El segundo en visitar, fue el Museo Naval de la Nación. Salimos del museo que anteriormente visitamos y caminamos dos cuadras más por calle Lavalle hasta el final de la misma donde al girar a la izquierda comienza el Paseo Victorica. Este paseo va bordeando la Av. Victorica. Como era pasado el mediodía, paramos a almorzar antes de continuar nuestro camino. Un día de muchísimo calor y muchísima gente en el lugar. Son cinco cuadras por Av. Victorica, se llega a una pequeña curva, y a media cuadra encontramos el Museo Naval de la Nación. Justo frente al río Luján.
Este museo se encuentra incluido en la Guía Nacional de Museos, editada por la Secretaría de Cultura de la Nación, 3 Edición, 2014. Allí dice “Museo Naval de la Nación. Historia de la navegación. Armas, instrumentos náuticos, pinacoteca. Marina deportiva y comercial. Barcos originales poco comunes. Modelos a escala. Documentos y biblioteca.”
Un cartel azul con letras blancas en la vereda anuncia su presencia. Cuando uno va llegando, puede ver un patio con aviones en exposición provenientes de la aviación naval. Antes de ingresar, en un poste, elevado un cartel indicador con la figura de un barco y la leyenda “Armada Argentina. Museo Naval de la Nación” todo realizado en metal. Y que contrasta con el fondo verde de los árboles, todos ellos plátanos de sombra (Platanus × hispanica) de grandes dimensiones.
En la puerta hay una pequeña antesala, antes de ingresar al museo, que posee la maqueta de un buque a escala, como ejemplo de lo que viene a continuación. Es un museo grande. El costo de la entrada es de 20 pesos. Cuando uno ingresa, hacia el lado izquierda, hay una oficina, donde te reciben, allí te cobran la entrada. No nos entregaron folletos, desconozco si los hay. Allí hay que dejar los bolsos y mochilas. Permiten tomar fotografías, con la excepción natural, de las pinturas a las que se permite fotografiar pero sin flash. Esto está indicado en los carteles, la foto de los carteles da para confusión si uno hace una vista rápida, ya que se ve una cámara tachada, pero que si uno mira con atención, se resalta el símbolo del flash y la leyenda “no usar flash”. El horario de visitas es de lunes a viernes de 8:30 a 17:30, sábado y domingo de 10:30 a 18:30. La página web del museo es http://www.ara.mil.ar/pag.asp?idItem=110 Y comienza el recorrido…
Un cartel ubicado al lado de puerta de ingreso presenta al museo de esta manera “El Museo Naval de la Nación es una dependencia de la Armada Argentina y tiene como objetivo acercar a la comunidad la historia, cultura, tradición marítima y naval.”
El museo esta subdividido en cinco grandes salas, además del sector exterior. Sala A (Sala Independencia. Sala Historia Naval Argentina), Sala B (Sala Historia de la Navegación. Sala de Exposición Temporaria. Parque de Armas y Aviación), Sala C (Sala de Historia de la Marina Moderna), Sala D (Sala Náutica) y Sala E (Sala de Armas).
Como se ve, el museo es grande. Lleva tiempo recorrerlo todo. Este día en particular, hacía muchísimo calor, y aquí dentro del museo, estaba casi insoportable. Hay que ir con ganas, si bien tiene techos altos, y es un lugar cerrado, no posee ventiladores ni mucho menos aire acondicionado.
Creo que es un museo, que además de brindar la muestra histórica naval, puede ser bien aprovechado por aquellos a quienes les gusta todo lo relacionado con la navegación, y también por aquellos a quienes les gusta el modelismo, en este caso el modelismo naval (y un poco del aéreo), debido a la enorme cantidad de buques a escala que se encuentran en exhibición, y lo mejor de ello, todos buques que alguna vez fueron parte de la flota argentina, y al así serlo, creería que hay un cierto rigor de precisión en la realización de los mismos.
Hay unas cuantas obras de arte, mucho modelismo de barcos, bustos, antiguos cofres y muchos utensilios que reflejan la historia marina. Entre los que más me llamaron la atención, se encuentra un mazo y formón con tallados en madera utilizados en el lanzamiento del acorazado Almirante Brown en 1880. Algo que me asombró ver fue un mechón de pelo de un marino, al cual preferí no tomarle fotografías. En la sala de armas se podían ver una variedad de proyectiles y el consiguiente cartel referido al cuidado de los niños por parte de los padres. En la sala de náutica se expone una clásica góndola italiana, que no hace propiamente a nuestra historia naval pero allí está para su conocimiento, aunque actualmente han importado esta atracción turista al Río de la Plata con un corto paseo que realizan en una zona de CABA.
Entre otros objetos que me llamaron la atención, primero uno, resultando ser un particular gorro que perteneció a Giuseppe Garibaldi y que fue obsequiado al coronel de marina José Murature. Según dice en Wikipedia “hacia 1840 se refugió en Montevideo, como miembro del partido unitario. Prestó servicios en la pequeña flota de la ciudad sitiada, y acompañó por un tiempo al corsario José Garibaldi en su excursión por el Paraná.”
Aquí uno puede reflexionar sobre algunos textos leídos y aquellos objetos relacionados con las obras que uno leyó. Esto sucede en muchos museos de carácter históricos.
En este caso, no solo el caso de Garibaldi, sino también el ver un mapa donde se señalan el Río Negro y el Río Limay, trajo el recuerdo de la lectura de un libro de Fontana cuando exploró a Patagonia Austral, lo mismo sucedió cuando vimos la maqueta con el faro San Juan de Salvamento que nos trajo a la mente el recuerdo de un conocido libro de Verne. Pienso ¿a cuántos les sucederá lo mismo?
Como muchas veces sucede con las visitas a los museos, algunos asistentes son poco responsables o bastantes irresponsables. El día de la visita nuestra no había muchos visitantes, si bien los había, estaban bastante diseminados por el museo y era raro ver varios visitantes relativamente juntos. Tampoco parecía haber personal de seguridad, pero es lo que parecía, ya que si bien no había propiamente dicho “personal de seguridad” sí había personas que cuidaban del buen uso del museo por parte de los visitantes. Y aún con todo, siempre alguno se desbanca. En cierto momento del recorrido, una mujer que venía caminado, le dice de lejos a otra mujer “está prohibido tocar los objetos”, suave pero con firmeza, cuando giro la cabeza para ver la destinataria del mensaje, veo una mujer que se había apoyado completamente con su cuerpo sobre un piano, y su acompañante tomándole fotos. Si se trataba de descansar por el intenso y agobiante calor que hacía, había disponible uno bancos para sentarse en la sala de náutica, si se hubiese descompuesto por la razón que fuere y era una urgencia, su acompañante hubiera ido a buscar ayuda y no hubiese estado tomándole una fotografía. Gente que no valora lo ajeno, gente que no valora aquello que tiene un valor cultural, no se trata de un objeto una plaza pública colocado adrede para que cualquiera lo utilice y haga ejercicios, por ejemplo. Quizás haya personas que no pueden distinguir la línea entre una cosa y otra, más aún cuando han colocado al ingreso, una cartel indicador con las prohibiciones, y una de ella, es la de No tocar los objetos. En tanto que por mi parte continuaba con el recorrido, y noté la presencia de dos o tres mujeres más con guardapolvo blanco tipo escolar. Y ya que mencioné estas mujeres que tenían toda la pinta de ser maestras (aunque estemos en periodo de receso escolar), debo agregar, que este museo poseía uno cuantos carteles con las indicaciones de cursos, talleres y obras, en su mayoría destinadas a niños. Entre los cursos que ofrecen, se encuentra el de modelismo a escala.
Completada la visita al interior del museo, uno puede salir al patio, que es el mismo que se ve desde la vereda, ya que solo hay una enrejado, solo que desde el interior se pueden tomar fotografías sin la reja de por medio, allí se ven algunos aviones de la aviación naval y diversos cañones pertenecientes a buques.
Así concluye la visita a este museo.
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