diversas, y se las puede ver desde la vereda a través del vidrio. No tiene muchos años de existencia. Dos, tres o cuatro años como mucho. Se trata de Quimera Galería.
Por ejemplo, la foto que sigue es de diciembre de 2019. Algo blanco, en forma de grumos, formando columnas, descendía del techo. Quien sabe que era eso, que buscaban expresar, que significado, ¿una nevada en forma de columnas irregulares no acanaladas? ¿una especie de humo estático? Lo que sea, podía dejar volar la imaginación. Estas obras no tienes cartel explicador para el observador callejero como mi caso, supongo que sí lo tendrán para quienes entran a la galería. Aquella vez le tomé una foto.
La que sigue está genial, fue expuesta por agosto de 2019. Una especie de brazo con mano, tal vez un cerámico, el brazo poseía unas manchas negruzcas, daba la impresión de ser una cubierta, ¿restos de una vestimenta?, pero también podría ser una especie de vellosidad exacerbada. Tampoco lo sabemos. La habían colocado en un espacio cuadradito, al ras del suelo para la vista de quien va caminando por la vereda. Le tomé varias fotos.
Lo simpático, fue que un par de días después habían retirado la obra, solo la obra, y no la tierra, y fue el polvillo el que dejó su marca, perfilando un brazo con una mano, al que también le tomé una foto, y ahí va…
La caminata siguió y unas calles más adelante me topé con una biblioteca (¿o dos?). Me encanta el mural porque se enfoca en los libros, no podía ser de otra manera estando en una biblioteca, pero además suma colores y expresa dinamismo y no el estatismo de una biblioteca con todos sus libros ordenados, como ladrillos sin vida.
Se trata de la Biblioteca Guido y Spano.
En los siguientes links se puede obtener información.
Inmediatamente que veo este mural me recuerda otro mural de características similares, que se encuentra a menos de 15 cuadras de allí, sobre la calle Costa Rica, el denominador común de ambos murales son los libros, pero el sentido de este otro mural es muy diferente, algo que no analizaré en esta ocasión, pero subo una foto que tomé en febrero de 2019, como para verlo con más claridad. No obstante se pueden apreciar los detalles de ambos murales utilizando el Google Maps.
Regreso a la pregunta me que hice unos párrafos antes ¿una biblioteca (¿o dos?).? Se da el caso que justo al lado de la edificación de la esquina, lindera, hay otra edificación más pequeña, y un cartel azul anuncia Biblioteca Popular William Case Morris. Con una fachada bien colorida, rojo y amarilla, hay una marcada diferencia con el mural sobre blanco de la primera.
En los siguientes links se puede obtener información.
Esta biblioteca posee su propia pizarra de anuncios y algunas antiguas placas sobre la pared en honor a William Case Morris.
Cierro esta estrada al blog con un poema conocido de Carlos Guido y Spano (1822-1918), titulado Nenia pero más conocido popularmente como Llora, llora urutaú, texto con el cual refleja y denuncia la Guerra de la Triple Alianza a la cual se opuso.
Llora, llora urutaú(1)
En idioma guaraní,
una joven paraguaya
tiernas endechas ensaya
cantando en el arpa así,
en idioma guaraní:
¡Llora, llora urutaú
en las ramas del yatay(2),
ya no existe el Paraguay
donde nací como tú
¡llora, llora urutaú!
¡En el dulce Lambaré
feliz era en mi cabaña;
vino la guerra y su saña
no ha dejado nada en pie
en el dulce Lambaré!
¡Padre, madre, hermanos! ¡Ay!
Todo en el mundo he perdido;
en mi corazón partido
sólo amargas penas hay
¡Padre, madre, hermanos! ¡Ay!
De un verde ubirapitá
mi novio que combatió
como un héroe en el Timbó,
al pie sepultado está
¡de un verde ubirapitá!
Rasgado el blanco tipoy
tengo en señal de mi duelo,
y en aquel sagrado suelo
de rodillas siempre estoy,
rasgado en blando tipoy(3).
Lo mataron los cambá(4)
no pudiéndolo rendir;
él fue el último en salir
de Curuzú y Humaitá
¡Lo mataron los cambá!
¡Por qué, cielos, no morí
cuando me estrechó triunfante
entre sus brazos mi amante
después de Curupaití!
¡Por qué, cielos, no morí!...
¡Llora, llora, urutaú
en las ramas del yatay;
ya no existe el Paraguay
donde nací como tú-
¡Llora, llora, urutaú!
(1) Urutaú – Ave de dulcícimo canto.
(2) Yatay – Palmera.
(3) Tipoy – Saya blanca que utilizan las paraguayas.
(4) Cambá – Los negros.
Fuente: Hojas al viento: libro lírico. Carlos Guido y Spano. Igon hermanos. 1879. Página 237 y ss. (Disponible en Google Books.)
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