En el Jardín Botánico de la Ciudad de Buenos Aires se realizó la 3ra Edición de la Feria de Plantas.
Y allí fuimos, nunca había ido a las anteriores, esta fue la primera visita a esta feria.
Había un cartel en el puerta, y nosotros decidimos ingresar y recorrer hasta encontrarla, primeramente pensamos que se desarrollaba en el edificio central, pero no era allí. Un error, a mi juicio, es que no estaba señalizada. Y digo error, porque mucha gente veíamos que iban a preguntar allí, justo donde dice Informes, un señor, amable
y con toda la paciencia del mundo, indicando a los visitantes y señalando con la mano, así estuvo todo el tiempo. Yo creo que con un par de cartelitos que indiquen “Feria” y una flechita se facilitaban el trabajo.
Nosotros comenzamos a caminar, en el supuesto que en algún momento iba a aparecer la feria, y efectivamente eso sucedió, allá a lo lejos vimos unos gazebos blancos. Allí era.
Una feria bastante chica, había gazebos con venta de plantas, algunos también vendían macetas, sustratos, adornos para jardín, un puesto con venta de comida, uno dedicado a orquídeas, y algunos pocos más. No era muy grande, el puesto de orquídeas estaba lleno, y como eran pequeños, resultaba incómodo, estar ahí entre el montón de gente apretujada mirando, consultando y comprando. Algunos, no recuerdo si la mayoría pero algunos puesto sí, tenían publicados los precios, por ejemplo un cactus sin flor con cuatro o cinco hojas, en una maceta de cerámica laqueada de no más de 10cm de altura, 1100 pesos. Otros vendían pequeñas plantas (más que nada cactus y suculentas) en macetitas que tenían el tamaño de la tapa de un aerosol. El día estaba muy lindo y el lugar elegido no había árboles que den sombra, así que pegaba de lleno el sol. Lo que no vi, plantas de interior, o quizás se me pasó. Una feria muy pequeña. Varias personas se llevaban sus compras. Bastantes diría, para lo pequeña que era la feria, algunas mujeres se llevaban de dos a tres bolsas con plantas. Hasta uno que se llevaba un crecido arbolito en una moto.
Salimos de allí y fuimos a dar una vuelta por el Jardín Botánico, donde a las 15pm, plena tarde activaron los regadores, así que todos los aspersores disparando el agua a las plantas y los caminos y gente esquivándolos o mojándose al pasar por debajo del chorro.
domingo, 29 de septiembre de 2019
domingo, 22 de septiembre de 2019
Fiebre del Libro. Edición 2019.
Me hice una escapada hasta la Feria de Libros, denominada Fiebre del Libro Edición 2019, que organiza la Biblioteca Nacional Mariano Moreno en la Plaza del Lector.
Llegué a eso de las 16hs y di una recorrida fugaz en pocos minutos. Por suerte el día estuvo hermoso, la feria se realizó lo más bien. Esta vez, me dio la sensación, a ojo, más completa que otras, en el sentido que me pareció, había más stand. En el momento que pasé, no había mucha gente, pero al menos, uno o dos personas visitantes por stand, además de otras personas que estaba en los bancos, en el césped, y con los chicos circulando.
A diferencia de otra oportunidad, esta vez no compré ningún libro. Lo que no me gustó, ni aquí ni en ningún lado, el no ver los precios, que no estén los precios a la vista o tener un acceso directo y personal (por ej. una pantalla con lector de barra). En la feria, había que acercarse a los vendedores (uno o dos por stand) y consultar, en el mejor de los casos, ellos miraban una planilla y te decían. En muchos casos, ya sabían los precios de memoria, ni siquiera miraban la planilla. Y uno tiene que esperar que terminen de atender al que están atendiendo para poder preguntar. Como este procedimiento, me parece innecesario y que se puede facilitar con solo colocar un cartelito por encima de la pila y/o fila de libros, y además sumado a la confianza/desconfianza en una país que se los conoce por la “avivada criolla”, preferí pasar de largo.
Entiendo que hay crisis económica, que los precios son altos, que un precio de $600 o $700 pesos puede ahuyentar a compradores, pero al mismo tiempo, me parece más honesto, que quita dudas para el comprador/consultante un precio visible para todos. Y más aún, si, al ser una feria que lo característico es el precio de venta más bajo que la venta en un local comercial, en el mismo cartelito colocar el precio de lista y el precio rebajado de feria.
Pero quienes saben mejor de esto, no se me escapa, son propiamente los vendedores, mi caso, no es representativo de nadie, es de seguro que si los precios no estaban visibles, y solo se obtenían preguntando, es que así funciona mejor en estos tiempos de crisis, tal vez interviene en el proceso de compra-venta la agilidad y empatía del vendedor para convencer al comprador que efectúe la compra.
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