El título original es L´art de refuser un roman. Traducción de Ana Becciu. Edición 2008. Editorial Ediciones B, www.edicionesb.com para el sello Bruguera. Bruguera Narrativa.
El diseño de cubierta es el detalle de una obra del artista Andrews Gadd cuya webpage es http://www.andrewgaddart.com/ llamada Cinco pilas de libros, una caída (Five Stacks of Books with One Fallen). Perteneciente a una colección privada © The Bridgeman Art Library.
Sinopsis del libro:
Libro original y de humor desbordante, El arte de rechazar una novela compila 99 cartas de otros tantos editores que, tras haber recibido y leído un manuscrito inédito, escriben al autor comunicándole que rechazan su publicación. Con elementos propios de la parodia y de la sátira, Camilien Roy, autor revelación en Canadá y en Francia, lleva a cabo un formidable ejercicio de estilo al otorgar una voz distinta para cada uno de los 99 editores (el obsesivo, el petulante, el pesimista, el perezoso…) que, en las presentes 99 cartas, presentan 99 maneras de decir que no.
Es interesante el tema que plantea este autor, el rechazo a las obras por parte de las editoriales. Frecuentemente leemos en las biografías de autores lejanos y no muy lejanos, que con el paso del tiempo se convirtieron en clásicos o al menos escritores “de culto”, pero que en sus primeros momentos sus manuscritos fueron rechazados por las editoriales. Otro tanto pasa con aquellas obras que en un primer momento reciben críticas negativas y con el paso del tiempo se convierten en clásicos con lecturas y relecturas diferentes. En la actualidad la cuestión es diferente, hay cantidad de editoriales a las cuales uno puede pagarle (generalmente ya tienen las diferentes tarifas por os distintos tipos de publicación) y de esta manera publicar. Siempre hablando de libros en papel (aunque sucede lo mismo con las versiones digitales con pequeñas salvedades). Esta nueva modalidad, productos de varios factores desde el avance del capitalismo, la competencia, el surgimiento de innumerables editoriales pequeñas hasta la informática y la tecnología. Existen “contras”, si bien uno puede publicar sin temor al rechazo, son editoriales pequeñas o con no mucha llegada al público masivo (por supuesto que aquí intervienen muchos otros factores en como distribuir y dar a conocer el libro), uno tiene que pagar para publicar el libro y no pedir que lo publiquen y esperar el retorno de las ganancias debido a su publicación. Otra es que no son editoriales grandes y muy conocidas, lo cual reduce la llegada a ciertas librerías. Con todos, siempre existe la posibilidad de ser rechazado, existen muchas causas que pueden llevar a una editorial a rechazar a obra (por mencionar una, por ejemplo, un libro que viole la legislación actual), pero aun así, el hecho de poder publicar en la actualidad es bastante corrientes y el riesgo a ser rechazado es muy menor, se reduce sustancialmente a como era antes, principalmente porque ahora uno paga para publicar (siempre hablando de escritores noveles).
Queda saber si el libro reproduce cartas reales o si son creación del autor. La verdad que nunca lo dice. Uno debe formarse su propia idea. Sí tenemos varias insinuaciones que llevarían a pensar que son reproducciones de originales. En el prólogo pareciera indicar ese camino. A mí personalmente me dio la sensación que mezcla algunas pocas cartas de rechazo reales con otras muchas (la mayoría) cartas ficticias de su propia creación debido a que algunas son muy desopilantes, pero no es menos cierto que muchas veces la realidad supera la ficción y no me extrañaría que alguien de haya despachado de la manera que allí figura. Finalmente, creería que da en la tecla, la sinopsis del libro que figura en su contratapa, cuando dice “Con elementos propios de la parodia y de la sátira, Camilien Roy, lleva a cabo un formidable ejercicio de estilo al otorgar una voz distinta.”
No coincido que sea un libro de un “humor desbordante”, al menos a mí no me lo pareció, pero sí un humor que se basa en la frustración de aquel que fue rechazado, una especie de humor negro liviano. No obstante el libro contiene algunos aspectos interesantes, soy de los que creen que de la lectura de muchos libros siempre se aprende algo, por más mínimo que sea. Y este no es la excepción.
Carta de un editor que rechaza tu novela. (…) Extraído del libro: "El arte de rechazar una novela" de Camilien Roy.
Pues bien, esto no es así; solo te dicen: "Estimada Amelia, sentimos comunicarle que nuestro comité de lectura ha desestimado la publicación de su novela debido a que no encaja en nuestra línea editorial". Y ahora, también, los más amables añaden: "sepa usted que la crisis nos impide publicar todo lo que nos gustaría".
Amelia Noguera en http://plateroyellos.blogspot.com.ar/2012/04/carta-de-un-editor-que-rechaza-tu.html
Lo que dice la bloguera en la anterior cita es lo más real y común en cuanto a rechazo de manuscritos por parte de las editoriales. Sencillo, respetuoso y sin más vueltas. Pero ello no quita la existencia de variantes y deformaciones de esa respuesta al esperanzado escritor.
"Encontré un libro que veía con un título difícil de resistir: El arte de rechazar una novela. (...) No es una novela sino una colección de cartas ficticias en la que una serie de supuestos editores rechazan, de todas las maneras posibles, las novelas de otros tantos escritores imaginarios. El libro comienza siendo divertido pero el chiste se agota a las veinte o treinta páginas, un poco por la impericia de Roy (los rechazos tienden a perder gracia y confundirse entre sí) y otro poco por el fastidio que nos causa el hecho de que en ningún lugar se mencione que la idea es una variante levemente disfrazada de los muy conocidos Ejercicios de estilo de Raymond Queneau."
(¿Qué leer?: Una guía de lecturas para los amantes de los libros, de Maximiliano Tomas. Penguin Random House Grupo Editorial Argentina, 1 jul. 2015)
La cita que me precede la encontré en un libro en Google Book, ya he mencionado al autor anteriormente en el blog, ya que fue el quien condujo una serie de conferencias en una conocida librería, y ahora buscando en Google Book sobre El arte de rechazar una novela aparece un libro de él, que lo menciona. Traje esta cita porque presenta distintas aristas que disparan diversos aspectos coma para relacionar. El primero es la relación inevitable que hace con el libro de Queneau, esta misma relación la he visto en numerosos blog. Algo insinúa la sinopsis de la contratapa cuando dice “ejercicio de estilo”. Yo no creo que Queneau haya creado algo original al tomar un “esqueleto” y aggiornarlo de diversas maneras, esto se puede ver ya desde mucho antes en cantidad de historias, de cuentos, de fábulas, quizás Queneau haya elegido arbitrariamente el número 99 y Roy lo haya emulado, pero ¿qué diríamos de la novela de Italo Calvino llamada “Si una noche de invierno un viajero”? aquí el número cambia pero el “esqueleto” continúa siendo el mismo, sin contar los numerosos libros que se hallan en los estantes “crítica literaria”, “estilos de escritura” o “aprender a escribir”. El segundo aspecto que, si bien no se encuentra en la cita de Maximiliano Tomas, si está continuación en su libro, es la literatura que aborda el rechazo de los manuscritos de escritores, y aquí Tomas (vale la pena leerlo) hace mención de dos libros que luego los comenta ("Noticias de libros" de Gabriel Ferrater y "Informes de lectura" de Roberto Bazlen). Agregaría uno más que encontré en Google Book llamado “Éxito. Un libro sobre el rechazo editorial” de Iñigo García Ureta. El tercer aspecto es cuando Tomas dice “el chiste se agota a las veinte o treinta páginas”. Como antes dije no me parecía que sea un libro de “humor desbordante” como el mismo libro se promociona, pero tampoco creo que “se agota el chiste”, si está pensado como parodia o sátira, hasta podría pensar que se quedó corto, en tanto que si solo se reduce a un chiste, efectivamente fue muy largo y se vuelve algo repetitivo. Pero creo que se puede aprovechar más allá de lo gracioso que puede resultar.
Algunas cuestiones puntuales como para quedarse con algo más de su lectura.
El rechazo “Deshonesto” (p. 27) es el que pide dinero a cambio de publicar, pero… aquí en Argentina es lo más común (y creería que en otros tantos países también), no es ser deshonesto sino más bien es lo normal dentro del comercio, quizás en Canadá o en Francia no sea así, no lo sé, al menos en un reglón dice “se que esta práctica no es corriente” y tal vez allí transmita como es en aquellos lugares, pero aquí esta actividad no pasaría como deshonesta salvo el caso que la legislación indicase lo contrario. Es la única que está firmada ¿casualidad? Y la firma el “señor Thenardier”, Thenardier es un personaje de la novela de Victor Hugo, “Los miserables”, Thenardier era una especie de criminal caracterizado como saqueador y estafador.
Los rechazos “Ofuscado” (p. 35) y “Paranoico” (p.38) presentan la idea que entre editor y autor existió un intercambio previo. En algunas ocasiones hay que imaginarlo. Es lo bueno. Preguntarse ¿qué habrá enviado para recibir esa respuesta?
El rechazo “Chiac” (p. 69), este lo menciono solo como curiosidad, algo nuevo que aprendí, que es el chiac, que lo desconocía, y justamente este rechazo viene acompañado de nota al pie. El tema del idioma y especialmente particularidades de “su” idioma, lo manifiesta en otras oportunidades
Algo similar sucede con el anterior rechazo “Analítico” (p. 65) cuando habla de cierto procedimiento propio de algunos escritores húngaros caído en deshuso. Procedimiento literario que desconocía.
En dos oportunidades referencia en canción y/o poema, una de las entradas finales es la continuación de una de las primeras entradas, en no menos de cuatro oportunidades refiere a escritores franceses, y en una oportunidad a una película. Tampoco está nada mal el rechazo “Leyenda”.
El rechazo “Interrogativo” (p. 95) presenta una máxima como “El futuro pertenece a los que perseveran” que la conocía con otra formulación más acotada que dice “Persevera y triunfarás”.
El rechazo “Vietnamita” (p. 36) quizás estuvo de más, en otro idioma, si fue real, al menos podía corresponder una traducción o nota aclaratoria. Estuvo de más o fuera de lugar.
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