Personalmente creo, que este cuento En el mar podría encuadrarse dentro de los naturalistas ya que se visualizan varias características.
El cuento apareció en 1883 como parte de Los cuentos de la becada (Contes de la bécasse). Inicialmente se publicó en la revista Gil Blas del 12 de febrero de 1883, bajo el seudónimo de Maufrigneuse, luego en la colección Tales of the woodcock (Los cuentos de la becada) el mismo año. La noticia está dedicada a Henry Céard (escritor naturalista francés). En inglés, el cuento es titulado como At Sea.
En síntesis, el cuento versa sobre una noticia que aparece en el periódico y da cuenta la muerte de algunos marinos productos de un barco que encalló cuyo capitán era un tal Javel. Quién está leyendo la noticia (el narrador) recuerda un episodio trágico, sucedido 18 años antes, donde un pescador pierde un brazo, en circunstancias terribles propias de un accidente, y se pregunta ¿Podría ser este, el hermano del Javel con un brazo?. En aquél entonces, un pesquero de arrastre se ve inmerso en una tormenta, y se produce el incidente. Entre la tripulación había dos hermanos, uno era el capitán, el otro es quien pierde el brazo. Quién pierde el brazo lo conserva y le da sepultura, y se lamenta de la decisión de su hermano de haber priorizado la pesca realizada a salvar el brazo de hermano. En el cuento, quién habría fallecido según la noticia es este Javel que años atrás pudo evitar sacrificar el brazo de su hermano.
El barco que utilizan para pescar, es un barco de arrastre, o también llamado arrastrero.
Cuando el hermano del capitán tiene atrapado el brazo bajo la cuerda, Javel (capitán) impide que corten las cuerdas para evitar perder la pesca. Esto producto que se arruine el brazo de su hermano. Manda soltar el ancla, y ya con el buque anclado procede a liberar el brazo, pero este está todo destruido, avanza la gangrena, el dolor, el peligro, la salud, y lo que parece un ataque de demencia, o quizás de desesperación, Javel se corta lo último que mantiene unido el brazo. Y decide conservarlo en un barril con salmuera hasta llegar a tierra. Luego que se repone, y con servicio fúnebre, entierra el brazo. Finalmente consigue un trabajo administrativo en el puerto.
El autor le da veracidad (cierta forma documental) a la historia ambientándola en un lugar físico existente, en algún lugar en el Canal de la Mancha, entre las costas inglesas y francesas, en el puerto de Boulogne-sur-Mer. Alude a “nuestro gremio marítimo”, en una zona portuaria, repleta de pescadores, y refiere directamente a un buque propio del lugar (arrastrero).
El nudo de la cuestión pasa por la actitud del capitán Javel frente al accidente de su hermano, que teniendo la posibilidad de salvarle el brazo, opta primero por salvar el producto de la pesca. Y esto se manifiesta en el remate del cuento. Aparece la tragedia humana, la avaricia de un personaje visto desde los ojos de otro personaje (el narrador). Del narrador no sabemos nada, solo nos cuenta una historia, y en esa historia que él recuerda, hace incapié en un punto fundamental, aquello con lo que cerraba la historia personal el pequeño Javel, cada vez que la contaba.
¿La actitud que asumió Javel como capitán del pesquero fue la correcta o fue la incorrecta? Aparece la cuestión moral. Interrelacionada con otros aspectos. Por ejemplo, el tema de la anatomía y la fisiología, lo vemos en parte con el brazo que se desprende del cuerpo de Javel el menor. Pero también podemos ver una parte de la sociedad que se desangra. El accidente, y la pérdida del brazo es el motor del cuento. La conducta de los personajes (un pescador que quiere ayudar, un capitán que se niega), giran en torno al accidente. El aspecto satírico aparece cuando Javel el menor decide conserva su brazo y enterrarlo, en parte como una burla a la propiedad defendida por Javel el mayor (el capitán) y en parte como el deseo de conservar algo propio de él, que va más allá del brazo, algo moral, todavía conserva su dignidad con determinados valores por encima del valor económico. La cuestión económica subyace como problema social. ¿Estuvo Javel el capitán obligado por las circunstancias a determinar conservar la pesca (y su valor económico) o lo hizo solo por ser una persona avara? Es complicado determinarlo. Pero podemos conjeturar algunos aspectos. Una empresa como la pesquera, el mantenimiento del barco y la paga a los pescadores, provienen del resultado de la pesca. Si Javel el capitán consideró esto por sobre el brazo de su hermano, es una variable a considerar. Pensando, a su vez, que los pescadores, también tenían familias a quien alimentar y dependían de la paga del capitán. ¿Pero esto era así? Nada dice el cuento. Sólo una frase “Pero cortar era perder la red, y esta red valía dinero, demasiado dinero, mil quinientos francos; y pertenecía a Javel el mayor, que era muy cuidadoso de su propiedad.” En la frase no se hace alusión ni al sueldo de los pescadores ni al resultado de la pesca, sino solo a la red. Asumo que la red simboliza lo antes mencionado, el total, aunque la red por si sola también debía tener un valor importante. No sabemos exactamente en qué época se desarrollan los hechos. Asumo que el aviso en el periódico es de 1883 (año en que al autor escribió el cuento), le restamos 18 años, los años que el narrador refiere que sucedieron los hechos del cuento, surge el año 1865. Es un año que entra en el período de gobierno liberal que tuvo un crecimiento económico, el capitalismo estuvo en crecimiento en la década de 1860, “los salarios reales empezaron a aumentar en Europa a partir de finales de la década de 1860; pero incluso antes el sentir general, de que estaban mejorando, era evidente” (Hobsbawn), fue un período relativamente estable, al menos esa década, hasta la década siguiente que hubo crisis, y además guerra. Si bien, se presenta a modo general, no preciso ni minucioso, da cuenta como marco de una época y permite inferir que el tema del cuento se enfoca en la actitud personal, la decisión egoísta que toma Javel el capitán. La enfermedad social del interés por la propiedad (quizás abarque el lucro, la ganancia, el dinero, los bienes, etc…) a partir del individualismo por sobre sus pares, es la metáfora que busca transmitir con algo tan revulsivo como el brazo enfermo, gangrenado, amputado. Es chocante. Genera una sensación desagradable en el lector. El interés económico por sobre la salud. Esto se vislumbra de manera clara con el remate final del cuento, cuando Javel el menor hablaba con alguien de su accidente, “confidenciaba muy bajo a su interlocutor – Si mi hermano hubiera querido cortar la red, yo tendría aún mi brazo, sin duda. Pero él solo considero su propiedad.” Javel el menor, susurrando, casi con humildad, confronta su incapacidad actual con el obrar en interés propio de su hermano, un interés meramente económico. Visto desde una perspectiva global, que incluya a ambos, incluso al resto de los pescadores, sobrevuela una ética injusta donde el valor moral referido a la salud de una persona fue menoscabado ocasionándole un daño permanente.
El autor utiliza varias palabras propias del lenguaje marino (ej. lascar, cajera, etc…) y en una frase hace alusión al mal negro. Dice “sus camaradas le aconsejaron que mojara constantemente la herida para impedir el mal negro.” Por el contexto en que se da, se refiere a la gangrena (por la putrefacción), pero hay que saber que mal negro se le llamó a varias afecciones distintas: a la peste, el escorbuto, al carbunclo (antrax) y al vómito atrabiliar (mal negro de Hipócrates).
Para finalizar, encontré que el cuento fue adaptado y reescrito para un comic:
Apa Apa apuesta también por Sammy Harkham (Los Ángeles, 1980), editor de la antología de Kramers Ergot y autor de una maravillosa adaptación del cuento de Guy de Maupassant "En el mar". En Pobre marinero, la historia de Javel (llamado aquí "Thomas"), es ampliada por Harkham, que lo imagina abandonando a su mujer y su casa para seguir a su hermano como marinero y perdiendo un brazo (el núcleo del cuento de Maupassant) y siendo atacado por piratas y naufragando y sólo regresando a su hogar para descubrir que éste ya no existe. Con apenas un puñado de frases y unas imágenes de gran sugestión visual (y un final poético e inolvidable), Harkham reescribe el cuento de Maupassant demostrando una de las tantas posibilidades que ofrece el cómic contemporáneo a sus autores, y, afortunadamente, a nosotros: la de leer una vieja obra como si fuese completamente nueva.
Tres estenógrafos celestiales / Sergi Puyol, Lilli Carré, Sammy Harkham