viernes, 9 de septiembre de 2016

Quattrocento.

Este libro lo vi una vez en una librería de saldos, luego lo volví a ver otra vez, y otra, y ya no sé cuantas veces lo vi, pero siempre estaba allí, en la misma librería en el mismo lugar. Un día decidí comprarlo. Una edición vieja, pero en buen estado, solo con los bordes de las páginas bastantes amarillentos. Imaginé una novela común y corriente con una historia orientada por los caminos de la historia y el arte. La imagen de portada es linda, claramente una pintura (posiblemente conocida, ya veremos quien es) y las palabras “una mujer, un cuadro, una obsesión” y de remate el título “Quattrocento”, quizás sea todo ello lo que despertó mi interés en adquirirlo. Mi imaginación voló generando algún interés. Estuvo un par de meses en los estantes hasta que decidí leerlo.


El título del libro es Quattrocento, que curiosamente no fue traducido como Cuatrocientos, y quedó el original, que claramente refiere al período artístico europeo de siglo XV, la centuria del 1400. Cuyo autor es James McKean. Traducción de Rafael Marín. Edición 2002. Editorial Ediciones B. www.edicionesb.com Diseño Ediciones B. Ilustración Leo Flores.

Sinopsis (contratapa del libro).
Matt O’Brien, restaurador de arte en el museo Metropolitan de Nueva York, un día descubre casualmente un cuadro que, hasta entonces, había pasado desapercibido en la institución. Intuyendo una figura femenina oculta en esta tela castigada por los estragos del tiempo, Matt se vuelca de pleno en su restauración. Tras el proceso, el joven sufre una transformación: no puede quitarse de la cabeza a la joven del cuadro, a quien incluso ha bautizado como Anna. Matt es un apasionado del Quattrocento –época de la que procede el lienzo- y lleva años dedicado al estudio del arte de este periodo, por lo que viaja con frecuencia a Italia. En Nueva York, se refugia a menudo en el studiolo situado en el museo. En esa pequeña estancia, forrada de madera y cubierta de trampantojos para recrear un estudio renacentista, Matt encuentra respuesta a las numerosas dudas que le asaltan tras el descubrimiento del cuadro. Y será ahí donde descubra quién se halla detrás de la identidad de la mujer del cuadro: una noble italiana que, como él, volcó su vida en el arte.

Sobre el autor, James McKean, no hay mucho. En la solapa de la tapa dice lo siguiente “James McKean vive en Nueva York donde ejerce de lutier, profesión que le ha reportado numerosas condecoraciones. En Quattrocento, su primera creación literaria, McKean ha sabido volcar su sensibilidad y pasión por la música en una novela de gran riqueza lírica.
Este es su primer libro publicado y por lo que pude ver, hasta la fecha actual, el único. Posee una página web http://mckeanviolins.com/ dedicada a su actividad profesional de lutier, especializado en violines. Sobre él, dice una web “James McKean, es un lutier y escritor americano. Tras graduarse en 1977 en la Violin-making School of America, en Salt Lake City regresó a la ciudad de Nueva York, donde después de tres años con el conocido luthier y restaurador Vahakn Nigogosian, instaló su propio taller en 1980. Desde entonces, sus instrumentos han ganado varios premios, incluyendo una medalla de oro en los concursos patrocinados por la Violin Society of America y la American Federation of Violin and Bowmakers. Sus instrumentos se pueden encontrar en las salas de concierto de todo el mundo. Además, McKean es un apasionado de la literatura y el arte renacentista, obsesiones que vieron la luz en 2002 con su primer libro, la novela Quattrocento. http://www.compartelibros.com/autor/james-mckean/1

En cuanto a la imagen de la portada, que fue lo primero que me llamó la atención, imaginé que se trataba de una obra clásica, pero la desconocía, posiblemente alguna vez la vi, pero no es seguro ni tampoco recordaba cuando ni donde, en definitiva no tenía idea. En la ficha de libro nada dice, y es verdad que aparece en el interior del texto. Pero no es novedad descubrirlo antes, ya que no le afecta nada a la lectura del mismo. Es más, estuve viendo, utilizando el buscador Google, que en las versiones americana aparecen, al menos, cuatro variantes, tres de ellas con otras imágenes distintas a la de la presente edición, y otra que da cuenta de esta imagen pero intervenida digitalmente y “actualizada” al presente como si de una fotografía se tratase. Y fue mi sorpresa cuando buscando, encontré otro libro también titulado Quattrocento, pero de otra autora, de nombre Susana Fortes.
Yendo directamente a la imagen de la portada del libro, obra que no ocupa con dos interrogantes ¿cuál es? y ¿quién la realizó? Baste recordar que puntualmente el libro no habla de él, lo que da lugar  algún otro del mismo autor (incluso inexistente), y quizás por ello existan distintas obras como portadas de otras ediciones. Esta en particular es un retrato del Renacimiento (hoy en el Museo del Louvre), titulado "La belle ferronière". Óleo pintado por Leonardo da Vinci (1490-1495). Para ampliar sobre esta pintura se puede visitar https://es.wikipedia.org/wiki/La_Belle_Ferroni%C3%A8re  y http://www.elmundo.es/opinion/columnas/pedro-g-cuartango/2010/01/22066701.html  

Mis comentarios para con la lectura de este libro no son del todo alentadores. Tiene varios aspectos cuestionables desde mi mirada. En un tanto tedioso con los diálogos. Por partes se vuelve aburrido, es llano, no aparecen tensiones que generen interés. Se vuelve meloso y cansador, con algunas esporádicas descripciones de paisajes. Es la escritura, a forma de escribir que tiene (al menos como se desprende de su traducción), la que resta valor a su historia. Por partes no se entienden, y no por lo difícil de su lectura, que por cierto, es bastante sencilla, en muy pocos fragmentos posee una redacción bastante elaborada. Repite hasta el hartazgo el nombre de Matt. Muchas cosas (palabras) las menciona y deja el interrogante, al menos para quien no las conoce, pero luego, páginas más adelante las explica. Hay que esperar hasta después de setenta páginas para conocer al personaje del cuadro. Se excede un poco con las metáforas.
Hay frases que son burdas e inocentes. Por ejemplo:
-Tendremos que ponernos en marcha. -¿Adónde vamos? –No tengo tiempo de explicarlo.(p.105) o “El sacerdote que los había seguido, se persignó a ver el arma. (p.111) o “Con un salto compulsivo apartó de una patada los libros y las flores.(p. 210)
Y muchas explicaciones en medio de las charlas y diálogos entre los personajes, no parecen dar la sensación de naturalidad, amén de que lo que se busca transmitir sea el concepto.

En cuanto a lo positivo que encuentro, es la mención de algunos artistas, de algunas obras, técnicas de datación (p.74), de algunas técnicas pictóricas, es decir cómo los pintores utilizaban los pigmentos, las diferencia entre los aceites y las temperas. En ocasiones, McKean, explica el simbolismo encontrado en las imágenes.
Es evidente que el autor realizó una investigación sobre el arte, la historia y la cultura de la Italia del Renacimiento. Esto lo manifiesta, pero de manera tan explícita que pareciera estar mostrando directamente el material de estudio que utilizó.

Increíblemente, el autor, trata de generar una especie de viaje en el tiempo, y jugar con eso, un studiolo como pasaje o instrumento para ir desde la actualidad hasta el pasado el 1400, pero es tan confuso, que si bien puede ser buena idea, termina no cerrado del todo. En un momento, hasta menciona la teoría de las cuerdas, en uno de estos desvaríos. Pero ese misterio que uno espera encontrar, en lugar de generar emoción, provoca confusión. Hay cierto desfasaje en las historias de cada personaje, todo encaja muy rápidamente sin mayores inconvenientes que fundamenten esos hechos. Existe cierta desviación temporal, admito que es difícil y pretensioso lo que plantea el autor en un relato con contenido histórico, pero en lugar de parecer realista ni tampoco ser ciencia ficción, se queda a medio camino. Como que el studiolo, lo lleva a divagar con su imaginación, que por momentos es completa y por momentos insuficiente. Pero es solo una lectura, porque el libro pareciera indicar que el personaje “de alguna manera” realmente viaja en el tiempo.

Lo dicho anteriormente referido al “viaje en el tiempo” quizás este relacionado con lo que sigue a continuación, el carácter musical que presenta el texto.

La última frase del fragmento antes citado que se encuentra en la solapa del libro dice algo interesante “ha sabido volcar su sensibilidad y pasión por la música en una novela de gran riqueza lírica.” Es aquí donde radica la esencia de la novela y su correcto entendimiento, al menos a mi parecer, pero si uno desconoce de música, esto se dificulta. La novela estaría plagada de alegorías musicales (o algo así). Y esto se deba, posiblemente, a que el autor es especialista en instrumentos musicales. Por ejemplo, pareciera sugerir que el desplazamiento de tiempo tuvo que ver con puntos de fuga y ciertos sonidos o vibraciones, aunque falta aclaración. Tal vez, esto lo puedan comprender mejor, los músicos, o les resulte más fácil la identificación.

Menciona en varias ocasiones, para referirse a ciertos marcos, al chopo lombardo. El álamo negro o chopo negro (Populus nigra), también conocido como chopera, es una especie de árbol perteneciente a la familia de las salicáceas
Italica. El verdadero chopo lombardo, seleccionados en Lombardía, en el norte de Italia, en el siglo XVII. El crecimiento es fastigiado, con una corona muy estrecha. Proveniente de la región mediterránea, se adapta a los veranos cálidos y secos y crece poco en condiciones de humedad, siendo de corta duración debido a las enfermedades fúngicas. (Wikipedia).

Me llamó la atención la frase en latín diabolus in música (p. 64), frase que desconocía. El término en latín diabolus in musica o su españolización diábolus in música hace referencia a “el Diablo en la música” una manera peyorativa de referirse durante la Edad Media al término musical «tritono» (intervalo musical que abarca tres tonos enteros).

Un instrumento que no conocía aparece cuando dice “dos laudistas y un tañidor de tiorba(p. 96) Seguramente se refiere al tañedor (persona que tañe un instrumento). La tiorba es un instrumento musical semejante al laúd barroco, pero con mayores dimensiones. Está compuesto por dos mástiles o mangos y ocho cuerdas adicionales para los bajos, sin trastear.

Una vieja prenda de tweed(p.11) ¿A qué se refiere? Es la pregunta…. Y la respuesta: El tweed (palabra que proviene del río Tweed, de Escocia), es un tejido de lana áspera, cálido y resistente, originario de Escocia. La textura es calada y elástica, apretada. Se fabrica en liso o tejido de sarga y a menudo muestra el patrón en forma de espina de pescado, o herringbone. Se obtiene girando juntas varias hebras de lana de diferentes colores en un hilo de dos o tres capas. La pelusa que se crea en la superficie del tejido rechaza el agua. (Wikipedia)

He buscado críticas a este libro, y en español no las encontré, si algunas opiniones de particulares en inglés, y está divididas las aguas, con comentarios a favor de aquellos que les gustó y aquellos otros que le darían una relectura para poder comprenderlo mejor, y comentarios en contra de aquellos que directamente no lo recomiendan.

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