Con motivo de cumpleaños recibí por parte de mi esposa este libro de regalo, en realidad lo elegí yo luego de una jornada en la que fuimos a una librería en búsqueda del regalo. Pertenece a una colección que salió al mercado hace algunos años y fueron editados por Ediciones Continente. Y contaron con el apoyo de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara. Así dicen en una hoja al final de cada uno de los libros “La publicación de esta colección cuenta con el apoyo y asesoramiento de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara, una organización no gubernamental y sin fines de lucro creada el 13 de noviembre del año 2000, con el objetivo de contribuir a la conservación de la naturaleza y los bienes culturales; al desarrollo de la ciencia; y al adecuado uso sustentable de los recursos naturales.”
Es una colección de libros que se abocan a la Patagonia antigua, todos primeros viajes de exploración y conocimiento de dichas tierras.
Ya había leído anteriormente otros dos libros de esta misma colección, pero aquellos databan de alrededor del 1880, y la fecha en que acontecieron los hechos de este relato era 1849, lo que lo hacía uno de los más remotos en el tiempo, y según leí, el primero que se tiene registro de haber sido capturado y llevado tierra adentro que logró sobrevivir y contarlo, si bien hubo muchos más, las mayoría de los viajes no se adentraban en el territorio, siempre bordeaban la costa y si desembarcaban, no se adelantaban mucho en el continente.
Este libro cuenta la historia de Benjamín Franklin Bourne, un marinero que, motivado por la fiebre del oro en los Estados Unidos, subió a un barco en las cercanías de Nueva york con la finalidad de llegar a California donde ya se encontraban sus hermanos, la razón de viajar en buque se debía a la creencia que resultaba menos peligroso que cruzar por los EEUU y afrontar los peligros que presentaban dichas tierras. Resultó que cuando Bourne se encontraba en la entrada al Estrecho de Magallanes, descendió a tierra con la finalidad de obtener carne a través del intercambio con los aborígenes y fue capturado por una tribu indígena, lo mantuvieron cautivo durante cuatro meses hasta que pudo escapar. Años después escribió este libro donde relata su cautiverio, así como también descripciones sobre usos y costumbres, andanzas, aventuras, miedos, y todo lo relacionado con las peripecias que le tocó vivir y que se constituyen como un rico material descriptivo de dicha época y lugar.
El libro posee cuatro páginas de introducción escritas por Nerio Tello, es informativa y por partes algo tendenciosa, a mi parecer. Por ejemplo cuando dice “Bourne no fue el primero ni sería el único en dejar sus impresiones en un viaje fantástico para goce de la posteridad o para enriquecimiento de algún editor oportunista”. ¿A qué se refiere con “enriquecimiento de algún editor oportunista”? si fuera así ¿está mal? Creo que de ninguna manera, un editor “oportunista” le da trabajo a traductores, dibujantes, correctores, y una cadena que va desde el papel y la tinta y todo su proceso, hasta la divulgación de la obra y el acercamiento a los lectores, y si en ese trajín se enriquece, ¡bienvenido sea! Quizás haya visto una denostación donde no la hay, y esté equivocado, o tal vez no.
Por lo demás es una introducción breve, concisa e instructiva que pone en tiempo y lugar al lector, hubiese faltado el gráfico de un mapa para mejor comprensión, algo que si se encuentra en otro libro de la misma colección.
El autor, al comienzo del relato, dice “Por supuesto, teníamos grandes esperanzas de alcanzar nuestro objetivo, que era llegar al nuevo Ofir del modo más fácil y rápido posible.”
Esto me lleva a pensar las aventuras y peligros que enfrentaban aquellos que optaban por llegar por tierra al objetivo. Desconozco la existencia de libros en castellano sobre el tema, que nunca indagué, pero que los debe haber.
En un momento al autor realiza una cita explicando una aclaración, la misma avocada al idioma, al mencionar los escasos conocimientos que tenía el autor del idioma español por su visita a algunos puertos sudamericano (no dice si durante la travesía o si fueron visitas anteriores en el tiempo) y lo mismo para el jefe indio (tal vez por el escaso contacto con españoles) así que los lectores debemos imaginarnos una situación mezclada de sonidos, señas y gesticulaciones con idioma español, inglés e idioma tehuelche.
El nivel de escritura del relato denota cierta capacidad de redacción y conocimientos adquiridos, que un simple buscador de oro y marinero me es difícil creer que los tendría, pero tal vez sea un prejuicio, quizás la instrucción de esta persona era alta o importante con relación al resto, hay que considerar que vivía en la zona norte de los EEUU, la zona más rica culturalmente, diversa y de avanzada para la época. Estuve buscando sobre este personaje, y no encontré demasiado, casi nada, al parecer también escribió una biografía, llamada “Autobiografía”, llena de anécdotas y enseñanzas que comienza con una carta a su hijo, puede resultar interesante leerla, si se trató de un aventurero, pero actualmente no hay mucho material disponible en la web sobre Bourne.
Otra cosa que me llamó la atención es la imagen de la portada del libro, claramente un dibujo pintado, ¿a quién pertenecía? ¿quién lo había realizado? ¿de dónde lo habían tomado? Solo hay una referencia en cuanto al “diseño de tapa”. El interior del libro solo posee dos o tres ilustraciones tomadas de la edición original de 1853, es muy posible que la de la tapa haga referencia a alguna de las ilustraciones originales, o sea una parcialidad de alguna de ellas, realzada en color, en googlebook se puede encontrar la edición original y posee varias ilustraciones del estilo, en blanco y negro.
Un fragmento me resultó gracioso, sobre todo una de las frases que utilizó, el fragmento en cuestión dice “Son excesivamente sucios en sus hábitos personales. Nunca se lavan, por los que sus manos y cara están cubiertas de suciedad, tan espesa y depositada desde épocas tan remotas, que su color natural solo aparece en algunos lugares, desnudado por el desplazamiento mecánico de alguno delos estratos que cubren la superficie. Esta condición los hace altamente proclives a la multiplicación de “las criaturas móviles dotadas de vida”, de las que están abundantemente pobladas sus personas”. (pág. 28)
Hace varias referencias al cristianismo, influenciado por la religión, tal vez alguna rama del protestantismo, tal vez la palabra “criaturas” como sinónimo de otras posibles (por ejemplo, bichos, insectos, alimañas, etc…) provenga de allí.
Dos costumbres muy particulares y hasta divertidas si se quiere, me llamaron la atención, la primera a una especie de graffiti, algo que hasta el día de hoy es muy común en muchísima gente en cualquier lugar, en la página 111 dice textual “Luego continuamos viaje hasta la bahía de San Nicolás, un puerto natural muy hermoso. Una vez en tierra pudimos ver grabados sobre los troncos de los árboles los nombres de una cantidad de barcos que nos habían precedido en el paso por los estrechos. Cada cual tenía las fechas de inscripción. Por supuesto nos agregamos al catálogo.”
Amén de ser un graffiti, también podía servir como guía sobre que buque iba por delante, o si se tenía noticias que uno iba delante y no se anotó, posible síntoma de alguna calamidad (¿un naufragio? ¿una tormenta fuerte que los hizo perder el rumbo? etc..). En la página siguiente, hay una anécdota superadora, y dice “En la rama de un árbol que se curvaba sobre un pequeño arroyo un marinero descubrió colgada una botella que tenía en su interior unos papeles. La llevaron a bordo a para examinar su contenido. Al parecer tres o cuatro barcos que habían cruzado por los estrechos, habían dejado señales de su paso, tales como tormentas de nieve, pérdida de palos, anclas, cadenas, etc… El capitán Morton escribió un relato humorístico de nuestro derrotero y lo dejó en la botella como un aporte a ese compendio de curiosidades. A mi vez, añadí una contribución contando mi captura en manos de los indios y mi escape, al que agregué el ruego de que, si cayera en manos de alguien que fuera a los Estados Unidos o Inglaterra, pudiera ser publicado. (…)
En cambio, debo contar que el relato, que deje embotellado en un paraje inhóspito, cayó en manos de los indios, para quienes no tenía ningún significado; luego estos selo vendieron a un comerciante de paso, que lo descifró y lo envió a la agencia de noticias Smith, de Boston, como resultado de lo cual fue publicado en el Boston Atlas.” Al parecer esto fue veraz.
Algo que también me resulto interesante y que desconocía, el método que utilizaron los ingleses para buscar a tres individuos que habían sido capturados por los indios y de los que no se tenía noticias. Se refiere al caso del capitán Eaton, y a los dos marinos Simms y Douglas, que habían sido capturados y luego asesinados por los indios hacia el año 1847, según pude leer fue un caso excepcional de violencia por parte de los indios, encontré información al respecto en una artículo titulado “Los aónikenk ¿Epitome del buen salvaje?” escrito por un investigador chileno de nombre Mateo Martinic B. A lo que voy, que me pareció novedoso, es la técnica de búsqueda de los capturados y así lo relata Bourne “El gobierno inglés se había tomado mucho trabajo y había incurrido en muchos gastos para obtener información sobre estos desdichados jóvenes, que pertenecían a familias muy respetables de Inglaterra. Habían enviado botes y se habian impreso pañuelos contando la situación de los extraviados. La idea era que esos pañuelos pudieran ser recogidos por indios y accedieran a dar información sobre los prisioneros.”
Como para finalizar este comentario de aquello que me llamó la atención de este libro, sin entrar en las cuestiones más importantes, pero harto tratadas y explicadas en la literatura como el tema propiamente de usos y costumbres de los aborígenes del lugar, es el tema de los nombres. Es una cuestión que la encontré tratada en otros textos en internet y seguramente haya sido motivos de estudio. El autor lo dice de una manera muy elegante y particular cuando escribe “El lector sin duda alguna habrá notado que “la tribu” se ha mantenido hasta ahora anónima”.
Y así es, la ausencia de nombres propios, salvo unos pocos. Empecemos con el jefe de los indígenas y con quien el cautivo tuvo mayor trato, lo menciona constantemente como “el jefe Parosilver”, Parosilver pareciera ser una creación del mismo autor, tiene como un aires de nombre de algún lugar menos la Patagonia. De hecho no encontré que existan registros de un jefe con el nombre Parosilver.
.En la página 80 Bourne dice “De hecho, los nombres propios se oían muy rara vez. Aún en conversaciones sobre otros, se las arreglaban para evitar “pronunciar nombres”, tan estrictamente como muchos honorables políticos, aunque nunca pude descubrir porque motivo. Por señales y gestos, y otros indicios, indicaban la persona de la que se hablaba, y no parecían sufrir inconvenientes por lo que entre nosotros sería una grave vacío”.
Este tema lo encontré mencionado en un libro en googlebook, el libro en cuestión titulado “América en el imaginario europeo: estudios sobre la idea de América a lo largo de cinco siglos. (Carmen Alemany Bay, María Beatriz Aracil Varón. Universidad de Alicante, 2009).” En su página 92 dice “La referencia de Darwin a “una vieja María” que se encontraba entre los patagones del estrecho de Magallanes –“una de las mujeres más influyentes de la tribu”– y las de Bourne al cacique Parosilver – “algunas vez aparece también en su relato Cohanaco, el hijo menor del jefe”– no impiden advertir que los miembros de la masa indígena, rara vez reciben en ambos relatos un nombre propio que los individualice. Bourne ensayó una justificación contradictoria al asegurar que nunca pudo saber “si tenían algún nombre distintivo; si lo tenían nunca lo usaban. De hecho los nombres propios se oían muy rara vez”.
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