Hoy día se dio lugar la segunda presentación del ciclo llamado Tips de Escritura. La improvisación de un decálogo. Modera Maximiliano Tomas. Tres destacados escritores hablaran como se construye un texto de ficción.
La crónica de la primera charla se la puede leer en el link que sigue http://reuniendoletras.blogspot.com.ar/2015/10/ciclo-tips-de-escritura-i.html motivo por el cual, esta vez, pasaré directo a comentar la charla sin presentar las cuestiones básicas ya comentadas en el entrada mencionada.
El escritor invitado para la charla de hoy, en el mismo lugar El Ateneo Grand Splendid, fue Noe Jitrik. No tenía idea quien era, ni que había escrito. Nunca lo había sentido nombrar, ni jamás había leído algo de este escritor. Busqué en internet, para no asistir ignorando de quien se trataba. El link a su biografía en Wikipedia es https://es.wikipedia.org/wiki/No%C3%A9_Jitrik
Esta vez llegué muy temprano, una hora y un tanto más antes que comience, pero no me importaba, tenía toda la librería para recorrer, así que busqué el anaquel que me interesaba en gusto, busqué y encontré un libro que me compré, que ya lo comentaré más adelantes, y es de una temática que me interesa pero no me deslumbra, quizás para tener un acercamiento ente literatura y números o matemáticas.
Ahora, me dirigí al tercer piso, y me encuentro que no había nada armado, nada preparado. Empecé a cuestionarme si había o no había charla. Volví a bajar, continué mirando libros, al rato miro para arriba y veo que comienzan a preparar la mesa. Volví a subir, y un empleado ya estaba colocando las sillas. La exposición de fotografías de la semana pasada ya había sido levantada, esta vez no había nada, las paredes solas. El encargado ya había ubicado las tres primeras filas, así que me senté en una para ir ojeando el libro. Se acerca y me dice “tenés para elegir”, y así es, era el primero en llegar, todas las sillas a mi disposición, una vez que colocó un par de filas más, me cambié al lugar que más me gustaba y allí me quedé. Al rato, el empelado sentenció “suficiente” y se acabaron las sillas. Las conté. Total 34, 13 sillas menos que la charla anterior. No se equivocó, este escritor efectivamente tuvo menos convocatoria. Si bien se ocuparon en su totalidad, tampoco hubo necesidad de más, había dos o tres personas paradas, pero era porque así lo querían, porque entre todos los sentados, quedaban disponibles dos o tres lugares.
Mientras estaba sentado, leyendo a vuelo de pájaro el libro comprado, observaba alrededor. A medida que pasaba el tiempo comenzaban a llegar asistentes a la charla, aunque muchos, diría la mitad, llegan sobre la hora misma a riesgo de no encontrar asiento, pero al menos en esta charla todos encontraron lugar. Muchos turistas, de paseo, recorriendo el lugar. Muchos visitantes suben hasta el tercer piso para tomar las fotografías. Hay una empleada, que atiende en el tercer piso, y no es de los que dan ayuda con respecto a los libros, aquí estaban entregando y/o vendiendo entradas, entradas para algún evento de algún artista, y este día tenía mucho trabajo, era incesante la cantidad de gente que subía por su entrada, si bien la atención era rápida, a los que iba a buscar entrada (supongo que la habrían ganado o reservado) solo presentaban el documento y se la entregaban, y los que iban a comprarla, elegían el lugar y la abonaban, se formaban filas de tres o cuatro personas, algunos indecisos como un par de mujeres que cuando se enteraron que la ubicación campo costaba 900 pesos, pensaron a viva voz “con ese dinero llenamos la heladera, mejor lo pensamos y volvemos”.
Había pasado media hora de la hora estipulada, y ni el moderador ni mucho menos el invitado, habían llegado. 19:30hs, media hora más tarde, ingresaron saliendo del ascensor, y en los cuatro metros desde el ascensor hasta la mesa de conferencia, el escritor invitado se cruza con un asistente con el cual evidentemente se conocía, se saludan y comienzan una charla personal entre ellos. Y el resto, bien… gracias, ahí esperando, y parece que se sentían cómodos dado que seguían charlando sin sentirse molestados por las miradas de los asistentes que esperaban, que esperábamos, hasta que el moderador haciendo uso del micrófono tuvo que llamarlo, ahí fue que completó los dos metros que faltaban y dio comienzo a la charla del día.
Tomó la palabra el moderador Maximiliano Tomas y presentó al invitado Noe Jitrik, tal y como está publicado en el Facebook de El Ateneo, leyendo lo siguiente: “Nació en Buenos Aires en 1928. Crítico, ensayista, poeta y escritor de ficciones, fue uno de los integrantes centrales de la revista Contorno desde 1953. Trabajó como profesor universitario en la Argentina y en el extranjero. Entre 1974 y 1987 vivió exiliado en México, donde no dejó de publicar. Desde 1999 dirige la Historia Crítica de la Literatura Argentina, publicada en doce tomos. Obtuvo premios como el Casa de las Américas, el Konex de Platino y doctorados honoris causa en casas de estudio de la Argentina, Uruguay y México. Entre decenas de libros teóricos y narrativos, de sus últimas obras podemos mencionar Cálculo equivocado, Los lentos tranvías, Amaneceres, Mediodía y Casa Rosada.”
Aquí, el escritor invitado realizó una primera corrección, no es Amaneceres sino que el libro se titula Atardeceres. Ahora, leyendo en internet, dicho libro versa sobre “recuerdos de la infancia en un pueblito de la provincia de Buenos Aires”, y esto, que a primera vista podría parecer casual, inocente, ingenuo, ahora que lo pienso, podría no haberlo sido tanto, un pensamiento conspirativo, pero ¿a cuenta de qué? Allí mismo al comienzo de la charla, el moderador planteó el tema, donde había nacido el escritor, diciendo que en internet, se daba un caso raro, debido a que diferentes biografías situaban el nacimiento en distintos lugares, al menos en tres ubicaciones diferente, y las mencionó, aunque el escritor salvó cualquier duda aseverando haber nacido “en un pueblito de la provincia de Buenos Aires”. Algo escueto y conciso pero no mucho más. ¿Casualidad la del error en “Amaneceres-Atardeceres” y luego la “duda del lugar de nacimiento”? para ahora conocer que el libro Atardeceres trata de “recuerdos de la infancia en un pueblito de la provincia de Buenos Aires”. Quedará en cada uno sacar conclusiones. No se pierde nada embarcándose en algo tan ingenuo como eso, pero se gana un mínimo en publicidad, y en última instancia, los escritores viven de escribir, y deben vender sus obras (como la charla pasada donde se insinuaba de forma indirecta la realización de talleres de escritura de la escritora). Si así fue, la hicieron bien. Si fue un error, una transpié del presentador y de quien redactó la breve reseña (o quizás la copiaron de Wikipedia donde también figura mal el título del libro, al menos a octubre de 2015).
Este escritor nos comentó algunos conceptos teóricos: escribir a manos, requiere tiempo extendido, pero es muy bueno para realizar poesías, por ejemplo. Escribir en computadora requiere respuestas inmediatas, y es muy bueno para escribir reflexiones o cartas, por ejemplo. Hizo mención a la época de las máquinas de escribir, antepasado de las pc, algo más rico, en el aspecto que permitía realizar una “genética textual”. Resaltó la importancia de tomar notas.
Hizo mención a una película, si bien no dijo el título, se trata de El verano de sus vidas. The Magic of Belle Isle (Summer at Dog Dave's) (2012) http://www.filmaffinity.com/es/film643353.html donde el actor Morgan Freeman, representando el papel de lisiado en una silla de ruedas, como escritor agobiado, en diálogo con una niña, realiza una reflexión sobre escribir ficción, diciendo “escribir aquello que todavía no está” (imaginación).
A partir de aquí, el invitado, previamente aclarando que no es su caso el antes comentado, nos habla de su particular manera de comenzar un texto, un escrito. Él necesita de una frase. Para todo lo que escribe, necesita una frase inicial. Una frase inicial que exige alimentación. Luego se pasa al segundo momento que es el de la articulación. Cuando hablaba de la frase inicial, enumeró algunos caracteres de la misma: no viene de afuera, no es pura, siempre viene trabajada, “contaminada” de reminiscencias, esta frase inicial proviene del inconsciente, aquél lugar que contiene una acumulación de conceptos, pero solo de aquellos conceptos registrados, y es registrado todo aquellos que para el cerebro tiene un sentido. De esa profundidad del inconsciente surge la frase inicial. Aquí formuló un interrogante ¿existe la espontaneidad? Pero decidió no ahondar dado que se estaba rozando áreas de la psicología y la filosofía y se volvería extenso tratarlo excediendo el tema planteado.
De alguna manera, esto es mi opinión personal, todas aquellas personas necesitan de una frase con la cual comenzar, e imagino que esa frase primeramente surge en la cabeza de uno o bien en algún momento llegó del exterior, pero uno la analiza y luego la traslada al texto. Por eso, no entendí muy bien, esa idea de la frase inicial. Ya que me parece que es una generalidad. Pero supongo que hacía referencia a la “frase justa y necesaria”, esa y no otra la que dará comienzo a su escrito. O aquella frese que luego no será modificada, suprimida o cambiada de lugar una vez que ha comenzado. De todas maneras me resulta algo confuso.
Hizo referencia a la importancia de tener un buen comienzo. Mencionó el “resplandor de la frase”. Habló sobre los ensayos que deben estar siempre motivados, de las “frases cerradas” propias de los poemas o que dan origen a poemas, y de las “frase abiertas” que dan lugar a la narrativa. También comentó la búsqueda de respuestas a un problema literario. Continuó con la alusión a la “lógica” necesaria para la articulación del texto.
Contó algunas anécdotas, de sus viajes por ejemplo, y otra que se llevó algunas sonrisas, cuando dijo que actualmente se despierta con un endecasílabo en su cabeza (endecasílabo, verso de once sílabas). Esto, él lo llama “brote”.
Otra de las preguntas que formuló, supongo, que desde la mirada de crítico literario, fue referida a las “metáforas”, si son o no arte, para él, el taller es donde se trabajan las artesanías pero no se hace arte. Al menos es lo que entendí, puede que no sea correcto, o que no esté bien redactado de mi parte. Cuando escribe, o bien lee otros autores, espera algo más que una metáfora, el texto tiene que conmover al lector.
Hasta que punto esto es así, no lo sé, personalmente no creo que todos los textos tengan como objetivo el conmover, o visto desde otro aspecto, no todos se conmueven con lo mismo que leen.
Es un autor que escribió una variedad de obras que van en narrativa, novela, ensayo, poemas, artículos, columnas de opinión y crítica literaria. Pero según dijo, desde su mirada, habiendo cruzado por tantos caminos, si hay un hilo en común que conecte todo, “siempre está contando algo, narrando para comunicar”, así ha dicho.
La charla era breve y solo se trataba de un encuentro, esto es alrededor de una hora y media, básicamente lo que hizo fueron acercamiento a títulos de temas que cada uno por su cuenta, al menos aquellos que les interese, pueden profundizar, abrió un camino, trazó algunas líneas que a cada quien sabrá si les sirven o no.
En cuanto al público asistente, tomando como referencia, la charla anterior, diría que la mitad de los asistentes se renovó. Y diría que en un 80% (calculado a ojo) eran personas mayores a los 55/60 años, no obstante, cuando se dirigía al público con algún consejo decía “a ustedes, los jóvenes”, y me preguntaba ¿nos hablará a nosotros? ¿estará viendo bien a la audiencia? ¿estará halagando al público?, pero pensándolo desde otra perspectiva, este señor tiene 87 años, para él todos éramos jóvenes, los más viejos que había en la sala tenían entre 10 y 15 años menos que él. Comento este parecer que contempla el tema de la edad, dado que el mismo hizo algunas bromas con la edad (por ejemplo, mencionó la cantidad de vivencias acumuladas, y aquello poco que recordaba que le podía servir cuando de escribir algo nuevo se trataba, y otros ejemplos más), además que no parece que tenga tantos años y se mueva tan bien, de hecho se lo hicieron saber otros asistentes del público, felicitándolo. Cuando contestaba preguntas, se notaba que tenía un caudal de conocimiento, a veces la respuesta comenzaba de forma pedante, pero enseguida la reencauzaba para completarla con algún chiste, alguna broma, alguna anécdota.
En referencia al público asistente, algunos dejaban bastante que desear, maleducados e irrespetuosos, esta vez se hizo notar la presencia de celulares, algunos ni siquiera tuvieron la delicadeza de apagarlo, suponiendo que tu cerebro esté tan apegado al aparato, que tengas una adicción al teléfono de la que no podes no atender ¿no tenían otra alternativa? Sí, muchas opciones, colocarle volumen bajo, ponerlo en silencio pero con luz titilante, configurar modo vibrante, pero nada alcanza a estos personajes irrespetuosos que para llamar la atención, y faltándoles el respeto al resto de los asistentes y a quienes están brindando la charla, permiten hacer sonar el teléfono a máximo volumen, no lo apagan, hacen que todos asistentes los miren con cara “que irrespetuosa que sos” y se van a hablar a la escalera, ahí mismo molestando ¿quién te quiere escuchar?, fuimos a escuchar al invitado, no a vos ¿te crees estrella?, y otros que no llegaron a ese punto pero que se permitían una o dos sonadas hasta que lo apagaban. Otro caso era el de un muchacho grandulón que fue con una mujer, daba la sensación de haber ido a acompañar a su pareja, mientras ella estaba respetuosamente atenta a lo que hablaba el conferenciante, este sujeto paveaba, se ve que sufría el calor de la sala dado que las orejas las tenía sumamente coloradas, y para matar el aburrimiento se puso a revolver el cabello de su compañera, y jugaba con ese bendito cabello como su fuera un niño, todo el tiempo lo enroscaba, lo revoleaba y de nuevo repetía, la miraba a ella y no al invitado, luego con aire de superación, se había recostado en dos sillas cual si fueran un sillón, y brindaba un espectáculo ridículo a todos los que estábamos detrás, me pregunto, si queres cuchichar, ¿no te podés ir a un bar o una plaza? ¡estás en una conferencia! El invitado y el público asistente merece algo de respeto. Evidentemente a este individuo con comportamiento de niño, eso no le interesaba. Hasta que llegaron las preguntas, si bien algunas fueron moderadas y un par de asistente lo felicitaron, hubo dos individuos que se hicieron notar, primero porque preguntaban y preguntaban, habían acaparado el micrófono y parece que no se saciaban con las respuestas, pero dieron la nota en otro aspecto. Una primera asistente confrontó al escritor invitado con una tanda de inquisidoras preguntas, daba la sensación que la asistente se sentía ofuscada con el escritor por lo que decía y lo confrontaba con lo que el mismo escritor había publicado en el diario Página12 donde es columnista. La preguntante se encontraba desencantada con las respuestas que recibía por parte del escritor y retomaba con nuevas preguntas, parecía que buscaba escuchar las respuestas que ella quería escuchar y no otras, y lo indagó mencionado a una poetisa argentina, la respuesta parece que le gustó menos que las anteriores, luego bajó un tono (previo leve abucheo de la sala) y las preguntas que siguió realizando fueron más tranquilas. Tomó el micrófono otro asistente, realizó varias preguntas, hasta que llegado un momento, saca de su bolsillo un recorte de dos páginas del diario oficialista Tiempo Argentino, con un texto de otro escritor y confronta al invitado leyéndole algún párrafo. Es crítico literario, no necesita que le lean un párrafo de otro autor. ¿Con qué necesidad de hacer eso? Si tenía ganas de llevar un par de hojas de diario ¿por qué no llevó algo escrito por el invitado? El tema del ciclo es Tips de escritura, y hay tres escritores invitados claramente identificados ¿qué necesidad de llevar textos de otro autores? Todos podemos llevar y confrontar a los invitados con los miles y miles de escritores que hay en el mundo (o que existieron alguna vez) pero me parece bastante desubicado. Hasta casi una falta de respeto, si llevan de invitado a A, bueno… hablamos de A. ¿Cómo vas a ir a con escritos de B o C? ¿Cuál es la finalidad? ¿Cuál es el balance? ¿Qué objetivo se persigue? ¿Se logró algo productivo para el conferencista y/o los asistentes? Nada. Finalmente, el preguntante obtuvo su respuesta, volvió a doblar el cuatro las hojas de diario y se las guardó en el bolsillo.
Cumplido el horario, aplaudimos al escritor y finalizó el encuentro. A esperar el próximo jueves en el último de los encuentros.
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