Hay veces que uno tiene algo de suerte, y logra obtener alguna oferta. La manera que obtuve el presente libro fue una de esas veces. Por medio de una oferta.
En la realidad diaria, todo el tiempo surgen promociones y ofertas. Pero realmente ¿cuáles son ofertas verosímiles y cuáles son una truchada? Es decir, muchas de las supuestas ofertas, no son tales, y todo es un mero engaño de parte del oferente. Existe un claro ejemplo, en una librería de la Av. Corrientes que todo el tiempo posee un cartel anunciando una “oferta” por liquidación hasta agotar stock. Quién camina dicha avenida de manera asidua, quién más o menos visita librerías de forma habitual, sabe, conoce, ve, observa, presta atención, es mi caos, y desde hace años cada dos o tres meses, ese cartel se visualizaba, estaba tres o cuatro semana, y pasado uno o dos meses, nuevamente el cartel. Nunca he visto que se agote el stock, y nunca he visto “ofertas”, es decir, los precios en esa librería en particular siempre figuran más caros que en otras de la zona, pero quizás muchos caminantes ajenos al mundo de los libros no lo saben, y entran de cabeza buscando la “oferta”. Actualmente el cartel ya no está cada tantos meses, lo han dejado de forma permanente. Ninguna autoridad controla este tipo de proceder, no sé si es lícito o no, en lo personal me conformo con directamente no ingresar y transmitirlo mediante el boca en boca, algo insuficiente, pero que reconforta.
Los engaños, o tal vez, no engaños, pero hechos que están ahí en el límite, o siquiera que hacen un mero ruido, una señal de alarma, de preguntarse ¿esto es beneficioso o es para sospechar?, se reproducen de varias maneras. O quizás solo se trate de estrategias de ventas. Estrategias que no comparto pero que existen y está ahí. El año pasado, una conocida editorial, con bombos y platillos, reprodujo, o hizo reproducir, o de alguna manera se propagó por todas partes, en las redes sociales, en los medios de comunicación, y en el boca a boca, que remataba “libros clásicos” a 5 pesos, cuando el valor de los libros más económicos no bajaba de 35 o 40 pesos, conseguir libros a 5 pesos realmente sonaba fantástico. Me acerqué como muchos a un puesto de venta y me llevé algunos. ¿Realmente eran clásicos?, por ejemplo un la “Historia de Corea” ¿puede considerarse un “libro clásico”? Claramente que no, diría de los que vi en las mesas, más del 95% eran libros de ese tenor, libros viejos, temas puntuales, de carácter facultativo, es decir muchos de investigación, que apuntan a un público muy particular, con no menos de alrededor de entre 15 y 20 años de haberse editado, es decir, que oferte algo a muy bajo precio que no te sirve (no generalizo) bajo el título de “libros clásicos”, hace ruido, a mi parecer va más por el lado del timo que de la honestidad. Naturalmente que uno puede sacar oportunidades, comprar un libro no es perder el dinero, siempre en mi parecer, aunque parezca una tontera el libro comprado, en principio inservible, pueden darse usos, desde simplemente leerlo, a utilizarlo como bibliografía para determinado tema, o utilizarlo como medio para realizar otra obra como algo surrealista o un rediseño o cualquier otro estilo permitido, o bien revenderlo, o incluirlo en medio de un lote de libros que luego se revenden, etc… se le pueden dar muchos usos, entonces la oferta, vista desde esta perspectiva, termina teniendo sentido. Lo que no me cierra es que todas aquellas personas que se acercaron a obtener un libro a ese precio bajo el título “libros clásicos” realmente le hayan dado una utilidad a la compra y no se hayan desengañado. Como si fuera poco, meses después, la misma editorial, realiza una segunda liquidación de iguales características que la primera, con la salvedad que el costo de cada ejemplar se había triplicado.
Otras veces si se trata de ofertas. Así el caso cuando surge un 2x1 y previamente sabes por referencias que no te inflaron el precio. En los medios de comunicación se han denunciado casos en algunos supermercados que previamente a realizar una oferta de 2x1 aumentan el precio del producto, de tal manera que la supuesta oferta no es tal, ya que se está pagando uno de los producto con el precio que aumentó. Otras veces son ofertas genuinas. Así es que veo en una librería un cartel que señala “Nos liquidaron. 2x1”. Así es, la promoción era 2x1. Esta librería, ya hace un año atrás, también se había hecho visible en los medios de comunicación y en las redes sociales, con una promoción de 3x2, llevaba 3 pagabas 2, debido a que no podían afrontar los gastos, y pensaban cerrar, motivo por el cual, pensaban liquidar el stock. Inmediatamente se formaron largas colas de compradores que se dirigían a por la oferta. Filas que fueron reflejadas por los medios. Por suerte, para el dueño y los empleados y los compradores no cerró, al tiempo salió una nota periodística que manifestaba la posibilidad de la librería en convertirse en cooperativa. ¿Qué sucedió? Vaya uno a saber, cuestiones internas de la librería, lo cierto que pasaron los meses y continuó abierta. Ahora, un año después, el cartel “Nos liquidaron. Remate 2x1” y otras noticias periodísticas que señalan la partida de la librería para reubicarse en otro lugar. Lo que fuere, efectivamente había ofertas de 2x1. Mirando la mesa y los estantes, veo el libro que buscaba, ahí nomás lo compré, y le sumé otro del mismo precio. Así fue como conseguí Comitiva de Embusteros. Una novela de la Peste. (Autora Karen Maitland).
Volviendo al cartel de la librería “Nos liquidaron. Remate 2x1” ¿quién será que los liquidó? Me preguntaba, ¿el gobierno actual y sus medidas económicas? Quizás, la están sufriendo muchos comerciantes, pero también es cierto que muchos otros no las sufren o no lo hacen notar o la saben sobrellevar. Tal vez se cumplió un ciclo. ¿Podría deberse a los consumidores? ¿por qué no? Y si quien los liquidó fueron los consumidores. A veces una autocrítica no viene mal. He podido leer una crítica de una lectora-consumidora en el portal Yelp.com.ar donde hace foco en lo siguiente (los libros) “no están acomodados por categoría y eso los hace difícil de encontrar”. Si y no, en partes hay claramente secciones bien diferenciadas (Policial, Sociales, Infantiles, Historia, Psicología, etc…) y en parte secciones mezcladas como las de las mesas, que presumo es a lo que hace alusión la compradora. Es verdad, pero la falta de espacio complica, y no queda otra que mezclar textos de diversa índole, a me personalmente me molestaron otras cuestiones, empezando por el trato, no es malo, te atienden bien, bien serios, pero no mal, quizás un poco más de simpatía genere otro ambiente, sumado a la ausencia de precios en muchos textos, los cuales hay que preguntar y cuando preguntas te sorprendes, y te preguntas para tus adentros ¿por qué este sin precio cuesta tanto estando al lado de otros que sí tiene el precios señalado y cuesta muchos menos? además de la incomodidad de estar preguntando muchas veces, es preferible, al menos en mi caso, desistir de preguntar y evitarlos, y si cuando vas a pagar no te entregan ticket ¿qué puede uno pensar? Es mi derecho pedirlo, pero ¿es necesario que pida el ticket? ¿acaso no saben que deben emitirlo? ¿para qué tienen la caja registradora con una pequeña bobina de papel en ella? Es decir, te ven la cara, de tal manera que uno legítimamente decide no entrar más o evitarlo lo más posible. Y si cuando pagas con efectivo y recibís de vuelto los dos billetes más deteriorados en la historia de los vueltos de las librerías, es como decir que hacen todo lo posible para no acercar a los clientes. Es por eso, por mi alejamiento, que me pregunto ¿no será que son los consumidores quienes también forman parte de aquellos que los liquidan? Al menos una influencia... es solo una conjetura personal basada en mi propia experiencia.
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